jueves, 23 de junio de 2022

Infrecuente, improbable e imposible

 


Siguiendo la convocatoria de Mónica, Neogéminis, mi aportación es la que sigue.


Viajamos mil veces

por medio de incertidumbres

calibrando nuevos retos,

tomando respiros y atajos.

Respirando con fuerza

tras perder el aliento.

De modo infrecuente

confiamos ciegamente

en nuestros potenciales.

 

No aferramos a calmas fugaces,

a instantes de descanso,

a planes que un día hicimos,

pidiendo con fervor de buen creyente

vencer al enemigo que intuimos,

ese tan interno y exigente,

con nuevas armas que robamos,

improbables casi siempre,

pero que seguimos buscando.

 

La lucha de existir es a diario

de saberse uno tal y como uno es.

Sintiendo que todo el universo

conspira para que salgamos

vencedores y más sabios

de cada desafío,

por más imposible que parezca,

de cada golpe contra las cuerdas

de este ring que dimos en llamar vida.


Feliz noche de verbena de San Joan. Saldré de viaje, y hasta el día 4 no regreso. No estaré por el blog  este tiempo pero nos leemos a mi regreso. Sean felices, es gratis

martes, 21 de junio de 2022

Tiempo de Memoria, de Chelo

 




Es un poemario sin ningún adorno innecesario, como si la autora hubiera puesto sus cinco sentidos y su talento de manera  concentrada y sin concesiones a la lírica en su ejecución.  Son unas cien páginas de poemas referidos a la mujer y al tiempo sobre todo, que incluye algunas imágenes, dando entrada a los versos que inspiraron.  En especial La niña de la pala nos acerca a una niña robada de la infancia, trabajando duro. Otra imagen, El sauce, y que pone el broche final, nos lleva de la mano  a la reflexión del paso del tiempo, implacable pero con fundamento y sabiduría a su paso

No me extraña que haya sido traducido a diversos idiomas, porque merece ese esmero de atrapar su ritmo y su profundidad. De ella,  de  Chelo de la Torre, a quien espero conocer pronto, qué decir, sólo que es una incansable luchadora por los derechos humanos, y eso es lo que acaba cristalizando en sus poemas.

Para muestra, un botón, dicen.

Y ESTOY AQUÍ MUJER

 Y estoy aquí mujer, con el dolor

negro azul de tus ojos y la triste

alegría que escondes en tu falda,

con el grito callado que deshace

tu esternón y la noche que te observa.

 

Y otra vez, hoy, un poco morirás

y todos mis demonios se esconden

porque quiere dejar paso a tu llanto

lunes, 20 de junio de 2022

Como miguitas de pan.

 



Dejar los poemas como miguitas de pan.

Sólo a ti se te ocurriría tal cosa

como un caminito de arenilla airosa

entre rimas envueltas en celofán


Llegué a la casa, vacía y sin guardián.

En tu cajón, una nota temblorosa

con tu letra picuda y primorosa,

me despertaba la sed de un nuevo afán


Tu amor sin fisuras, nunca negado

llenaba unos folios con besos en flor

como sembrando sueños dedicados.


Como deseando guardar en alcanfor

los instantes más dulces  a mi lado,

los versos más preciados de tu amor.


domingo, 19 de junio de 2022

Este calor a destiempo



La mañana se despierta.

El aroma de café

me encuentra atrincherada

en el comedor de casa

esquivando en lo posible

el calor desbocado

de un mes de junio borracho

o con vocación de astro sol.

 

Ese aroma a selva y verde

llega a mi mente, volando,

evocando sensaciones

húmedas y muy vívidas

de un mar que tal vez me espera

o de un rio primigenio,

o de aves perforando

el silencio de unas selvas

  

Una musa tempranera

se acerca hasta mi oído

desgrana unos cuantos versos

sacude sus alas blancas

y me eleva, insolente

a un cielo de fantasía

cuajado de gaviotas

surcando mares lejanos.

Y pienso en tanta gente

con un sol sin tejadillo.

