Imagen de Eric lacombe |
Siguiendo una iniciativa de La trastienda del pecado, paso mi post sobre el silencio, en este jueves.
El silencio me llenó de la paz que me negaron cuando me secuestraron en ese rincón amazónico. Me quitaron la ropa y la conciencia, la forma de medir el tiempo, en ese cubículo húmedo y sin ventanas, y hasta mi certeza de estar viva. Me interrogaron tantas veces que, de haber sabido dónde estaba escondido un cargamento del que no sabía nada, lo habría confesado.
Eran ruidos de mil tipos, de intensidad variable, de duración ilimitada y de tonos infinitos los que llegaba, instalándose allí, entre mis oídos y mi razón. Dormir se convirtió en un desafío, pensar, en una proeza, y razonar, en algo líquido que mi cerebro no conseguía separar de un cuenco con vegetales, y una bacinilla como único contacto con la realidad y el tiempo.
Cuando, tras una refriega de tiros, se abrió la puerta, el sol hirió mis ojos, los ruidos cambiaron, primero en forma de un jeep. Luego en un helicóptero, hasta llegar por fin a una cama de hospital. Me sentí sorda y huérfana en un primer momento. Desorientada y aterrorizada pocos minutos, o siglos después. Sin el silencio de la ducha, de las sábanas blancas, de la ausencia de ruidos, no creo que hubiera podido reponerme. Sin embargo, ahora, pasadas unas semanas, necesito el sonido de tu respirar de noche, de los coches en la calle, de los niños en el parque, cualquier sonido que me aleje del silencio en el que me asalta el terror de aquellos sonidos selváticos. Voy recuperando quilos, sí, y disimulo mi pánico al silencio, pero hay alguien dentro de mí que añora el ruidoso bosque vivo, infinito.
El silencio puede provocar tantas sensaciones, como el pánico de la protagonista de tu relato, porque también se asocian las vivencias.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Creo que hay uno realmente sanador, siempre dependiendo de las experiencias, pero la meditación requiere del silencio
EliminarUn abrazo, Dulce
Quizás añoramos lo que no tenemos en el presente...
ResponderEliminarUn abrazo.
Pudiera ser, que añoremos ruido o silencio dependiendo del momento
EliminarUn abrazo, Rafael. Por un viernes bonito
Síndrome de Estocolmo Boscoso.
ResponderEliminarBesos.
El diagnóstico preciso paar esa mujer. Sí seños
EliminarUn beso
No hay silencio mas ensordecedor que el del miedo.
ResponderEliminarBesos.
Totalmente de acurdo. Quedar a solas, digamos, aislado, en terrorífico.
EliminarUn abrazo y pro un viernes con sonidos y sin ruidos
El silencio...tan necesario unas veces y tan agobiante y aterrador otras, dependiendo de las circunstancias que se están viviendo, al igual que el ruido, veces nos desespera y otras nos calma y tranquiliza.
ResponderEliminarMuy acertado tu relato, le da al silencio-ruido una visión nueva, un aire fresco.
Besitos
Me pareció que el rumor de la selva puede dejarte anonadado, pero está viva. Tal vez el desierto, con su silencio es más aterrador.
EliminarGracias, Rita. Un abrazo y por un feliz viernes
No se valora el silencio con la importancia que tiene para la salud mental. Pero entiendo ese añorar de sonidos que nos aproximan a las vivencias propias.
ResponderEliminarUn beso.
Se valora muy poco. Hoy en día, los jóvenes tienen como miedo a estar solos, a no estar comunicados, a tener ruidos y creo que se pierden la capacidad de estar consigo mismos, y el relax del silencio
EliminarUn beso, Alfred, feliz finde
Brutal,sencillamente.
ResponderEliminarMe encantó,me sumergí en la historia,en los colores,en las sensaciones.
Muy bueno!
Un beso.
Me alegro te gustase. ES complicado eso de añorar el silencio para luego echar de menos le ruido, pero creí que esa opción debía plasmarse en una mujer secuestrada
EliminarUn abrazo y por un día feliz. Buen finde
hay sonidos que nos pasan desapercibidos, como las voces de gente hablando, el ruido de los coches... pero si se suprimen todos ellos de golpe, se nota.
ResponderEliminarhay quienes nos comemos mucho la cabeza si estamos sin hacer nada. con lo cual, estar prisionero en una celda es el peor castigo.
abrazos!
