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Érase una vez, cuando la brisa peinaba el campo, dejando al viento el ritmo, me senté a vaguear.
Se meció mi pelo, me llenó el sonido, se me vació la mente, de engañosos artificios.
Y entre el clamor de aves, buscando el nido, me quedé pensando en la levedad del tiempo, cerca del río.
Ahí, a la vera del rio,
ResponderEliminardonde las hojas caídas,
cubren tus pasos,
mientras meditas la levedad del ser,
te contemplo y admiro.
Un abrazo.
Bajo las ramas
Eliminarde los olvidos
se arraciman los cantos
de los bien nacidos.
Formando un coro,
de colores dulces
de sal sol y abrigo.
Un abrazo
Buen sitio para metafisiquear... si, no existe ese verbo pero y qué?
ResponderEliminarBesos.
Ayer toqué un rincón como ese, cuando la lluvia nos dio un respiro, y el azar me dejó ver un gavilán, entre el murmullo del agua de un riachuelo.
EliminarComí madroños. me dejé empapar del silencio vivo de la naturaleza y cómo no...se metafisiquea que es un primor.
Un beso, Toro. Por cierto, el día 12 pasaré la tarde por Barna. Sería un posible saludarte?. Cierro el signo de interrogación.
Vaya, eres San Ero (el de Armenteira) y llevas así ya trescientos añitos... Debe ser, en efecto, la levedad del tiempo.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Ya veo que los secretos acaban por descubrirse :-), en la infinita longitud de la levedad del tiempo.
EliminarUn abrazo largo y sin prisas.
La levedad del tiempo con hojas de otoño.
ResponderEliminarun abrazo
fus
La textura de las hojas, sobre los lechos del río
EliminarUn saludo. Y bienvenido
...En el espejo del río, mientras las aguas pasan, pasa la vida, ... la tuya.
ResponderEliminarMe ha encantado esa brisa peinando el campo...
ResponderEliminarMecerse en la brisa del otoño, sentir el frío en la piel del alma, y ver caer las hojas de los árboles desnudándolos.
Un beso.