Siguiendo la propuesta de Mag, la Trastienda del pecado, mi aportación es la siguiente.
El encuentro con mi pasado llegaba, puntual, por mucho que yo no quería. Mi abuela materna me dejaba en herencia una caja de galletas que yo husmeara siempre cuando iba a su casa. Me la hizo llegar una tía mía, casi mi segunda madre, y una semana después del entierro de mi adorada abuela, cuyo nombre heredé y con el que estoy muy satisfecha. No quise abrirla hasta que estuve sola en mi cuarto, con un helado de "capuchino" en un bol, entre mis rodillas, y apoyando la caja metálica en la mesita de noche.
Salió, en primera instancia, un grillo, como los que mi abuelo cazaba y guardaba bajo su boina. He sonreído, y he dejado que se escondiera en un rincón. A la noche ya veremos si me hace gracia su sonido, pero el recuerdo de mi abuelo ha sido tan grato, que igual le perdonaré. Al grillo, a mi abuelo nada podría perdonarle porque sólo me hizo reír con sus cuentos y sus maneras galantes y presumidas.
El recordatorio de mi comunión me
ha sorprendido, porque no lo recordaba. Y con él, ese aroma de arroz con leche
que sólo mi abuela cocinaba. Se ha expandido, anulando el aroma a café y
caramelo, sustituyendo a los sonidos de la calle, de la tele, y hasta de mis
latidos. Ese aroma ha llenado cada rincón de mi cuarto, y de mis manos, y de mi
escalera. Ha llegado a la calle, colándose por el hueco del ascensor, y ha
llegado a mi ventana, como llamando. He abierto de par en par, y con su levísimo
aroma de lavanda, mi abuela y ese olor, me han acariciado la cabeza, como
cuando yo, de niña, soñaba con monstruos futuros, y ella guardaba mis miedos y mis
risas en una lata de galletas.
felicitaciones para los que como vos pueden trabajar escribiendo lo que le piden
ResponderEliminarSugieren un tema, lo que facilita la inspiración, creo :-). Gracias.
EliminarUn lindo encuentro con tu pasado, con los aromas y las sensaciones felices de tu relación con tus abuelos, ha sido toda una delicia leerte. Besos
ResponderEliminarPodía, y quería, haber huido de mi pasado, buscando aspectos más literarios, pero me pareció que era más fácil meter el diente en esos recuerdos de mis abuelos .
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
Precioso y tierno…
ResponderEliminarCuántos recuerdos maravillosos nos dejan nuestros abuelos… Revivirlos, es tan dulce como tu relato…
Un placer leerte, querida amiga. Me ha encantado…
Abrazo grande, y muy feliz noche 💙
Salió muy dulce, porque en realidad los recuerdos lo son. Era una competencia desleal con el helado :-)
EliminarUn abrazo, y muchas gracias.
Qué bello texto en el que aún se conservan tus mejores recuerdos... como en esa mágica lata!
ResponderEliminar=)
Un abrazo
Ni cofres, ni arcones, los mejores recuerdos caben en cajas de galleta metálicas :-)
EliminarMe alegro que te gustara. Un abrazo
Abrir esa caja ha sido todo un paseo por sabores y aromas que tienen impregnado la niñez.
ResponderEliminarPrecioso!
Un abrazo :)
Me temo que los aromas están en el disco duro de los recuerdos, y dejé que salieran de paseo. Una experiencia estupenda. Que aconsejo :-)
EliminarUn abrazo
Boa tarde parabéns por escrever um texto maravilhoso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Luiz. Un abrazo
Eliminaresas cajas metálicas se pueden guardar y usar luego para guardar fotos y cartas. siempre tenemos un recuerdo especial de nuestras abuelas, aunque a veces no fueran perfectas y tuvieran sus manías.
ResponderEliminarabrazos!
Las abuelas son perfectas a su manera. La mía, sólo conocía ésta, es que tendría sus cosas, pero nunca nadie las encontró :-)
EliminarUn abrazo, Chema
Es asombroso como nuestros recuerdos casi en todos están nuestro abuelos. Que bonito es. Recuerdo esas cajas de lata donde se guardaban las galletas.Lindo tus recuerdos. Un abrazo y muy feliz noche.
ResponderEliminarEran míticas, para cartas o postales. Quise darle la forma de tamaño para los recuerdos gratos. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo
En realidad nuestros encuentros son siempre con nuestros pasados: plurales, contradictorios, efímeros, a veces persistentes...
ResponderEliminarSon en plural, no queda de otra. Aquí me aferré a los gratos, que gana por goleada, pero los hay poliédricos, ya lo creo.
EliminarY persistente...seguro. Un abrazo
Que hermoso relato, recuerdos frescos que hacen soñar nostálgica mente esas memorias del pasado que una sonrisa dibujan en tu rostro, una belleza.