Las celdas de aislamiento son de castigo, porque el silencio, y la soledad, en mayor medida, son situaciones que no son normales. Pienso en los sordos muchas veces, en ese silencio perpetuo, y me estremezco
EliminarUn abrazo y buen finde
Me metí dentro de la historia, noté su silencio, noté incluso algo de frío...como un escalofrío.
ResponderEliminarLa imagen me encantó, también.
besos y abrazos.
Hay un continuo de ruido y luego silencio, que la protagonista no puede gestionar. Muchas gracias, Laura, por tu lectura
EliminarUn abrazo grande
Ne kadar çeviri olarak okusamda iyi anladım. Herhangi bir sese ihtiyacın var
ResponderEliminarPor la traducción del turco leo que se necesita cualquier sonido. Así es, el silencio es bueno pero pocos ratos.
EliminarUn saludo
Ese silencio no era nada bueno, un secuestro, lo más horrible que te puede pasar, en un cubículo tan reducido, no lo quiero ni pensar, mejor el ruido de coches y niños que no ese silencio no querido. Me he puesto en la piel del protagonista.
ResponderEliminarUn abrazo
Estar secuestrado sin ventanas, ya es una situación extraña, pero cuando se sale de esa selva, el silencio es atronador
EliminarMuchas gracias. Un abrazo y por fin de semana bonito
Tiene que ser horroroso un secuestro y complicado superar sus secuelas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sin duda ha de ser aterrador. No saber dónde estás, intentar identificar los sonidos...Ha de ser muy traumático, seguro.
EliminarUn abrazo, Macondo
Ha sido un relato maravilloso como todo lo que escribes. Me ha encantado y me he adentrado en ese silencio. Me detengo y pienso en el mejor elogio para darte ese calor de seguir escribiendo cosas maravillosas como las haces casi a diario...
ResponderEliminarUn beso amiga
Muchas gracias. Estando secuestrado el oído es importante, intentando saber qué se acerca, qué hay cerca de ti. Imaginé que luego el silencio atronador te dejaba hecho un guiñapo. Ha de ser difícil recuperarse
EliminarUn abrazo grande, y por las letritas en hilera que generen sensaciones.
El silencio, tan diverso, tan curador y tan achuchillante a veces...
ResponderEliminarMuy buen relato.
Besos.
Es sanador, no nos engañemos, otra cosa es que a veces da miedo. La vida es eso, ratos de ruido y de silencio. Huir del mismo no creo que sea bueno.
EliminarUn abrazo y feliz finde
Es sólo una posible interpretación: más allá de lo hermosos que puedan ser los sonidos de la selva, hay algo agradable en la imposibilidad de acción, en la rendición que, creo, tiene que ver con el poder soltar, con el descanso de la inacción. No debiera ser tan difícil poder reconocer lo que sí nos gusta (y nos sirve) de las situaciones difíciles, incluso de las terribles. De absolutamente todo podemos encontrar el lado bueno y el lado malo.
ResponderEliminarTal vez tu personaje deba buscar un "trozo de selva" en su vida diaria.
Me encantó, mucho, el relato y también la imagen
Besos
Creo que das en el clavo. Esa mujer ha de encontrar su propia selva, domesticada, digamos, a su escala, pero un lugar mental donde alejarse del pavor del silencio.
EliminarMuchas gracias, Laura. Por un finde con sonidos armonioso y silencios sedantes
Puf!! Magnifico relato con un silencio aterrador, se me ponen los pelos de punta solo de imaginarme en una situación similar. Me ha gustado muchisimo, besos.
ResponderEliminarNo podemos saber qué tiempo estuvo secuestrada, pero imaginé que meses y meses, por lo que la claridad y luego el silencio hicieron mella en su liberación. Hay situaciones en las que se ha de construir una isla de silencio, para estar cuerdo, y otras en las que lo que hay que construir es un aturdimiento, llámese concentrase en algo manual o música a todo trapo
EliminarUn abrazo y gracias.
Una historia aterradora , el silencio se confunde con el miedo y la ausencia de los valiosisimos pequeñoa ruidos cotidianos que nos reconfortan. Sin duda otro silencio oscuro y temido . Un abrazo
ResponderEliminarEsta mujer confunde silencio con miedo, pero algo dentro de ella necesita del rudo y la compañía, pero también del silencio y la soledad
EliminarUn abrazo y por un fin de semana apacible, con ruido y silencio
Un relato lleno de matices, tras una experiencia así les secuelas quedan de por vida, el terror duerme al lado.
