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Desde hace años que sólo confío en el espejo que
guardo en el trastero de la casa familiar. En la buhardilla de mi infancia, comparten espacio muebles viejos, lámparas horrorosas, baúles de ropa de niños, que ya crían malvas, y un sinfín de trastos arrumbados.
He dado tumbos como una peonza beoda por los cinco continentes, y hace cinco años, cuando las canas ya dejaban ver en mi coronilla la calvicie de la vejez, he regresado a lo que llamé hogar. Superviviente de mí mismo y de las trampas del pasado. Cuando los lustrosos reflejos de otros espejos zahieren mi vista y mi autoestima, ya tan deteriorada por el uso a estas alturas, subo y me tomo una copa de cognac ante ese espejo del trastero.
Ahora sé que con el tiempo, cada una de mis esperanzas frustradas, los temores no superados y las ausencias dolorosas, se han ido depositando en él. Es una fina pátina de polvo extraño. Algunas veces, para hacer
aflorar el pasado, tomo un poco de ese polvo y lo esparzo por mis manos, y entonces, entre los vahos etílicos de mi copa, me descubro susurrando al espejo.
La misma luna que me vio crecer, me trae, tamizando delicadamente mi actual y extravagante imagen, las promesas que no cumplí, y los recuerdos de las aventuras que sí alcancé a vivir.
Ay... has despertado mi melancolía.
ResponderEliminarEl relato es buenísimo...
Besos melancólicos.
Todos los espejos en el fondo mienten. Pero es verdad que los hay, o que los encontramos a veces, con alguno que nos denuda, y entonces es imposible huir del polvo depositado, porque debajo de él, ya sigue habitando lo que no llegamos a lograr, y lo que nos quedó por ganar. También lo bueno, y esa es la gracias, o la trampa, según el momento
EliminarGracias Toro. Un beso grande
Me gustó mucho el relato, todos tenemos algo que nos asegura el recuerdo de otros tiempos, en mi caso es el primer conjunto que lució de bebé mi hijo, hoy con casi 18 años, libre, joven y haciendo su propia vida.
ResponderEliminarNo obstante, yo recuerdo sus manitas y sus piecitos mirando ese conjuntito.
Me gustó especialmente este realato, besos al alma.
Pau
Son esos momentos en los que uno se percata de hasta qué punto pasó le tiempo. Aquí, en voz de hombre, hago la parada de balance entre lo buscado y lo conseguido ante un espejo. Pero cualquier objeto sirve.
EliminarMe alegra que te haya gustado. Un abrazo grande y feliz tarde
A veces los espejos suelen mostrarnos breves instantes de nuestros recuerdos y vivencias.
ResponderEliminarMuy literario relato.
Besos.
Pueden hacer trampas, pero parte de nosotros vive en ellos, sobre todo en los que nos reflejaron en tiempos pasados.
EliminarGracias. Besos
A veces, cuando se tiene uno de esos días reflexivos y de autocrítica, produce un cierto temor mirarse al espejo. Te miras y te recuerdas años antes y la pregunta surge en tu mente ¿ estas donde querías estar?.
ResponderEliminarMe ha gustado el relato.
Besos
Te planteas si llegaste donde querías, si tú tu vida te ha llevado a esa situación que deseabas. Las arrugas y verdugones de los avatares vividos no engañan, pero siempre late la mirada de quien se pregunto que sere de mayor.
EliminarGracias. Un abrazo grande
Ese espejo vale un dineral, y mirarse al espejo es el reflejo de esa realidad, que por mucho que pretendamos engañarlo el espejo nos dice la verdad.
ResponderEliminarBesos Albada Dos.
Espejos de la realidad. Los hay casi crueles, por cierto, sin posibles acuerdos.
EliminarBesos
Son esas asignaturas pendientes las que nos pesan, nos lastraron las alas quién sabe qué eventos, pero estoy segura que son lo que nos deja el sabor amargo en la boca.
ResponderEliminarUn abrazo, Julio
A veces es imposible no echarse a llorar cuando nos hallamos frente a un espejo.
ResponderEliminarDigo yo.
Grato es leerte, amiga mía.
A veces mejor pasar de puntillas y rapidito ante el espejo, pero lo que nos molesta, tal vez, es que refleja la verdad
EliminarGracias por pasar por aquí. Un abrazo grande, Guillermo
Ese espejo cómplice de nuestras miradas perdidas hacia nuestro interior, ahí donde no valen las mentiras.
ResponderEliminarUn beso.
Es ese el objeto, sin dudarlo. Mi personaje, cuando añora el pasado y sus ilusiones, lo que hace es retirar una pizca de polvo, en un vano intento de volver atrás. Lo cual es imposible, siempre.
EliminarUn beso
Aquel que no solo nos muestra una verdad, muchas veces cruel y dolorosa, sino que nos lleva irremediablemente y a través de nuestras pupilas que en él se reflejan, a tanto de lo vivido y lo no vivido que, de alguna manera, se queda atrapado en ese cristal enmohecido, recordándonoslo cada vez que a él nos asomamos…
ResponderEliminarMuy bueno, querida amiga… Altamente bello y evocador…
Bsoss y abrazos enormes, y muy feliz tarde 😘
En mala comparación, para mi personaje es una foto, tal vez en color sepia, de una juventud perdida, en la búsqueda con una reconciliación con la imagen de sí mismo que ha quedado congelada, y a la que se resiste a olvidar
EliminarUn beso grande y gracias por leer Ginebra
Melancólico y muy bonito relato, esas miradas tan personales que no dejan esconder nada.
ResponderEliminarBesos
Rezuma melancolía, es cierto. Nada tan amado como lo perdido, y es a cierta edad cuando la imagen del espejo nos habla de nosotros u de nuestros logros mucho mejor que nuestras palabras.
EliminarBesos y feliz tarde
Me ha recordado el momento en que el personaje de Andrés, de "Coronación" (de Donoso) va a algo así como el desván de la casa de su abuela y revisa las cosas viejas.
ResponderEliminarEs una mirada al pasado, a través de los objetos. Nada mejor que, en ocasiones, rodearse de nuevo de objetos o referencias de la niñez o adolescencia. Parece mentira que, en ocasiones, nada de lo supuesto o planeado llegara a hacerse realidad.
EliminarUn abrazo y feliz tarde