ResponderEliminarUn abrazo y no dejes de cuidarte
Me alegro que te haya gustado, me quedé con los grillos y ese postre. Y con sólo eso sonreí.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
Fue un bonito hallazgo, el de tu protagonista, en esa caja de galletas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguro. Una caja insignificante, conteniendo lo mejor de una infancia.
EliminarUn abrazo
Muy emotiva rememoración de una época feliz.
ResponderEliminarUn beso.
El paraíso perdido, que guardamos en cajitas, en pañuelos, en cajones...
EliminarUn beso
Todo lugar es bueno para guardar tan entrañables recuerdos, hasta una lata de galletas que se vuelve mágica al ser abierta. Cálido relato.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Se vuelve magia del pasado, aromas de infancia, aromas de felicidad.
EliminarUn abrazo
Tierno encuentro con tu pasado. Hay recuerdos que nunca se irán. Lindo relato amiga, saludos y abrazo.
ResponderEliminarSí, tuve la enorme fortuna de una infancia libre, de una infancia muy feliz.
EliminarUn abrazo, y gracias
Una caja de galletas puede encerrar todo un mundo de recuerdos. En casa, cuando era pequeño, guardábamos las fotografías en una caja de galletas metálica. Claro que en aquella época no se hacían tantas fotografías como ahora, al menos en mi familia, y cabían perfectamente. Cuando faltaron mis padres, mis hermanas y yo nos las repartimos y cada vez que las contemplo (ahora están en un álbum como Dios manda) siento una gran nostalgia.
ResponderEliminarLo del grillo me ha hecho sonreír. El animalillo debía ser muy resistente y longevo, je,je.
Una muy bella historia familiar.
Un abrazo.
Eran cajas muy comunes, que iban atesorando fotos postales. Pues esa nostalgia es la que se atrapó al pensar en el arroz con leche, porque eran mi pasado, mi paraíso perdido.
EliminarUn abrazo, y feliz sábado.
No sabes como te envidio. Desgraciadamente no tuve la suerte de conocerlos. Es algo que me falta. Quizás por eso, pretendo estar presente en la vida de mis nietas. Naturalmente, sin atosigar.
ResponderEliminarBesos.
Son figuras importantes, en mi caso sólo tuve maternos, pero qué recuerdos más cálidos con ellos. Es genial que quieras estar con tus nietos.
EliminarUn abrazo
Qué bonita historia, y qué bien combinadas las sensaciones emocionales y las de los sentidos físicos. Un delicado ejercicio de estilo.
ResponderEliminarAbrazos y feliz fin de semana.
Creo que el olfato es la base, el hilo de sedal, que nos lleva al recuerdo. A pinos, a mar, a arroz con leche..
EliminarUn abrazo, y gracias
Que preciosidad de relato!!
ResponderEliminarCon los olores de la infancia danzando y fluyendo por toda tu casa e impregnando te de nuevo en ellos.
Genial lo de centrarse en el olfato, el más primitivo y profundo de los sentidos
Besosss amiga
Si, es el sentido más almacenado. Lo posemos recuperar cuando s erepite, y eso a mí me ha ido sensacional.
EliminarMuchas gracias, amigo. Un abrazo
Qué bonita manera de reencontrarte con el pasado.
ResponderEliminarCreo que llevas razón cuando los recordamos y sonreímos, vuelan y nos acarician.
Un placer leerte en este emotivo relato.
Beso
Si la sonrisa se impone en la cara, al recordar, es que llegas a ellos y te acarician de nuevo.
EliminarUn abrazo, y muchas gracias
Aquellas latas de galletas contenían emotivos tesoros.
ResponderEliminarBesos.
Ya lo creo, los pendientes desparejados, las fotos amarilleando y abarquillándose...son cajas de tesoros
EliminarUn beso
Este sí que es un reencuentro maravilloso, Albada, en toda su extensión, y con un crecimiento personal que inunda aquel recuerdo de niña. Sin duda, dos figuras importantes en la vida de la protagonista. Siguen latiendo con ella.
ResponderEliminarMuy hermoso, Albada, y una magnífica participación para la convocatoria de esta semana, por lo que te doy las gracias por ello.
Un beso enorme.
No me gusta andar con nostalgias, pero esta vez me atrapó, con los aromas, ya ves qué cosas. Me alegro que et haya gustado, porque sonreía todo el rato.
EliminarUn abrazo
Que belleza, me hiciste recordar a mis bisabuelos que tuve la fortuna de convivir con ellos muchísimos años, y bueno ahora tengo a mis abuelos completitos y soy bastante suertuda... un abrazo grande
ResponderEliminarEres una privilegiada, Susy. Yo sólo conocí a los maternos, y ya ves la de sonrisas dulce que me han traído.