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte por la riqueza que desprendes, mi querida amiga.
Mil besitos con cariño y feliz noche ❤️
La selva amazónica es muy ruidosa, y me pareció aterradora. Pero quien sale de ella, como protagonista, de manera súbita, seguro que echa de menos alguna vez su vibrante sinfonía de vida
EliminarUn abrazo y feliz fin de esemana
No hay silencio más desgarrador que el que te da el miedo
ResponderEliminarRelato duro, beso
Temer al silencio, cuánta gente lo teme, y habla por hablar, sale de casa por estar cerca de paseantes de la calle...Pero es sanador, no me cabe duda
EliminarUn abrazo grande y feliz viernes, Ame.
Me estoy dando cuenta todos los silencios que existen y cada uno tiene su propia personalidad , es asombroso lo que para una persona el silencio puede ser su salvación para otras es un arma letal ..Me gusto mucho como lo enfocaste ...Un fuerte abrazo y muy feliz noche .
ResponderEliminarEs que el silencio no puede ser para siempre y para toda situación. Pero es realmente bueno, sanador, relajante, aunque claro, en las dosis justas
EliminarUn abrazo grande, Campirela
Miedo al silencio y agradecimiento, pavor a los ruidos y necesidad de ellos, tal y como lo cuentas ambos son necesarios y molestos. Puede que la virtud tan aclamada esté entre las palabras de tu relato. Abrazucos
ResponderEliminarHay demasiado ruido en nuestras vidas. Hoy en día, con los móviles, tenemos poco tiempo para el silencio, y nos perdemos la capacidad sanadora del mismo. Pero, claro, si es excesivo, necesitamos el sonido, los ruidos, para saber que estamos vivos
EliminarUn abrazo grande, Ester
Esta frase es magistral: "razonar, en algo líquido que mi cerebro con conseguía separar de un cuenco con vegetales"
ResponderEliminarPaz
Isaac
Veo que, en efecto, puse con en vez de no. Imagino que captaste lo correcto. Pensar estando inmerso en el ruido físico de la selva y el mental de estar secuestrado, ha de ser casi imposible.
EliminarUn abrazo, Isaac. Y siempre paz, y un algo de silencio con nosotros mismos
El silencio en esas circunstancias es aterrador. Un buen relato que leo en silencio sintiendo fría ansiedad..... Saludos y abrazo Albada amiga.
ResponderEliminarLa capacidad sanadora y buena del silencio, que es innegable, aquí se trasforma en pánico, por las circunstancias previas. La solución seguramente sea, como decíamos, una isla pequeña de ruido.
EliminarUn abrazo grande, Sandra y por un finde espectacular
Tiene que ser horrible estar privado de libertad y en manos de quienes ignoras qué harán contigo. Vivir recluido días, semanas, ya no digamos meses, deja, sin duda, una profunda huella, tanto en el cuerpo como en la mente.
ResponderEliminarEstupendo relato cargado de tensión y dolor.
Un abrazo.
Sin duda ha de ser aterrador. No saber qué quieren de ti, estar sin reloj ni referencias creo que es paar volverse loco.
EliminarGracias, Josep Mª. Me alegro te gustara. Feliz sábado con sonidos gratos
Tremendo tu relato. ¡como para no tenerle fobia al silencio! sobre todo a ese silencio que nos mantiene en vilo, esperando con angustia lo que puede suceder de un momento a otro. Se me eriza el vello solo con pensarlo.
ResponderEliminarBss.
Sin duda un trauma así da para no poder superar los miedos al silencio. Quería tratar los silencios sanadores y los que nos alteran.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Por unas fracciones de segundo me has hecho entrar en shock; ¿traslado de sensaciones?
ResponderEliminarEscribir en primera persona puede inducir a cierto traslado de sensaciones, si es el caso :-)
EliminarUn abrazo y buen finde
👏👏😍😘💙
ResponderEliminarPues gracias, Carmen. Un beso
Eliminar¡¡¡¡Ufff!!!
ResponderEliminarMenudo relato, Albada.
Unsilencio atronador. es curios...
Besossss
Si has sentido es silencio atronador es que tal vez conseguí expresar lo que quería.
