domingo, 28 de febrero de 2021

Materia gris

 


Habría sido insufrible ver a ese pedazo de cachas haciéndole el boca a boca. Cuando le dejé, esmirriado, con cierta cojera, brazos demasiado largos y un caminar despistado, no creí que fuera verdad que se apuntara al gimnasio. 

Cuando mi marido parecía ahogarse, nunca aprendió a nadar, me contaron que un cachas de la playa le trajo a tierra, y que finalmente le salvó la vida. Cuando le he visto en el hospital, me he alegrado de haber cortado con su salvador en su momento, porque lo que ahora le sobra de musculo, le falta de materia gris-

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viernes, 26 de febrero de 2021

Un libro interesante, de Laura

 


Quienes conocemos a Laura, de Todo lo que no te dije, podíamos esperar este poemario, con reflexiones y dibujos muy buenos, que tengo el gusto de acabar de leer.

Algunos son poemas son mínimos, tres verbos, y otros son de mayor carga de profundidad, pero sí, son esos versos o frases que no dijimos, o sí, en unos diálogos que  a veces nos parecen tan surrealistas como la misma realidad. Hay uno, de ocho verbos " No voy  a llorar", en una repetición de la misma frase por ocho versos, para acabar diciendo...y no lloré. sólo un poco. Qué ternura me ha provocado.

El poemario, parte, y sigue, de un relación tempestuosa, por lo que se percibe, con momentos de amor álgido que  es capaz de rasgar el mundo y la noche más oscura, y le hace brillar cual luciérnaga, y otros con depresiones como simas insondables de derrota, de tristeza, de incomprensión. Pero en todos hay vísceras se esta mujer luchadora,  Desnudar el alma, desnudarse de verdad, plasmar los versos que salen, así, sin cortapisas, es un lujazo que nunca me daré, pero chapeau para quien tiene la valentía de saber que tal vez esa persona a quien van dedicados muchos de los poemas puede leerle. O tal vez es el objetivo, en ese hablar con ella misma, en un espejo sin fisuras, en un anhelo sin medida de comprender, de poner orden en los pensamientos, y lo que es más difícil, en el corazón.

En la contraportada un poquito de ello sí nos dice. Recomendable, visceral, sincero, sin pudor. Un libro valiente.

Para comprarlo, en Este link 


Ahora no puedo comentarle. No consigo saber cómo otros blogueros escriben en los segundos que tarda en salir el anuncio de El país, yo soy incapaz. La aprecio un montón, y espero que ella lo haya notado. Por ti, Laura, brindo por ti. 

miércoles, 24 de febrero de 2021

Poema de quien soy, en jueves

 


La propuesta de  Dorotea, en sus Lazos y raíces, para este jueves, es de las que más me ha inquietado. No por la poesía, porque los octosílabos me son muy fieles, sino por desnudarse. Mi aportación es la que sigue


Nací un día de marzo

como una promesa viva

Me crié en la naturaleza

con velos de las monjas,

Semanas Santas y ayunos,

y esas Flores a María.

 

Cuando descubrí, más tarde,

que echarse a llorar no sirve,

me disfracé de elefante

con colores de alegría. 

Aprendí a poner tiritas.

En rodilla infantiles.


Y en corazones dormidos,

en almas desvencijadas, 

y en caracolas perdidas.

En lecturas inquietantes.

En locuras mal urdidas,

o en negros pozos sin vida.

 

Los hijos se hicieron grandes

como en reloj averiado.

En su suspiro sin aire,

en un dormir de un instante.

Y ahora , con alas libres,

despegan hacia la vida.


Hoy día dibujo sueños,

de agua, sin monstruos tristes,

con pececillos que nadan

alegres, para lucirse.

Y con caricias de vainilla

ante un mar con arrecifes.

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domingo, 21 de febrero de 2021

La importancia de estar vivo

 


Nos creemos un grano de arena,

una pieza de engranaje inane.

pero igual para alguien somos:

la alegría de vernos,

la fuerza en su flaqueza,

esa mano en su mano.

La persona que escucha

quien le alienta,

con ese abrazo de oso,

con ese piropo encendido,

con la promesa

de un por siempre,

a sabiendas de que

nada dura toda la eternidad.

Ni siquiera la vida, la nuestra,

y un día,

sin previo aviso,

desde un hospital cualquiera

llamarán por el amigo,

o por ese familiar,

y el pánico a perdernos

abrirá  las compuertas

de recuerdos y besos,

de versos e instantes

donde, 

como en un juego imposible,

fuimos lo mejor, para alguien.