EliminarUn abrazo
Qué bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que mi infancia fue muy bonita. Y eso lo levo ya encima.
EliminarUn abrazo, Macondo
Esos recuerdos tan tiernos permanecerán siempre en ti Albada.
ResponderEliminarBesos.
Sí, es evidente porque nada más evocarlos llegaron, como olas de calor y de sonrisas, de ese paraíso que es la infancia.
EliminarUn abrazo
Qué maravilla el recuerdo,el poder traer ahora con tu maravillosa manera de escribir este momento precioso e inolvidable. Y el traer a los abuelos, que son tan importantes en la infancia. Me ha parecido entrañable!
ResponderEliminarUn beso grande y admirado!
Vinieron, con los aromas, y luego con el grillo. Fue recordar esos ratos de infancia y libertad. Y de un cariño imposible de igualar.
EliminarUn abarcó, y muchas gracias.
Me encantan esa viejas latas metálicas donde guardábamos tantas cosas....
ResponderEliminarUn tierno y hermoso relato con esos olores impregnando nuestros recuerdos.
Un beso, Albada.
Veo que casi todos recordamos esa latas. Pequeñas cajas de tesoros, de recuerdo abrigados y protegidos en su interior.
EliminarUn abrazo, y muchas gracias, Carmela
Esta mañana me acordé de ti. No pude resistirme a comprar una lata imitando a las viejas latas de galletas :))
EliminarUn beso
Cuánto me alegra. Brindo por lo que cabe en esas latas, cosas pequeñas cargadas de buenas sensaciones.
EliminarUn abrazo grande.
Qué bonito y enternecedor relato, Albada. Me ha encantado porque sin querer me has transportado a mi infancia y a una caja de latón, la del cola-cao. Tenía motivos chinos y un montón de recuerdos. Gracias. Te felicito por tan bonita participación.
ResponderEliminarMil besitos para ti y feliz finde ♥
Era una cajá mítica, grande, perfecta para meter cosillas. Qué bien que me hayas acompañado, a tu infancia, como yo lo hice a la mía.
EliminarUn abrazo
La mejor herencia que podían dejarte, me encantan esas cajas llenas de pequeños tesoros, yo tengo una herencia de mi madrina. Besos.
ResponderEliminarMe dejaron lo mejor, es verdad, los recuerdos vividos. Me alegro que tu madrina te dejara su lata compartida.
EliminarUn abrazo
En casa de mi abuela había una caja parecida. Me has traído muchos recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué maravilla haber podido llevaros a vuestra propia infancia, me ha encantado.
EliminarUn abrazo
Un pasado para retener en la memoria, para volver a experimentar esas sensaciones
ResponderEliminarUn abrazo.
Con pocas cosas, sensaciones olfativas incluso, se recuperan los recuerdos más preciados. Más barato imposible :-)
EliminarUn abrazo
Tierno y emotivo reencuentro con pasado y abuelos. Hasta squí me llegó el aroma del arroz con leche.
ResponderEliminarBesos, Albada
Qué lujazo que te haya llegado, inundaría el mundo y lo transformaría, estoy segura.
EliminarUn abrazo
¡Hola! Acabo de descubrir tú blog y me quedo como seguidora. Espero verte por el mío.
ResponderEliminarUn gusto leerte. Me gustó mucho❤
¡Nos leemos!
Bienvenida. Ahora te visito.
EliminarPor los blogs amigos. Un abrazo
El arroz con leche de la abuela! me tocaste el corazón, me voy herido... Saludos!
ResponderEliminarVaya, otra abuela con esos aromas que impregnan la infancia, y el futuro :-)
EliminarUn abrazo
El pasado, la infancia, los abuelos y esos aromas de aquellos tiempos. Buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Son esos puntos cardinales donde acabamos por movernos luego.
EliminarUn abrazo, y feliz día
Emotivo relato de inolvidables recuerdos.
ResponderEliminarUmmm, huelo a arroz con leche!
Un abrazo.
No me extraña, el aroma sigue flotando, ahora por encima del barrio entero :-)
EliminarUn abrazo
Hay mi querida Albada, que hermosos
ResponderEliminarrecuerdos trajiste a mi memoria, de mi
abuelita, que preparaba todos mis gustos,
que mas eran dulces, que salados, que belleza
hasta volví a sentir ese calor tan especial
de ella,gracias amiga por tan lindas memorias.
Besitos dulces
Siby
Esas figuras inolvidables, que nos marcan, que nos mecen más allá de su muerte.
