1. La falsedad aparecía en la comisura de sus labios que el dedo pulgar refrendaba o en el refriegue de su lengua que la corroboraba y en ese mirar perdido en el ángulo superior izquierdo. Aunque era imposible definir a qué olía, la mentira olía, anegando la posible confianza futura.
2. Olía a fracaso. A sabor a mandarinas pasadas en la nevera. A desatender los amaneceres y las puestas de sol sin sol en este mes de luz y alegorías. Y si bien era imposible definir a qué olía, la casa entera emanaba aromas a ausencia y desvaríos caducados.
3. Nadie sabe a qué olía el miedo a morir. Era imposible definir a qué olían los anhelos cercenados, los sueños rotos y ese amor correspondido que no llegó a sobrevivir. Ni la poesía. Ni la razón. Triunfó sólo el odio... y el desvarío.
4. No enviaremos al espacio los besos sobrecogidos. Ni los nudos sin desatar que toda alma posee. Enviaremos, encriptados, los datos del ADN, cifras y coordenadas que alguien podrá descifrar.Era imposible definir a qué olía el despertar de tu piel. Desaparecida... y huida.
5. En la orilla de tu piel se descompasaba el tiempo. Se indisciplinaban los relojes y, aunque era imposible definir a qué olía tu recuerdo, todo el vaho de los espejos se empeñaban en repetir, machaconamente, ...tu nombre.
6. Olía a ausencia de mimos. A puro trato de azar y harta negligencia de una vida real. Esa que atesoraba amaneceres por abrir entre laureles. Era imposible definir qué olía el alma rota, o el cobijo de azahares sin caracolas, o el olvido de madrugadas incendiadas.
Estos olores de soledad, tiene, ami entender, un lado dulce.
ResponderEliminarBesote de olor a fresco, recién enviado.
Bueno, salieron esta serie que hablan de soledad y fracaso, creo. El lado dulce siempre está prendido de toda vivencia.
EliminarUn abrazo fresco y acompañado de calor en retirada.