Se aventuraron a un festejo de cuerpos con voluntad de alquimista, deseo de adolescentes y ánimo de conquista del far west. Se les escapó la noche persiguiendo quimeras y alcanzando nuevas posiciones de partidas en un bucle agotador.
Entre zumos de mango y papaya, risas y despertares en lagos insondables de recuerdos enroscados, la luz fue clareando tras las cortinas de ese hostal de medio pelo. Con olor a rápido olvido. A efímero encuentro. A tiempo perdido.
Sólo cuando a ella se le escapó el mechón de la sien, revelando un viejo y enorme cansancio, ambos entendieron que lo mejor era despedirse, ya que no podrían fingir que no sintieran el frío lacerante de los anhelos rotos.
Disimulando el mutuo desengaño, quedaron en seguir con su amistad en la oficina, donde los escarceos no volverían a ser plausibles. Ni las risas cómplices cautivas. Ni las miradas inquietas. Ni la desazón de verse a escondidas. Ni los besos de sal y arena en el almacén de material de oficina, con su encajonado de hombros entre suspiros.
En un abrazo sin deseo se besaron, por besarse. Cada uno desde el lugar lejano donde se encontraban, fuera de esta dimensión de tres coordenadas a la deriva.
En la puerta, acomodando de nuevo en la parte interna Not disturb con su mano, y repasando las costuras de las medias, ella se despidió con dos besos, uno por mejilla, quizás con un gesto de un mínimo afecto.
La pasión había descendido a niveles de calle y acera. A nivel de realidad presa.
Parece como un souflé que se va desinflando poco a poco al sacarlo del horno fuera de tiempo, así es la pasión de estos personajes en un encuentro falto de estima.
ResponderEliminarYo creo que era, en efecto el souflé de lo prohibido, mira qué te digo.
ResponderEliminarPero tal vez ambos explicasen listones que no supieron pasar por elevados. Quién sabe.
Gracias Alfred por tu comentario reposado, como un puré.
Un abrazo.
Es lo más triste que yo recuerdo leerte. Aún así me quedo con lo vivido, que aunque se adivina excaso. En algún momento estos dos personajes cobardes, se desearon con toda la intensidad que podamos imaginar y ese es el punto de partida de este descenso que narras impecablemente, hacia ese vacío que llega hasta donde nunca nos querríamos reflejar.
ResponderEliminarUn beso, princesa.
Gracias veintiuno por tu lectura. Tu comentario recoge un punto de partida de algunas situaciones. Esas donde la atracción puede ser intensa pero está abocada al descenso. Ya sea con los meses o años, o rápidamente, como en mi texto.
ResponderEliminarQuizás es que no es el mejor punto de partida.
Un abrazo
Efectivamente, tal vez no fue pasión. Sino únicamente un desbordamiento de su soledad. Y cuando el cansancio, o el aburrimiento, llegó, volvieron a sentirse solos y extraños. Como antes, más o menos. Pero con una muesca más en el revólver. Aquel que asesina los momentos que pudieron ser y no fueron. Muy bueno. Me ha gustado mucho Albada.
ResponderEliminarGracias Francisco. La realidad de una noche puede ser una muesca, aunque en este texto hay un sórdido pero expectante camino previo. Y la soledad les asola. Estoy de acuerdo contigo.
EliminarUn abrazo.
En cuanto a la forma, una excelente prosa. En cuanto al contenido, más o menos estoy en línea con los comentarios anteriores. Veo que le das un significado de no haberles merecido la pena a tus personajes, pero tus personajes son humanos, y libres, con todos sus defectos y soledades. Lo óptimo sería que hubiesen sentido mucho más afecto antes de llegar a la cama, pero aun así, su experiencia les libera de volver a ese escarceo entre pasillos, con burlas entre compañeros, que para mí es la parte verdaderamente sórdida de la historia. Todo cambiaría si hubiesen compartido antes una comida, algunas conversaciones con cierta complicidad, caricias mientras respiran en el campo...
ResponderEliminarUn gran abrazo, amiga
Vuelvo. Me enrollé con el contenido, pero no quiero que con ello se entienda que no me gustó. La verdad es que, con la calidad de la prosa y lo bien que llevaste la historia, me encantó el conjunto.
ResponderEliminarOtro abrazo y besos
Gracias Luis. Me han fascinado tus acercamientos previos propuestos, mucho más románticos que los del texto.
EliminarPero lo que refleja esta foto es la liberación y/o final de una situación insostenible.
Un fuerte abrazo.
Yo creo que ellos no creen que les merecío la pena en el final de la historia, en el momento de las culpas, no antes. Es un micro y habla sobre un instante, no sobre una vida.
ResponderEliminarNil,gracias por la lectura y comentario. Siendo, como es, una simple foto, nadie sabrá si les mereció la pena.
EliminarSin haberlo compartido, jamás habrían podido ni siquiera planteárselo. Es mi lectura. Sobre los cobardes, nadie escribe.
Un abrazo.
Hay metas que cuando son alcanzadas se desvanecen. Aunque siempre quedará ese ritmo acelerado del corazón durante su consecución. Siempre queda ese recuerdo de lo que pudo ser y no fue aunque en su camino estuvo cerca.
ResponderEliminarNo hay peor gestión que la que no se hace. Siempre hay que intentarlo.
Un beso
Gracias por tu lectura. Las asignaturas pendientes suelen cobrarse peaje. Los protagonistas del texto quisieron probar la realidad de una intensa llamada. La decepción, o constatación simplemente no dejó de ser una apuesta valiente, según lo entiendo.
EliminarUn abrazo.