Este incendio provocado se me asoma a la ventanilla del coche, entre olor a humo y esqueletos de pinos espectrales.
Las nubes quieren regalar lluvia y vida, pero ni una flor estará esperando en estas hectáreas devastadas.
No habrá ramilletes para mí, ni guarida para insectos, ni pinaza para construir lechos imaginables que forrar con la manta de viaje.
El aire se ha cargado de silencio infantil en los asientos traseros.
Los kilómetros de devastación inútil, de pura enajenación de la razón, te deja encogido el corazón y un dolor extraño de fracaso .
De fracaso como habitantes de este planeta que somos y que parece solo sabemos destruir. Y nos llamamos inteligentes.
ResponderEliminarSí, esta especie es la única que parece querer ir contra sí misma. Por mucho que la genética nos imponga un modelo de supervivencia...parece a veces que tengamos un punto de enajenación, que, desde dentro nos aniquila, aunque sea lentamente.
EliminarUn abrazo
Me ha gustado mucho. Desde el título, que no me extrañaría que te l"lo robaran". Ser sensible a la naturaleza es ser mucho más sensible ante los problemas humanos. De eso no cabe duda. Y de que, a final, todos estamos metidos en un círculo interdependiente y único.
ResponderEliminarMe alegra que haya gustado. Entiendo por sensibilidad la que va unida a la compresión, en general. No sólo a los problemas humanos.
EliminarParece que compartimos la visión de concepto.
Un abrazo
Terrible ese incendio provocado que se cuela por tus pensamientos. La naturaleza se enfada a menudo con el hombre, y no me extraña, porque el trato que recibe no es "humano".
ResponderEliminarTambién me ha gustado el título, y me ha recordado que en "Esta noche te cuento", hay un concurso mensual titulado en el mes de mayo : "No hubo flores". Esta propuesta encajaría con el mensaje, sin duda.
Besos desde mis palabras Albada.
Gracias Laura, por tu atenta y abierta lectura.
EliminarAgradezco la información.
Un abrazo