Las carteras y mochilas con los deberes esperando nuevamente, despertar en el piso de la ciudad, con el Nesquick tibio en las mesas, dando su adiós a la mini-vacaciones de Semana Santa. Porque las vacaciones escolares, quedaron atrás.
Con esos horarios reconquistados. Con ese trajinar de nuevo por las calles llenitas de niños con cara de sueño y de ilusión. Con esas mochilas que ya no lucen nuevas, sino ajadas, por el recorrido de los meses del curso escolar. Con los sonidos a vida tras las ventanas.
Los patios de luces rezuman de los conocidos sonidos de los chavales, con esos apremios a que apremien, entre tejemanejes de cucharas removiendo los desayunos.
Luego se oyen, desde los recibidores, las puertas cerrándose, y los pasos por la escalera entre sonidos de risas y alborozo infantil.
De la calle llegan los sonidos de las rueditas de las mochilas por las aceras. De las madres que intentan frenar el ímpetu de los más lanzados, y los sonidos de las madres que luchan por acelerar a los remolones. Y ya, sobre las nueve de la torre en el campanario, el día nos regala el silencio que marca el nuevo cambio de los ritmos en la ciudad. Hasta el mediodía, los tiempos seguirán otros sonidos, y otros ritmos. Dando un respiro a quienes habitamos en pisos en zonas de colegios.
Muchas mujeres respiran. Luego toman un café con leche, con otras madres que han llegado a la meta de ver entrar a los críos en el colegio, y que respiraron aliviadas, como las demás. Todas ellas, acomodando los traseros, comentando cosas banales. Para ese mundo no son tan banales, y casi siempre llenas de cuadernos, deberes, notas o evaluaciones, y hasta "colonias" en puertas, con sus pesadillas organizativas.
Las oigo, en ocasiones, dejar sentadas las pericias, y hablar de algunos titulares de prensa, para despedirse entre las mismas páginas del mismo guión, de los mismos quehaceres, de las mismas vueltas de las próximas peripecias, frente al desafío de la casa, la comida y de esa la vida en círculos cerrados que me recuerdan a los peces boqueando, por falta de aire, a esos peces de ciudad.
De vuelta a la normalidad después de las vacaciones de Semana Santa, ya los relojes cantan para despertar, y los niños entre sus sueños deben abrir los ojos para ver un nuevo día entre la luz de sus miradas y preparar sus mochilas para comenzar su día escolar, ya todo vuelve a la normalidad en las horas monótonas del caminar.
ResponderEliminarFeliz regreso, me alegra mucho volver a leerte, Albada.
Un beso muy grande.
Pronto hablarán de mochilas y sacos de dormir, luego de deberes de última hora, y a la que nos descuidemos, de cómo gestionarán las largas vacaciones estivales. Mientras los ciclos de la vida se irán plasmando en tallas de pantalones y de zapatillas de deportes con crecidas como ríos de vida.
EliminarCiclos de vida, puestas en escena circulares, caminar de caminantes. Un beso
Estos jodíos críos son los que no nos permiten hacernos los locos con el transcurrir del tiempo. Son implacables.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso locos bajitos que se llaman los reyes de la casa, porque imponen ritmos y horarios, objetos y distribución de los espacios...hasta en la calle, cuando los propios críos ya se hacen hombres.
EliminarUn abrazo
Noto un tono profundamente nostáigico, ¿tanto significa una semana de descanso, que despierta tales sentimientos? Aquí la Semana Santa significa tan solo un fin de semana de tres días, por lo que no interrumpe tanto la rutina escolar.
ResponderEliminarEl final de la entrada me desconcierta, porque me suena a desencanto, pero el c´rculo será cerrado solo si dejamos que así lo sea,,,
Aquí son un poco la sustitución de las de primavera, con duración de nueve o dies días, y los ritmos llegan a perderse, y los cuadernos y lápices quedan huérfanos, y las madres, a quienes iba dirigido en esencia el post, quedan descolocas.
EliminarSon un colectivo, el de las mas de casa, que si bien no tienen suldo, son la base de muchas familias, con sus actividades de centro y gobierno de las casas, los ritmos de los niños y muchas cosas, y cuyo trabajo, a mí, que siempre he compaginado con un trabajo remunerado, me dan un poco de pena..Quizá es eso lo que sale en el texto, la pena de verlas, tras dejar a los críos en el cole, tomando con otras madres ese café con leche acompañado, que es un punto y aparte para engarzar a la rutina, cotidiana, de llevar la casa.
Un beso
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Entiendo, es verdad lo que dices, que esas madres que lo único que saben hacer es de madres, y cuyo único interés después de dejar los niños en el colegio es seguir siendo madres, porque eso es de lo que conversan con las demás, dan cierta lástima. Mi esposa, a pesar de que no realizó un trabajo remunerado, siempre mantuvo actividades extraordinarias, que la libran de tener exclusivamente labores de madre.
EliminarSer amad de casa, es bueno. Para mí tu esposa optó por lo que era lo más bonito de ser madre:no dejar de ser persona entera, Conservar, e iniciar incluso, actividades ajenas al cuidado de las crías y la cueva, desde mi punto de vista, es lo que permite seguir siendo mujer u hombre de manera completa.
EliminarEl "síndrome de nido vacío", no es más que hacer focalizado toooooda la energía en esa faceta, sin alimentar nada social ajeno a la crianza. En mi opinión. No tendré ese síndrome, casi que con certeza. Un abrazo
Tras una tormenta de carácter desconocido, con la suficiente virulencia como para apagar un faro que me servía de guía, en eso de la navegación por las aguas tortuosas de lo que llamamos "el internet", con la barca varada y los remos rotos, tras el encontronazo al que me vi sometido por la ausencia de luz, en mi torreón de referencia. me parecen ver algunos destellos, que no se si son los últimos destellos del apagado final, o bien el inicio de una luz más potente.
ResponderEliminarUna reflexión sobre las madres, con la chiquillería a cuestas, en momentos de cambios por horarios que son un difíciles de compaginar con la atareada vida actual.
Mi vida literaria estará en el cajón, pero la vida me tare tantas cosillas, que no puedo dejar de plasmar.
EliminarLa vida actual no permite una conciliación laboral con horarios raros de nuestros coles.Valoro la imagen de ama de casa, en el sentido más lindo, el de cuidar a su prole y la cueva que habitan. La pena es que en general todas, lo hemos que hacer haciendo malabares!
Un beso
Nos conformaremos con las cosillas que la vida te trae y no puedes dejar de plasmar. Aunque me gustaría ser un Fermín husmeando en el cajón.
ResponderEliminarUn beso.
Esa cajón tiene un revoltijo desorganizado que no sé si te serviría para algo!, para leer una historia, digamos, sin duda que no
EliminarLa vida trae miles de cosas, todas ofreciéndose para dos minutos de gloria, porque tienen su corazoncito.
Un beso