martes, 11 de septiembre de 2012

Salvando la luz.



Intentó poner a salvo del naufragio de la memoria ese sonido único del rumor de las rosas al abrirse. Ensopado por la lluvia interior de las goteras de recuerdos, quedó pendiente de la deriva de unos sueños ajenos.

Pasaron los años, los líquenes de la ausencia trenzaron densos espinos sobre el tronco de su corazón dormido, y cuando  un estruendo de tormenta contenida desoló la periferia de su atalaya, el espejo le devolvió la imagen de un rosal pletórico de unas luces encendidas, que ni las más negras nubes habían conseguido apagar.

4 comentarios:

  1. Un texto muy poético, que permite una lectura diferenciada, según los sentimientos de cada lector. Los cuales no quedan ajenos a esta brillante sensibilidad.
    Un abrazo,

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    1. Gracias Alfred. Las luces que quedan encendidas, porque siempre lo estuvieron, tal vez son imposibles de anegar.

      Un abrazo.

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  2. el germen de lo dormido que despierta con la fuerza de un millon de primaveras

    contra eso nadie puede luchar

    solo la muerte y quizas no

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    1. Lo dormido, como primavera enclipsada entre páramos de tiempo no logra morir, creo.

      Un cordial saludo.

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Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.