Tomado de google |
No me llamo Ingrid, sino Paula, pero es el nombre que he adoptado para llevar a cabo mi profesión actual, porque me gusta el sonido al pronunciarlo.
No crean que me anuncio por palabras en la sección de
“relaciones” por problemas económicos, aunque reconozco que en ocasiones, más
por el cliente que por mí, hago ver que la crisis me ha llevado a “vender” mi
cuerpo. Expresión inexacta donde las haya, dicho sea de paso, porque, en todo
caso, sería un alquiler por horas. Se alquilan máquinas para encerar el mármol,
que tras su uso, y se regresan, ¿verdad?, pues esto es lo mismo. Yo no he estado
ni estaré en venta jamás. En préstamo físico como mucho.
Aprendí pronto que la ingente literatura sobre el amor, es un
marasmo de artefactos del lenguaje para engalanar sensaciones. Producidas, en
su mayoría, por descargas hormonales en un principio, unos rituales de cortejo
posteriormente, y al final unas normas y rutinas sociales. Y poco más. Observé
a mi alrededor demasiadas veces cómo amigas perdían su alma, por dejarla
prendida de unos ojos de mirada irresistible y palabras de amor eterno, así
que, puestos a perder mi virginidad un día u otro, preferí que fuera con
precauciones, y con una contrapartida de algunos ceros en mi cuenta corriente.
Para mí, que el romanticismo es una gabardina que oculta erecciones y lubricaciones que nadie quiere ver como naturales y fisiológicas. Y es que interpretan, imagino, que sería como rebajarse a sí mismos a un nivel de mamíferos normales y vulgares. Muy por debajo, en todo caso, de los altos menesteres que se otorgan todos al desear reproducirse. Buscan dejar huella de su paso por esta vida, dejando la mitad de sus cromosomas. Como un pendón clavado en la tierra que pisaron. Que quede claro que estuvieron aquí.
Me han preguntado alguna vez por qué me anuncio sólo para
hacer tríos. La ventaja principal es que no se está nunca en manos de un loco,
por supuesto. En serio, las parejas que me llaman, que suele ser la mujer quien asume la tarea,
dicho sea de paso, buscan una emoción en sus relaciones, ya consolidadas.
Digamos que andan tras sensaciones de voyerismo, exhibicionismo o de una
escalada de búsqueda de placer fuera de lo que ya experimentan en su propia cama.
Hoy llamó un hombre. Con voz de tenor. Preguntaba lugar y
disponibilidad horaria. Hemos acordado un par de detalles de atrezzo, entre los
que debo comprar guirnaldas de cumpleaños y crear un ambiente previo de
distendida celebración de aniversario. No ha querido decir la edad del
homenajeado. Ni preguntaba la tarifa que cobro, aunque se lo he dicho, porque no hubiera malos entendidos.
- - Perfecto,
allí estaremos a las cinco en punto. Ah, por cierto, mi marido se llama Luis,
-me ha dicho, justo antes de despedirnos, muy cordialmente, por cierto, que
todo se ha de decir.
He preparado la sala con pocos detalles, pero creo que de
buen gusto. Sigo sin entender qué rol puedo jugar yo, pero de hombre no me he
vestido nunca.
Ni pienso disfrazarme jamás de macho.
Una profesional convencida y confesa, que no oculta su papel, como de válvula de escape, de una sociedad enferma en esto como en muchas otras cosas.
ResponderEliminarUn texto muy directo, sin metáforas ni ambigüedades.
Besos.
Ignoramos si en su vida personal tiene metáforas o si este relato en narrador interno, no es la metáfora de su corazón hecho trizas, acorado ahora por la patina del sarcasmo.
EliminarGracias. Un beso
Pudiera ser que por no estar en manos de un loco se esté en manos de dos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puede ser que tras esa cita, nueva en su trabajo, prefiera estar en manos de un sólo loco. Quién sabe lo que no reflejan los textos que damos por acabados con un punto final, en un punto, el que elegimos como tal.
EliminarQue puede ser un punto y coma, ¿verdad?
Un abrazo
A no ser, que tenga la mala suerte de enamorarse...en cuyo caso, igual toda su estructura racional de la bioquímica del sexo se le vaya al garete :-)
ResponderEliminarUn saludo, y gracias por tu lectura
Fabuloso cuento que hace pensar.
ResponderEliminar¿Son dos homosexuales?
¿Es una mujer con voz de hombre que tiene un marido?
¿Son dos amigos que buscan fiesta y se inventan lo de que son matrimonio?
¿esta mujer por el dinero se mete en cualquier berenjenal?
¿Es una lesbiana con voz de hombre que va a ir con su guardaespaldas?
¿Son dos locos?
En fin... las posibilidades son múltiples...
Muy bueno el relato.
Enhorabuena
Un beso
Pues todas las opciones están abiertas. Ella entiende el sexo, sin contar con el amor, por lo que no desea más que hacer gozar y gozar. El peligro está en que se enamore, alguna vez, quién sabe si de un hombre o de una mujer.
EliminarUn abrazo y gracias.
Vuelvo a este excelente relato. Debería llevarse al cine.
ResponderEliminarUn beso y mis felicitaciones