Sumándome a la propuesta de Mónica, en su blog Neogéminis, sobre el "Sind. de la Cabaña", mi aportación es la siguiente
Me reclutaron para un ensayo
clínico. Yo, cándida paloma, me dije que, por una vez, bien valía colaborar con
la ciencia o la farmacopea. Experimentaban con un fármaco para ser feliz. No sé si comprendí
mal el objeto del estudio, o me lo explicaron de manera fragmentada, pero
llegada la primera noche, en mi casa, me vi con un bloc para valorar las
sensaciones que debía notar con el fármaco, según yo entendí. Me tomé la primera pastilla, naranja. Genial,
me dije, un color alegre.
Imagino que me dormí
profundamente y me trasladaron sin dificultad, porque desperté en un cuarto sin
ventanas, con una gran pantalla en una pared, un camastro, y, en un rincón, un
aseo diminuto. Cada día me han traído la comida, dejándola en una obertura, junto
con una pastilla naranja, nuevamente, como la Mirinda. Las imágenes de la pantalla eran paradisíacas. Antes de dormir he descrito
las sensaciones provocadas. La mayor ha sido de rabia, porque me he sentido
engañada, manipulada, y lo que es peor, encerrada, como un ratoncillo de
laboratorio, recordándome ante el espejo a una mujer que un día fui yo.
Dicen que maté a quien me abrió la puerta. Dicen que estuve sólo tres días, aunque anoté como de siete días. Dicen que usé el boli como estilete en su yugular. Dicen que aquel ensayo se tuvo que terminar de manera accidentada, porque los efectos secundarios no compensaban a los beneficios. El médico forense me ha derivado a la unidad de psiquiatría de la prisión. Me tienen en aislamiento porque no me haga daño ni lo haga a los demás, según me explican. El cuarto es frío y sin ventanas, con un catre. Tiene una taza de wáter con un lavamanos diminuto encima. No me dan pastillas. De alguna manera, clavando el bolígrafo, fui feliz, pero no lo reconoceré jamás.
Palabras 297
Pues muy certero relato. Pena que deba ser corto, porque el tema, tal como lo planteas, podría llevar a detalles suculentos que nos trasladen algo más al mundo interior del personajes. Pero me conformo, porque me has hecho pensar y acaso en algún momento te copio la idea que, por otra parte, no debe ser propiedad de nadie.
ResponderEliminarMás larguito será posible, porque en esos tres días su mente estaba en un estado de confusión tremendo, según lo imaginé, claro. Por supuesto, coge la idea, que ni es mía ni es nueva.
EliminarUn abrazo
Ufff¡, me ha impactado.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro, la verdad . Un abrazo, Amapola
EliminarUn relato que me recuera a Orwell o a Huxley,muy original y actual,que bien podrían ser las pruebas a las que nos someten con vacunas que no sólo son los efectos que pueden producir hoy,ya veremos los que producirán dentro de algunos años.Somos conejillos de indias en manos de desaprensivos gobernantes, farmaceúticas que se enriquecen y riquezas que gobiernan en la sombra.
ResponderEliminarAbrazos Albada.
No quise ver ningún parecido con vacunas, la verdad, era un fármaco nuevo, con expectativas muy enrarecidas. Si han de liberar la patentes de esa vacunas contra el Covid, el dinero ya lo han hecho, eso sí. Muchas incógnitas aún.
EliminarUn abrazo
¡Vaya con el ensayo clínico! Le está bien empleado por "apuntarse" a la felicidad, dependiendo de un fármaco aun incipiente.
ResponderEliminar¡Con los motivos que nos da la vida, para ser felices, sin atajos!
Besos.
Esa cándida paloma pagó carísima la curiosidad, o el ansia de ser feliz, peor puede pasar ¿eh?. Luego descubren que era sacarina, le habái tocado el placebo
EliminarUn abrazo
menos mal que la pastilla era naranja, llega a ser negra...!
ResponderEliminarComo los frasquitos de Alicia, era un experimentar :-)
EliminarUn abrazo
Que bueno es un relato estremecedor y que muy verosímil en los tiempos que corren. Las pastillas de la felicidad no fueron muy efectivas!!Un fuerte abrazo
ResponderEliminarNo pueden serlo, es imposible. Y había la generación Prozac, si recuerdas
EliminarUn abrazo
Suscribo todo lo que dice José Luis y por otro lado decirte Albada que me ha impactado tal como lo has narrado. Felicidades, amiga !!!
ResponderEliminarAbrazos y feliz día.
Bueno, pues me alegro que te haya gustado. Es un planteamiento sencillo, que tal vez alargue para futuras ocasiones.