 

Gente sudorosa al raso

buscando fuentes o pozos

oasis , refugio, o sombra

donde aliviar la sensación

de estar derritiéndose

bajo el insufrible calor.

Apagaré el aparato

de mi oasis impostado.

Un botijo como antaño,

un abanico, …y andando

sábado, 18 de junio de 2022

La Masía, de Alfred Comerma

 


Hablar del libro de Alfred es como hablar del sobrino que vi crecer. Parece una locura pero no lo es. El borrador primero lo escribió en 2017, y con ese texto de 72 páginas, muy divertido, le animé a que lo presentara al premio “Café Gijón”, cuya convocatoria acababa en septiembre y que pedía manuscritos de un mínimo de 150 páginas. Era julio, no había tiempo, pero entre ambos, locos y muy cómplices nos pusimos a la tarea de “engordar” la historia con la genial idea de que ese manuscrito se quedaba olvidado en el Café Gijón de Madrid, y que alguien, una camarera lo iba leyendo.

Ese agosto real, un manuscrito sujetado por una grapa estaba en mis manos, y en mi mente, la imaginación de ser una camarera que lo encontraba, y que junto a su lectura intercalaba sus propias vivencias. Pero esas hojas de papel tenían vida entre sus letras. Y una comicidad que no conocía. Porque yo me he reído leyendo, alguna vez con carcajada, como por ejemplo con la novela “Sin noticias de Gurb”, de Eduardo Mendoza, pero estaba sentada en una silla de playa, plegable, y a rayas. Iba leyendo a mi amigo, hermano diría, y empecé a reír con una escena de la actual novela que anda por la página setenta. Es que la novelita creció, como una primavera florida. Pero volvamos a ese momento en el que me reía.  Quería parar, porque seguía leyendo, y al final la silla, mal apoyada en una pared, me devoró literalmente. Al no controlar la risa, me fui resbalando, hasta que la silla de marras se fue plegando, conmigo adentro. Me quedé como dentro de un mejillón. Riendo aún a lágrima viva. Mi hermano real estaba ya asustado, pero vio que era casi normal, porque cuando le leí esas escenas él se reía también.

Esta anécdota sirva para entender que su humor es excelente, nada chabacano, ni de ese españolismo rancio. Es un humor muy inglés. Pero la novela no es de risa. En absoluto. Acoge la historia real de una comarca de Catalunya donde, entre muchas otras, había y hay una masía, que es donde se desarrollan los hechos.  No es histórica, pero tiene mucha documentación en la base de lo que son las acciones de la novela. No es para dejarla perder. Sus capítulos, por ejemplo, llevan la numeración de las plegarias de los frailes, lo que no deja de ser curioso, pero hay que leerla, sentado en silla estable, por favor.

Comprar aquí

  


viernes, 17 de junio de 2022

EL HILO INVISIBLE DE LAS AUSENCIAS

 


Pendiente del teléfono,

mirando al vacío,

suplicando que el tiempo

se encogiera,

y llegase temprano

el segundo preciso en el que tu voz

sonase a través del móvil.

Atada al tiempo

de ese pulso en las sienes,

deseaba que acabara pronto la espera,

y que ese momento exacto,

me permitiese agarrarme de tu mano,

nuevamente.


Esperando,

aún atada al aparato,

poder desatar los segundos,

 colgar luego la llamada,

olvidar las súplicas y los suplicios,

y calmar a las prisas

de la incertidumbre.

Sin miedo al ayer, machacón,

ni al porvenir, indeciso,

ansiaba volver a sentir

que estábamos unidos

por un hilo invisible y sólido

de esa pasión.

 

La que mientras más daba,

más desbarataba los minutos

y segundos de la ausencia.

Malogramos esa magia

por no haber sabido

medir el espacio y el tiempo,

por no haber podido entender

que la distancia

se parece demasiado al vacío,

a pesar del hilo invisible.

Nos alejamos, sin remedio,

tal vez por un malentendido,

quién sabría la razón.

 

Y es que el teléfono,

con su enconado silencio, se negó a sonar,

y nos perdimos, irremediablemente.

