viernes, 23 de marzo de 2012

Uno y uno.


Asoma la nariz tras el telón. De un abrazo gris y de un laxo azul, te deja atrapado a una reja de silencio y oscuridad. Por un rato. Y en el siguiente, algo intangible parece coser alas a tus hombros, para permitir proclamarte liberado de la prisión del uno y siempre uno es sólo uno.

En ese instante de tiempo, con la medida de los minuteros a su antojo, el corazón se va tiñendo de escarlata o negro azabache, al impulso y el ritmo de una melodía que uno queda exento de orquestar.

Asoma de rondón una tibieza, que uno en su ignorancia quisiera retener, sin darse cuenta que uno y uno son sólo uno más uno. Que jamás habrá dos almas latiendo al unísono en un mismo corazón. Ni falta que hace. 

Los días dejan pasar los obsesivos pensamientos, los despertares tempranos, la concentración alterada y los suspiros intempestivos. Que uno, como un adicto, se niega a reconocer.

Se aclimata la razón al calendario, se aposentan las pulsaciones al tempo de la partitura, se acumula espera y confianza, y se conquista certeza y sosiego. Que uno, agradecido echaba en falta.

Y algunas veces, en una amalgama de alquimia, complicidad y pura suerte, el amor se queda para siempre habitando el corazón marcado de un mismo nombre. De aquel que abrió el telón por primera vez, inaugurando el teatro.

Aunque no importa en qué representación se desarrolla la escena. Porque cada vez que el libreto se abre, el amor sale a escena iluminando el escenario, dejándonos mudos ante su inmensa belleza. Que hasta uno mismo, es incapaz de musicar.


6 comentarios:

  1. El aire de este relato parece en línea con el anterior. Como otro capítulo... Eso me parece.

    Como sugerencia, en el comienzo de 2º párrafo, yo eliminaría la palabra "tiempo" por ser redundante en el contexto. Por lo demás, tu prosa siempre me resula rica y original.

    Besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu lectura. Agradezco el comentario. En efecto: la palabra tiempo es redundante.
      Sin duda en mi pretensión de dar una línea de evolución en el devenir de un sentimiento universal, me dejé atrapar en el marco temporal del mismo, de una forma reiterativa.
      Me alegro te guste mi estilo, si es que lo tengo.

      De nuevo gracias Luis.
      Un fuerte abrazo

      Eliminar
  2. Nada es reiterativo si se hace para remarcar el momento crucial, el ahora de una situación. Me gusta tal como está. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Alfred. Remarcar el tiempo como único protagonista era el objetivo.
      Y parece que tú lo entendiste así.

      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Vuelvo a coincidir con Luis en ese clima de pasado insatisfecho. Y vuelve un final esperanzador a darnos otra oportunidad en la busqueda de la felicidad.
    Un beso Albada

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bien sabido, que la redundancia es un estorbo, que limita. No obstante, en este caso, quedará así.
      La búsqueda de la felicidad no sólo es lícita, sino premisa para una vida en coherencia. Y en ese camino, el amor, se escribe con mayúsculas, aparezca cuando sea en la historia de vida.

      Un abrazo

      Eliminar

Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.