EliminarUn abrazo
Un buen relato que da para mucho amiga Alba.
ResponderEliminarLos pelos se me han puesto como escarpias.
Hoy día la realidad puede en algunos casos superar a la ficción.
Un abrazo y buen resto de semana.
Bueno, un poco para reflexionar sí que salió. No puede haber pastillas para ser feliz. Y existe quien no quiere ser feliz. El Prozac se vendió para evitar la depre, que no depresión, (que sí requiere tratamiento), y en parte vemos un hándicap en todo. Nos deprimimos, de depre, con facilidad, y es frustración sin más
EliminarUn abrazo
Albada, muy bueno el relato, da para pensar las mil maneras que hay para manipular a la gente, medicación, crear expectativas, jugar con la frustración.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro, y mira que hay el doble ciego, es decir, ni quien da las pastillas sabe si da fármaco o placebo, y hay quien se cura con placebo, por ejemplo. la mente es maravillosamente compleja
EliminarUn abrazo
Tienes una gran facilidad para escribir relatos cortos. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Un tema, cualquiera, da para un relato breve. No te quepa duda
EliminarUn abrazo, y gracias
Fijo que el boli, era "bic naranja", jajajaa
ResponderEliminarEn la antepenúltima fila "aislamiento" se ha disfrazado de "asilamiento".
Besos.
Gracias, Toro :-), el boli era bic naranja, con certeza. Si no que me miren la cicatriz del cuello :-)
EliminarUn beso
jaja, nos venden tantas cosas para ser felices, en teoría, que luego nos vemos con un bañador lindo pero que no es nuestro estilo la caja de una tienda, y tal vez lo compramos, pero no nos hará feliz
ResponderEliminarUn abrazo
Impactante, te hace reflexionar sobre la situación actual.
ResponderEliminarHay palabras bastante devaluadas, y una de ellas es "felicidad"
Abrazo
Es que la felicidad es algo que ni se sabe si existe, pero si es así, depende de uno mismo.
EliminarUn abrazo, y gracias
Si ese género es cierto que existe, bien puede acodarse en el relato negro, desde esa postura de un Poe o un Lovercraft. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarInquietante tal vez, y de novela negra no sé, porque mata tal vez por supervivencia mental.
EliminarUn abrazo
Pobres los de Bic, ahora que están de aniversario ;)
ResponderEliminarUn beso.
Armas de destrucción masiva :-)
EliminarUn beso
Hola Albada.. El relato que nos has contado, es casi un guion de Hollywood. Te hace falta el actor apropiado que le dé ese encanto desgarrador. Yo propondría a Anthony Hopkins, o si es mujer a Frances McDormand.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me parecen actores excelentes. Hopkins es mi actor favorito de hecho.
EliminarUna brazo, Llorenç
Moraleja, no hay que creer en todo lo que nos dicen por muy bonito que parezca. La felicidad no está en los fármacos.
ResponderEliminarUn beso dulce.
No, mejor fiarse poquito, pero pro supuesto, en los fármacos no puede estar la felicidad.
EliminarUn abrazo, Dulce
Madre mía! menudo subidón le dió la pastillita... Ese síndrome de la cabaña es de lo más sutil instalado en el cerebro.
ResponderEliminarBss
La sensación puede no corresponderse con la realidad de hecho, la mente, así de juguetona.
EliminarUn abrazo, y feliz día
Tremendo relato,de desbordante imaginación,y que como han dicho recuerdan a los relatos de Aldous Huxley.
ResponderEliminarUn gran gran cuento! Excelente como siempre tu narrativa!
Beso enorme.
Un relato casi posible, si bien lo de cargarse al que le abre la puerta es un poco extremista.
EliminarGracias, Luna. Un abrazo
Injusto el traslado.
ResponderEliminarFue un efecto de la medicación, que parece que no fue lo esperado.
Bien contado.
Un abrazo.
Pudiera ser que todo fuera una alucinación, si bien la muerte es real. A saber la mente lo que puede crear, ¿no?
EliminarUn abrazo
\m/ Poetisa \m/
ResponderEliminarGracias, Chante. Un abrazo
EliminarLe quitan a uno las ganas de colaborar.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo.
A otro estudio ella no se apunta, seguro.
EliminarUn abrazo
Boa tarde Alba, acho que todos estamos ultimamente como essa imagem que você colocou. Espero que esses dias acabem logo.
ResponderEliminarEstar encerrado es muy difícil, y la mente lo acepta muy mal.
EliminarUn abrazo, Luiz
nunca me fiaría de un fármaco para la felicidad. todavía si fuera para hacer más soportable la tristeza, pues vale. pero la felicidad, mejor buscarla haciendo cosas que nos gusten. los efectos secundarios de una pastilla así pueden ser peligrosos, y en tu relato lo ilustras a la perfección.