Imagen de Aguirrefotox



miércoles, 17 de febrero de 2021

Disfrazados sin carnaval, en jueves

 


Siguiendo la propuesta de Lucía, en Hilando palabras , mi aportación es esta:

Siendo imposible acudir a comparsa alguna, me atreví a ponerme el disfraz diseñado para este año, de coral. Rojo y festoneado con algunas algas marinas, así como oquedades para pececillos payaso. Me confundieron con arbusto, con esponja, con árbol chino y con el título de un cuadro, pero seguí mi camino sin hacer caso de nadie, porque buscaba a alguien vestido de pez.

Llegué al paseo marítimo y un muchacho rubio vestido de Principito me guió hasta el mar. Siempre supe nadar, y mi instinto era permanecer nadando, o flotando, pero me centré en bajar hasta el fondo de la ensenada. Una sirena de cola azulada y brillante, con los cabellos alborotados, se sentó a mi lado, y me explicó historias de un pasado suyo, con juegos de zapatos en los anzuelos de los pescadores. Paseamos por dentro de un neumático olvidado, e hicimos como que montábamos en bici, sobre una oxidada pero intacta, que alguien dejó tras de sí quién sabe por qué razón. Ella pedaleaba con las manos, y era bonito de ver. Cuando dijo tener que irse a casa, me quedé ‘jugando con latas de cerveza que algunos cangrejos intentaban usar de caparazón, y cuando llegaste tú, pececillo de amarillos y negros en tu lomo, te miré a los ojos. Eras tú, Luis, lo supe al instante. Nunca podría olvidar esa mirada. Tú no me reconociste, y qué mal me sentó, porque cuando en los carnavales de hace dos años, nos juramos reencontrarnos en algún pliegue del destino, creí que tu vestido era un disfraz, como el mío.

Ya me pareció extraña tu forma de hablar aquella vez, con burbujitas aladas, y ese bailar con tan poca gracia, como fuera de tu medio. Cuando te besé esta vez, sin mascarilla, tal vez algo de tu memoria se activó, pero me seguiste mirando como un pez estúpido y me despedí de ti, y de nuestro juramento. 

Cuando he regresado a casa, tras quitarme el disfraz, me he puesto a escribir sobre la noche sin luna de un febrero marino donde, como niños, nos atrevimos a ser quien siempre quisimos ser. Tú pez sin agua, y yo sirena sin mar.

 Palabras: 352

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domingo, 14 de febrero de 2021

Amaneciendo

 

Imagen de Marta, Nittxa__mg




Me he sentado

nuevamente,

sobre unas sábanas  blancas,

de papiro en ciernes.

Me relajo en los suspiros

de ese aire en los pulmones

que aún retengo,

y revivo la cadencia de mis labios

por la superficie de las palabras,

como nacidas en mi sueño.


 Recojo hasta las migajas

 de esas palabras viajeras,  

que me alientan a seguir,

con sumo cuidado,

por no romper el momento

de la mágica mañana.

 

La ilusión de que la lluvia

de fonemas, se convierta en canto

de rocío recreado,

partiendo de la nada,

me sigue pareciendo

un arte de reconquista innata. 


Como un fruto maduro,

aun sin pasado,

los versos se tejen,

con el albor de la voz en tinta china.

Ilusiones nuevas,

desnudas, sin moratones,

cargando las baterías,

con sabor a la alegría 

de saber que, en los rincones,

se alimentan los sabores

de la poesía recién tejida.

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jueves, 11 de febrero de 2021

Un paraíso extraño, en jueves



Siguiendo la iniciativa de  Títulos con puzle, de Mónica, mi aportación es la que sigue

Había soñado con un paraíso, pensando siempre en Cancún o alguna remota playa relajada. Cuando se despertó aquel día, el silencio le produjo una sensación de vacío. Miró el reloj y confirmó que pasaban minutos de las diez, asombrándose de tal hora, pues acostumbraba a despertar con la salida del sol. Lo extraño es que parecía haber pasado un año desde que se durmiera. Mucho sueño para un adulto, pensó sonriendo. Recordaba vagamente su ingreso en la UCI a finales del dos mil veinte, y su ordenador decía estar en el año dos mil veintidós, pero podía ser un error de su aparato, tanto tiempo sin encenderse.

