Cuando acabe de llover en la ciudad, y el sabor de la lluvia se haya evaporado entre los mechones de sol tibio, te llamaré.
Te preguntaré si quieres compartir la llave de una cabina de un cine de una capital de provincia. Donde cada día, en sesiones de tarde y noche podamos hacer rodar mil rollos de celuloide, como alfombras rojas tendidas en la avenida de los pases de estreno para promoción.
Vestido tú de prestidigitador y yo de reina de la noche, compondremos a la carta, un universo de luces neón, besos censurados y aplausos infantiles de platea.
Cuando cese de llover en la ciudad y el relámpago de una tormenta en retirada deje el aire pintado de una inverosímil luz azul.
Un plan irresistible. Un abrazo Albada.
ResponderEliminarNo parece mal plan. Lo veremos cuando deje de llover en la ciudad.
EliminarUn abrazo Alfred.
En esa ciudad se respira amores imposibles; quizá ocultos, limitados... "cuando deje de llover" parece decir "algún día, quizá nunca".
ResponderEliminarUn abrazo
Cuando llueve, la imagen de un cine me vino de modo muy natural. Ignoro si el objeto del texto es sobre amores imposibles, porque no lo sé.
EliminarLa imaginación del lector, siempre libre, decide objeto y objetivo.
Gracias por tu lectura.
Un abrazo
Algo parecido a Luis me pasa en la lectura. Añoranzas de uniones pasadas no conseguidas y siempre deseadas. Sueños que pudieron ser y nunca fueron.
ResponderEliminarEsa luz azul amortigua la desesperanza e ilumina un futuro por recorrer.
Un beso
Disculpa Cormorán, por el retraso. Tu comentario, en la línea de nuestro común amigo Luis, me hace pensar que sin querer, transmití un estado de anhelo, que no pretendí.
EliminarPero, como ya es sabido, cada lectura es un mundo lícito y que valoro enormemente.
Un abrazo
Qué bonito, Albada. Un plan precioso para recuperar el tiempo perdido.
ResponderEliminarUn beso enorme
Muchas gracias, Ana. Hay que dejar que la vida siga, nos empape, y nos seque.
EliminarUn abrazo grande