Seguramente, para bien.

Salió el sol,

las gaviotas volaron divertidas otra vez,

las ventanas se tiñeron

de nuevos amaneceres

sin esperas telefónicas.

Las manzanas volvieron

a oler a nuevas emociones,

y el corazón se dispuso

a encontrar el ritmo justo.

 

Ese en el que ninguna espera

preludiara, a su manera

la taquicardia enrocada

de tus ausencias.

 


martes, 14 de junio de 2022

Esa hoja roja de papel

 


Siguiendo la propuesta de Sindel, con su palabra HOJA, mi aportación es la que sigue


Es como un releer

a ese Delibes ante un librillo.

De papel, sí, de liar, sí,

que anuncia el final de los finales,

sin remisión ni pacto previo

de ese manojillo de papeles

transparentes y finísimos.

 

Yo soy Eloy ante su pensión.

La jubilación gozosa

tan esmeradamente cómoda

tan enconadamente ansiada

no esconde la realidad

de la hoja roja

anunciando el final inapelable.

 

Así, avariciosa como él,

me crezco ante cada hojita liviana.

Saco brillo a mis deseos,

afilo mis colmillos

ante lo que un día busqué.

Hacia lo que un día anhelé,

sin saber que hoy ya era ayer.


Y me descubro apurando

las copas de vino que no bebí,

los abrazos por emprender

que nunca me atreví a ofrecer

y hago de la hoja roja

una rosa de los vientos

guida por mí, único timonel.


La hoja roja, de Miguel Deibes


LA FLOR

 


Qué perfecta es la naturaleza
qué petalos se elevaban al sol
dejando a luz engalanada
Qué verde subyace en mi mirada
estableciendo el conjunto.
Qué pincel atrapará la cadencia
de sus aromas al aire
enmarcando su belleza.

Pintura de José Cerdá

lunes, 13 de junio de 2022

Reflejos de la reflex

 


Cuando apareciste

en una esquina de la aurora,

mis ojos volaron a esa aparición.


Busqué, sin saberlo,

el objetivo adecuado.

Calculé, sin vocación,

la obertura del diafragma idónea.

Di con la velocidad correcta

en un alarde de azar y de intuición.

 

Fotografíé el aire

caliente de la mañana,

de aquel día de estreno.

Con mi poca soltura,

en ese espacio abierto

todo parecía a destiempo.

Ante el visor asomabas

sonriente y entre nieblas.

Creí enfocar casi como experta.

 

No pude seguir tus pasos.

Tus rasgos se diluían

como azucarillo en mi té.

Sonó una alarma

de quién sabe qué coche.

En ese girarme, por ver,

te borraste en la neblina.

Y es que  sólo en mi reflex

te he sabido retener.


miércoles, 8 de junio de 2022

Los debutantes

 


Se recorrieron,

con las yemas de los dedos.

Sobre el pecho y el abdomen,

mientras ensayaban

movimientos de cintura,

acompañando un terco asedio

de la posición supina.

 

Se dejaron llevar

por el aroma de un licor,

y por el regusto de la noche,

que, en unas horas,

les había abocado a la dicha

de saberse vivos.

De abrir sus primaveras.


Se retuvieron las piernas,

y como en un baile de disfraces,

sin trampantojos, galoparon

al ritmo de sus latidos,

cayendo en un mar de agua salada.

Una y otra vez

hasta que el reloj se impuso

y disciplinó el tiempo.

 

Los móviles vibraban

Los apremios del día

de nuevo cobraban vida

tras el oasis de jadeos

y de besos desorientados.

Ninguna persiana, ni cortina

detenía al sol, ni el hambre.

 

Las clases de historia

con su profesora sorda,

Las cuentas sin cuentos

del jovencísimo doctor,

todo quedó relegado

cuando se enrocaron

en un buscarse a cada instante,

en un proyecto de pasión.