Le estorbaba la colcha, y el pijama. Miró el termómetro del comedor, veintidós grados. “Genial, se dijo, temperatura primaveral”. Salió a la calle, y encontrándola desierta, se felicitó por tal descubrimiento. Nadie, lo que se dice nadie, salvo un grupo de loritos verdes que se contaban sus cosas. En el bar, vacío, desayunó un café hecho por ella misma. En el supermercado tampoco había ni un alma, ni comprando, ni cobrando, así que llenó su carrito de comestibles y regresó a su casa. Ese silencio le permitió concentrase en el noveno capítulo de su novela, uno de los más complejos ya que ese protagonista con un pasado rocambolesco le estaba costando de dar forma. En la tarde miró su móvil, silencio, ni un wasap, y se dijo, “si no hay noticias, son buenas noticias”.

Antes de dormir miró la tele, el noticiario hablaba de los últimos datos de la pandemia, con unas cifras ridículas. El locutor, claramente enfermo, comentaba unas imágenes de Tokio, de París y de Nueva York con calles desiertas. De hecho, como habían muertos tantos habitantes, según parecía, aceptó ser los pocos supervivientes y sintió estar en un paraíso, extraño, eso sí. Sin distracción alguna para su novela, la acabó en pocas semanas, tal grado de tranquilidad había a su alrededor, pero le costó encontrar una editorial operativa. Les había gustado mucho, pero hicieron una tirada de doscientos ejemplares, alegando que no quedaban apenas lectores ni medios para hacerles llegar el libro.

Aburrida, a los dos meses de paraíso, llegó a la conclusión más lógica y más amarga. “Si hubiera escrito la novela cuando la pensé, se dijo, a estas alturas me habrían dado el Nobel. No debí posponer una y mil veces ponerme con ella”.

Palabras 387

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lunes, 8 de febrero de 2021

Insufrible



Su marido era insufrible; según comentaba Lucía, en su trabajo, y cuando la ocasión lo propiciaba. Lo ratificaba cada vez que seguía encontrando un champú abierto, un vaso desalineado en los estantes, el brazo de grifo salido de la perpendicular de reposo. De hecho, lo recordaba en muchos otros detalles de la vida cotidiana.

Cuando se divorció leyó,  en Facebook, lo que Matías decía de ella. Resumía en un lacónico “suerte que dejo atrás a la obsesiva compulsiva. Era insufrible".


jueves, 4 de febrero de 2021

Encuentro inolvidable, en jueves



Siguiendo la propuesta de Mag, en su trastienda de pecado, mi aportación es la que sigue.

No estaba preparada, lo confieso. Perderme por un bosque no era mi intención. Llegó la noche, y, como pude, sin cobertura de telefonía, ni equipo, me refugié en una pequeña oquedad, una cueva diminuta, donde intenté sortear el frío de la noche.

Los sonidos del bosque de todos los seres vivos que lo habitan, y ese viento que se levantó de la nada, me tuvieron en vilo. Me pareció escuchar cascos de caballo, pero era poco probable que fuera eso. Al rato, una mano se posó en la roca, y una cabeza de hombre apareció en la entrada de la cueva.

No temas. Me dijo, ¿Qué haces aquí?  

Me he perdido. Espero que llegue el día para orientarme

Bien, te ayudaré, si me permites tu compañía hasta que amanezca

Acepté, ya que lo de dormir era una vana ilusión. Su aspecto me pareció amable, pero cuando le invité a entrar me dijo que no cabía, que saliera yo afuera, y ya sentados, charlaríamos.

El susto fue morrocotudo. No esperaba que su cuerpo fuera equino, ni la potencia de su musculatura, pero me senté bajo un árbol y le escuché. Sus anécdotas eran con ninfas de los bosques, y sobre las fiestas que a veces organizaban, para soportar la soledad, me dijo.

El día se acercaba, los rayos de sol, tímidos, se iban acercando, creando una fantasmagórica luz. Le di las gracias por su amable compañía, y mientras esperaba que me indicase qué camino tomar hacia el pueblo, sus brazos me aprisionaron. Desde entonces vivo recluida en una cueva mucho mayor a la de aquella noche, atada. Como es un buen cazador no me falta comida, pero estoy desesperada. Es un buen conversador, pero tengo miedo.

Sí encuentra esta carta, acuda a la policía.

 Imagen de Teseo y el centauro de aquí

 Palabras :285

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