Si ya me lo
dijo mi madre, vaya ganas de hacer taxista si ni tienes taxi ni tienes carnet,
ni te gusta la gente. A ver, que carnet tengo, el de conducir normal, y tengo coche,
un Peugeot pequeño, y eso de que no me gusta la gente lo dice ella. Lo dice
ella porque la esquivo lo que puedo. Su verborrea me aburre, pero es una madre
estupenda, todo sea dicho
El tema vino
de que no podemos salir del perímetro de la ciudad los fines de semana. Yo no
tengo culpa de querer salir por ver la playa, en un municipio colindante. Como
no puedo, me subo al coche y doy vueltas por mi ciudad. Eso desde hace tres findes.
El domingo último me pegué con esparadrapo un cartón, en el que había dibujado “Taxi”,
era claramente una broma. No pensé que nadie me hiciera el gesto de parar. Pero
así fue. Una mujerc on maleta de cabina me paró. Hombre, que por qué me paré,
no sabría decirlo, me recordó a una amiga que murió hace unos años, y me entró
una pena que me obligó a ayudarla. Encantadora, de buena conversación, la llevé
donde me dijo. Paradas ya ante un portal, me dejó su teléfono, y yo el mío,
pero quería pagarme y yo no quería cobrarle, qué sentido tenía, ¿verdad?, pues
erre que erre, que claro que me pagada la carrera. Pero qué carrera, si yo estaba
paseando, le dije.
Ahora somos
amigas. Me ha llamado mi madre, como cada día, y me ha preguntado si me atreví
a poner el cartón del taxi en mi coche. Claro, le he dicho, y he conocido a una
mujer estupenda, ¿ves como no soy asocial, como tú dices?, le deje claro. Lo que
no le he dicho es que me paró la policía municipal, y que tengo una denuncia
por intrusismo, otra por documentación ausente, otra por robo por engaño, y que me han retirado el carnet por tres años. Pero he hecho de taxista, aunque no
viera el mar
ES FICCIÓN
Palabras 343