EliminarUn abrazo
Me encanta esa nostalgia de tu relato, que recurre de manera efectiva a las imágenes de la nostalgia, y las sensitivas como el olor a lavanda y las galletas, que se quedaron gratamente. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarMuchas gracias. La nostalgia se viste de arroz con leche y fragancias leves de una abuela que quedó por siempre en el corazón.
EliminarUn abrazo
ALBADA
ResponderEliminarUn gusto acompañar tu presentación, ese magnetismo atrapante que flota en cada una de tus letras, cautiva por su contenido, y no quise privarme del placer de saludar tu obra.
Un cariño grande para ti, gracias por visitar mi espacio.
LÚCAS
Lo expresas perfectamente, quedé cautiva del recuerdo, de una época que nos marca y nos guía como el paraíso al que regresar.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo, y por un feliz día para ti
Un nostálgico y hermoso escrito
ResponderEliminarpaz
Isaac
Muchas gracias. Un abrazo, Isaac
EliminarEn este caso, el pasado es verdaderamente maravilloso no veo razón alguna para huir de el. Bonito fin de semana. Un beso
ResponderEliminarA ese pasado me remito cuando el tiempo aprieta, cuando la realidad nos hace sentir contracturados.
EliminarUn abrazo
Un relato entrañable. Es curioso como los olores nos conducen a toda velocidad a los recuerdos de esos momentos. Ese olor a lavanda, a arroz con leche (ummmm)
ResponderEliminarEspero que ese grillo sí deje dormir.
Besos
Es curioso, pero ocurre, son casi como interruptores. Los aromas quedan en la mente.
EliminarEl grillo ficticio, anidará por ahí. Un abrazo
Magnifica entrada Albada.. Los recuerdos es nuestro mejor tesoro, aquello que heredamos de nuestros mayores.. Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias. Pis opino cómo tú, es el mayor tesoro, la herencia soñada. Lo de lso castillos mejor no :-)
EliminarUn abrazo.
Precioso relato, Albada. Conmovedor, tierno, soñador... Me encanta.
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Ay, pues me alegro mucho, Alis. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo
Encantador... Te deja con una miel dulce en los labios... Relatas muy bien todo lo que despierta en el alma de la protagonista una sencilla caja, un aroma... Nos atrapas con tan solo unos pocos detalles narrativos.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Un abrazo :)
Me alegra que, en la simpleza de una caja de galletas añeja, haya sabido expresar mis raíces.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
Maravilloso relato. Siempre nos dejas con ganas de más.
ResponderEliminarEnhorabuena
Un beso enorme
Muchas gracias, Ana.
EliminarUn abrazo
Qué bonita la caja que te dejó la abuela!!
ResponderEliminarSiempre en ellas hay ese detalle que nos recuerda todo lo que dieron e hicieron por nosotros.
Me parece precioso que el aroma,como polvo de estrellas ,se fugara por toda la casa,la ventana y el ambiente que le rodeaba
Los abuelos tienen la capacidad de permanecer siempre en nuestros adentros
Qué bellos son!!
Muy bueno el relato.Veo que sigues escribiendo precioso
Besucos
Gó
Eran cajas casi mágicas. En algunas permanecía el aroma a galleta durante muchos años, junto con las fotos sepia.
EliminarMe alegro que te haya gustado. Un abrazo, y por un hermoso día
Un viaje maravilloso preservado en una caja de galletas. Admirable relato Albada, me conmovió mucho.
ResponderEliminarBesos.
Los viajes al pasado, siempre que nos hagan sonreír, son buenos. Me alegra que te gustara.
EliminarUn abrazo
Bonitos recuerdos, los olores son tan evocadores y difíciles de olvidar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Son realimente indelebles. Los volvemos a oler y vuelven los recuerdos.
EliminarUn abrazo
Un vivaz relato como son los tuyos.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn abrazo
yo guardo mis recuerdos en una lata de duraznos
ResponderEliminarBuen lugar, sin duda :-)
EliminarPerdí a mi abuela maternal cuando tenía diez años, y guardo bellos recuerdos, como cuando nos bailaba la jota manchega, jaja, que graciosa era.Buena propuesta y participación.
ResponderEliminarUn abrazo amiga.
Perderla la perdí a los ocho años, pero suficiente edad para poder traerla a mi vera con toda la sirga de recuerdos gratos y aromáticos.
EliminarMe alegra que te gustara, y si te ha traído recuerdos, mejor que mejor. Un abrazo
Ahhh! Qué delicia viajar contigo hasta tu infancia.
ResponderEliminar¿Sabes? A una de mis abuelas también la tengo ligada en mi memoria con una lata de galletas.
Bellísimos recuerdos.
Si es que las latas de galletas era un clásico. Recipiente rectangular, que abrigaba recuerdos :-)
EliminarUn abrazo