ResponderEliminarabrazos!
Es que es imposible, si bien el Prozac, no sé si lo recuerdas, se vendía como para no estar triste o depre.
EliminarUn abrazo, Chema
Estupendo Albada! Primer relato abriendo la lista de participantes jueveros y nos dejas con gusto a poco. Muchas gracias por sumarte 😉
ResponderEliminarMejor que quede ese gusto de quiero más que el exceso, ¿no?. :-)
EliminarUn abrazo, y gracias.
Acabaremos todos así, sin que hayamos pasado por ningún ensayo médico.
ResponderEliminarIgual acabamos como una regaderas, sin experimentación farmacéutica.
EliminarUn abrazo, Tracy
Al ir leyéndolo me he recordado,como dicen otros amigos,del tiempo presente.Luego ya evolucionado el relato,me ha parecido muy bien tratado y con una dosis de fantasía,real,sí,de pura realidad.Quién compra la felicidad?Una pastilla te la da?Pues hay quien hace lo posible para que nos lo creamos.
ResponderEliminarMuy bueno tu escrito.Tienes facilidad para ello .
Besucos y felicdades!!
Gó
Querer comprar la felicidad de hecho lo hacemos todos, compramos, viajes, coches etc en busca de esa satisfacción, a sabiendas de que no está ahí .
EliminarUn abrazo, y a por este día
Gracias, Arthur, ahora voy a tu blog.
ResponderEliminarUn abrazo
Fantástico relato, hay que tener cuidado con los efectos secundarios.......... Saludos ya brazo Albada.
ResponderEliminarMucho cuidado, porque pueden ser devastadores :-)
EliminarUn abrazo, Sandra
He sentido pánico leyendo tu relato! ¿Será posible que estas cosas puedan pasar realmente? Has abierto la caja de los truenos... ;-)
ResponderEliminarBss.
Creo que la mente es muy poderosa, y si ella creía que le daban medicación, y no placebo, a saber qué pudo fabricar su mente.
EliminarUn abrazo
Dede luego podría decirse que fue mucho pero el remedio que la enfermedad. Lo malo es que antes de participar en un ensayo clínico tienes que firmar un consentimiento informado, con lo que quienes lo monitorizan están exentos de responsabilidad. Esto sí fue utilizar al "paciente" como conejillo de indias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fue peor, tal vez porque ella ya era feliz, ojo, que eso no lo sabemos. Se firma, claro, y así se exime de responsabilidad a la Farmacéutica. Se paga, habitualmente, hasta donde yo sé, pero mi hijo justo ahora participa en un nuevo fármaco para dislipemia genética y no le pagan ¿eh?
EliminarUn abrazo
Y todo eso solo con la pastillita de color alegre "Naranja"
ResponderEliminary digo yo ¿Qué habría pasado si te tomas la pastilla roja o azul?
muy bueno , tú también tienes un brote macabro, que bonita manera de castigar
tus personajes , recuerda que algún día estos se vengaran de ti , jajajajaja.
besos de flor.
Capaz, un día se me cuelan en los sueños mis personajes, y me dejan hecha unos zorros :-)
EliminarUn abrazo, Flor
Con razón siempre he sido y continúo siendo reacia a ese tipo de colaboración.
ResponderEliminarLo lamento mucho por los investigadores, que sin los conejillos de indias, estarían desde hace muchísimo tiempo apuntados a las listas del paro.
La Mirinda, la bebida que ya por mi época juvenil formaba parte del picnic o encuentros de la pandilla...
¿Sería la Mirinda la culpable de que entre los de la pandilla, en ocasiones salieran a relucir dobles personalidades?
Fuera de bromas, Albada el relato te ha quedado bordado...Bravo.
Un abrazo y más besos...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarCualquier pócima tiene efectos secundarios, el ansia de la felicidad trajo sorpresa. Cualquiera puede ser voluntario y hacer de conejo de indias pero en tu relato tiene un precio muy alto.
ResponderEliminarComo siempre te doy el premio a la originalidad.
El precio puede ser nulo, pero aquí le salió fatal.
EliminarMuchas gracias, y un abrazo grande
Es que estos laboratorios que ensayan con uno son muy irresponsables, nunca pierden, le hacen firmar a uno clausulas y clausulas. Lo que hicieron aqui con quien cuenta la historia es una cosa terrible.
ResponderEliminarEs pues un relato muy intrigante que nos hace reflexionar
En algún momento han de probar sus fármacos en humanos, eso es comprensible, pero a veces es un precio alto para el conejillo de indias.