 

  


martes, 7 de junio de 2022

Delirante, para Gustab

 


Siguiendo la propuesta de Gustab , eligiendo entre tres frases y tres imágenes, mi aportación es la que sigue, 


"Vísteme de amor, 

que estoy desnuda"

No dejes que el frio se me instale

entre las flores de mi jardín

otrora de eterna primavera.

 

No permitas 

que el olvido me alcance

y no sepa degustar las caricias,

o los besos de miel y luna

que un día fueron de estreno.

 

No consientas 

que mi piel ignore

el gozo de tus manos en las mías,

ni que mis ojos no sepan

interpretar tus miradas

 

No dejes 

que mi piel dorada

se sienta huérfana,

tápame con sábanas y versos,

vísteme de incendiarias urgencias.   

 

Construye un edredón

de poemas en mi oído,

y de besos en mi boca.

y "vísteme de amor, 

que estoy desnuda"


lunes, 6 de junio de 2022

A mi madre. La que hubiera elegido.

 



No pudimos retener tus abrazos.

Se nos escapó el tiempo entre las manos,

como en esos relojes dalinianos,

sintiendo con tu muerte un puñetazo.

 

Hoy recuerdo con nostalgia tu regazo

de sandía y horchatas en verano,

de sombra y agua fresca en el solano,

tu “cura sana” sobre mis arañazos.

 

Friccionabas mis manos en invierno.

Tú, que hasta sufriste sabañones, 

con tu cuidado, puntual y tierno. 


Creo oir tu voz,  entre algodones,

y es que hoy  sigo echándote de menos, 

derrochando ese amor, a borbotones. 


sábado, 4 de junio de 2022

Del otro lado del cristal

 


Un forastero,

sin vocación de poeta,

y con un desorientado anhelo,

entró por la ventana de su otoño.

Ese aliento a menta y albahaca

acabó por disolver

las baldosas de los suelos,

las lombrices en la tierra,

la empapada alfombra de tristeza.

 

La fragancia primaveral

de los ramos de flores,

silvestres y de fantasía,

volvieron a presidir su escritorio.

Sus cajones se llenaron

de nuevos versos,

y nuevos retos.

Los fonemas se confundían

entre lo soñado y la realidad.

 

Los suspiros volvieron

a convocar a las musas,

y sus ojos percibían, de día en día,

un nuevo brillo en el espejo.

Nadie entendió a qué obedecía

la metamorfosis de la mujer,

antaño de gris semblante

y ahora iluminando la avenida

como un farolillo alegre.

  

Nadie, menos yo,

que fui cómplice

de sus mensajes a ultramar.

Que le traducía del griego

los mensajes de lluvia y agua.

Que le mentía, un poquito,

disimulando silencios,

y exagerando el amor

desde el otro lado del cristal.

viernes, 3 de junio de 2022

En la mañana

 


Despuntaba el alba

bajo una luna escuálida,

cuando miré desde arriba.

Entre pinos y chumberas,

ante el mar que me enamora

y recarga mis baterías.

 

Qué me deparará este día

Qué sonidos llegarán a mis oídos

Qué pajarillos surcarán los cielos.

Qué insectos libarán las flores.

Qué plantas despertarán calladas.

Qué aromas me dejará la mañana

 

Me pongo los auriculares.

La Heroica de Beethoven,

tercer y cuarto movimiento.

Despego con los violines,

me elevo como los vientos

de instrumentos bien domados.

 

Pinto el cielo de colores,

de azul y blanco mientas veo

mi respirar, adaptándose

al desafío que seguir viva

al tesón que me apuntala

a la dicha de seguir latiendo.

 

 

miércoles, 1 de junio de 2022

Queriendo

                                                  

Quiero que la tarde traiga

tirabuzones de jazmines

en esta primavera alada,

cuando el aire que respiro

se adentra por mi ventana.


Quiero que el tiempo se rinda.

Que te traiga aquí, a mi lado

tiñendo de azul la luna,

rompiendo las manecillas

de relojes con hechuras.

 

Quiero que los girasoles cedan

a la tentación de mirarte.

Así, con tu paso fuerte.

Para despeinarme luego

con tus manos, en la tarde.


Imagen de Aguirrefotox