EliminarUn abrazo y feliz finde, con melodías amables
El secuestro deja huellas de dolor, como en el caso de tu protagonista la falta de esos ruidos tan importantes en la vida del ser humano. Estar privado de la libertad debe ser de lo más monstruoso. Me gusto mucho la ambientación de tu relato.
ResponderEliminarAbrazo
Estar en un zulo ha de ser horrible, porque afinas el oído. En una selva además hay miles d ruidos que parecen amenazadores, así que me pareció el ambiente ideal para desear e silencio, o el sonido de lo cotidiano después.
EliminarUn abrazo, Yessy, y feliz finde
Tan malo es el ruido como el silencio aterrador de la protagonista del relato. Un silencio privado de libertad quE te envuelve en la soledad más tormentosa que existe.
ResponderEliminarMUY BIEN AMBIENTADO.
Son dos caras de una misma moneda. A mí es que me gusta el silencio, me encanta, pero seguramente es porque no lo asocio con nada amenazante, sino al contrario, me relaja siempre.
EliminarGracias. Por un sábado, ya de verano, gozoso
Los momentos de silencio son necesarios, para el cuerpo y para el alma. Pero cuando se instala el silencio del miedo que se ha sufrido, es imprescindible ponerle palabras para sanar de esa experiencia tremenda.
ResponderEliminar¡Muy bien contado, Albada!
Besos.
El rudo nos aturde el entendimiento, por eso es tan necesario el silencio, es verdad, pero hay ocasiones, en las que es el silencio lo que nos aturde
EliminarUn abrazo y por una entrada al verano grata y con bonitos sonidos
La protagonista necesitará tiempo para recuperarse de algo tan traumático como que ha vivido.
ResponderEliminarSaludos
Esto segura que necesitarían tiempo, ya lo creo. El silencio es bendición y a vez maldición, si se asocia a recordar vivencias traumáticas.
EliminarUn saludo y feliz tarde
¡Uf! un impactante relato que no deja indiferente a nadie...
ResponderEliminarAmi me gusta el silencio, pero no absoluto, aunque sea un breve trino de un pajarillo, el rumor de las hojas que muebe la brisa, de vez en cuando...
Un beso y buen finde.
El silencio de un desierto ha de ser abrumador. Imagino un escenario sin sonidos y me produce temor, pero sin embargo me gusta mucho el silencio, la sensación de estar con mis pensamientos o en estado de casi meditación.
EliminarUn abrazo, Mari Carmen, y gracias por tu lectura. Buen finde
Ha de ser de verdad muy traumático. El secuestro en sí lo ha de ser, pero con tanto sonidos selváticos que pueden confundirse con amenazas, seguro que no se olvida y cuesta recuperarse.
ResponderEliminarGracias, Evan. Un abrazo
...
ResponderEliminar;(
:O
Por favor, interpreta mi silencio.
jaja, imagino que habría que ver cómo va gestionado ruido y silencio en el tiempo, con esa tristeza de recordar. Creo que te ha gustado.
ResponderEliminarUn abrazo, Guillermo, y por el silencio sanador, expectante, de arrobamiento
Qué trauma lo del secuestro, no quiero ni imaginarlo, me ha encantado tu relato juevero.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Un trauma de narices, sin duda. Ser secuestrado es perder la libertad, y si ni sabes por qué, todo es confusión y ruido
EliminarUn beso grande, María
Cuando el silencio se enlaza al miedo y a los malos recuerdos debe ser muy difícil reencontrarse con la libertad de disfrutarlo en su magia. Buen aporte para este encuentro juevero. Un abrazo
ResponderEliminarEs que el silencio le hacer regresar a ese pánico de la selva y sus recuerdos.
EliminarMe alegro te gustara. Un fuerte abrazo
Dice un refrán que el silencio es mala consejera, pero en este caso el silencio fue narradora de los demonios que se arropan en la cama de nuestros temores.
ResponderEliminarEscribes fabulosamente...
Saludos desde el otro lado del Atlántico.
Los miedos se levantan con la noche, con el silencio, cuando vienen de nuestra mano. Me imagino que por ello hay tanta gente que odia estar sola y odia el silencio, tiñendo de cháchara los espacios y de emoticonos todos los rincones.
EliminarMuchas gracias, Alonso, acabo de entrar en tu blog y te digo lo mismo. Un abrazo desde este lado de otro mar.