EliminarMe alegra que te gustase. Un abrazo
seguro que las pastillas naranjs no estan a la venta para ciudadanos normales. Lastima, se las podiamos dar a quienes frecuentaran a los politicos.
ResponderEliminarbesosss amiga
jaja, pues menos de color naranjas y más azules, que igual se tomaban algunos. :-)
EliminarUn abrazo, amigo
Un escrito increíble además de muy bien escrito... Te felicito
ResponderEliminarPaz
Isaac
Podría ser creíble, no creas :-). Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Isaac
Una historia casi de ciencia ficción. Me recuerda aquel libro, creo que de Orson Wells, "En el año 1984", creo que se titula.
ResponderEliminarMe has dejado impresionada por tu imaginación y por el tema, ahora que se esta experimentando con todo el mundo, la vacunación masiva y casi obligatoria.
Te felicito.
Un abrazo
Sí, parece ficción, pero no es tan extraño, porque la mente es muy poderosa. Así se explican algunos efectos secundarios, aunque este tan llamativo, por supuesto, no sería posible, creo.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
¡Ay qué sorpresa!
ResponderEliminarUn relato que me ha sorprendido y dejado pensando sobre un animal agazapado deseando saltar...
Muy bueno!
Abrazo
Pues esa imagen de animal acorralado, y agazapado a la espera, es lo que me llevó a que matara a quien le abría la puerta.
EliminarGracias. Un abrazo, y feliz tarde
ES lo que tienen las pastillas con sabor y color Mirinda...
ResponderEliminarBesines utópicos.-
Claro, es que ni de Fanta, eran de color Mirinda :-). Un abrazo
Eliminarcáspita, repámpanos eso si que son efectos secundarios y terciarios. bueno al menos los hombres en la antigua mili íbamos informados que en ella, voluntario ni para comer.
ResponderEliminarPor cierto que bocadillos te gustan para llevarte a la cárcel
Un abrazo
jaja, pues ni voluntarios, ni a la fuerza, hay experimentos que mejor no llevarlos a cabo. Para cuando vaya a la cárcel, un bocata con lima (de limar), y jamón :-), por favor
EliminarUn abrazo
Un buen e impactante relato el que nos dejas. No siempre es bueno participar en nuevas experiencias. Un abrazo.
ResponderEliminarNo siempre lo nuevo, ni las nuevas experiencias, nos aportan mejoras, eso es verdad. Pero es que lo de la felicidad como que buscarla en una pastilla es absurdo.
EliminarUn abrazo, Chelo
Y es que los ensayos son ensayos, pueden ir bien o mal y en este caso muy bien no ha ido. Me encanta ese toque surrealista. Besos.
ResponderEliminarEn este caso, no fue bien. Pero hay que investigar siempre.
EliminarUn abrazo, y gracias
Uau! Que bela postagem.
ResponderEliminarOnde se aluga essa casinha,
onde?
Um beijo, minha amiga e
bom fim de semana.
Esa imagen es de neogéminis, y me encantó, la verdad, como una burbuja.
EliminarUn abrazo
Parece que esas pastillas naranjas fueron un experimento nefasto. Una estafa que se convirtió en una cárcel contra la que se reveló. Eso... siempre produce satisfacción.
ResponderEliminarMuy buen relato!
Fue nefasto para ella. No sabemos si otros participantes consiguieron mejores experiencias :-)
EliminarUn abrazo, y feliz semana
Tenía una amiga que trabajaba en un laboratorio y hacían estudios de estos.
ResponderEliminarEl que me propuso era al menos divertido, pero al final no lo hice porque tenia que trabajar...y no era plan de llegar borracha como una cuba a mi oficina...
Consistía en un martes a las 9 de la mañana, ponerme a beber (cubatas) como una cosaca en una habitación, junto con unos cuantos más. Querían saber como afecta el mismo alcohol a diferentes personas... y encima te pagaban por hacerlo (900 euros + o -) yo le pregunté: ¿y no podemos hacerlo el sábado por la mañana? Te prometo que seré la reina de la fiesta... jajajaja
Palabrita de Laura.
Besos.
Muy interesante esa experiencia, porque, como dices, a veces se paga bastante bien. Se corre un riesgo, eso sí, pero como ene tu caso, podía ser hasta divertido :-)
EliminarUn abrazo grande, Laura. En tu blog sigo sin poder comentar como quisiera por el anuncio emergente, que no consigo quitar.
Con placebo o con pastilla matar le produjo un gran placer. Eso está claro... pero eso no es...
ResponderEliminarImpactante relato, Albada.
Felicitaciones
Un beso grande
Pues muchas gracias.
EliminarUn abrazo grande