domingo, 27 de octubre de 2013

Un niño que nace, la feliz llegada.


Llegaron a la clínica con la certeza de que a María la iban a recoger del cole, y desde la recepción la hicieron pasar a una sala de espera donde apenas esperó unos minutos, entre unos dolores evidentes de la prisa por ver el mundo de su segundo hijo. Tan buscado, tan deseado, que llevaba días soñando con él.


Era un varón muy blanco de piel, con un cabello tan claro que parecía carecer de pestañas y cejas pero que lloró con una potencia que demostraba a las claras su vocación de vivir. Al ponerlo sobre su pecho, los besos iban a tres bandas, entre Pablo, Pau y Eva, llorando ellos emocionados, y tranquilo el recién nacido.

La visita de la mañana siguiente de María les dejó algo confusos. no le dieron importancia alguna a que le arrojase el chupete en el cuco del hospital pues les pareció accidental. María era la reina de la casa, el centro de atención, la luz de sus ojos. ¿Cómo no entender que ese muñequito al que encontró horroroso le produjera cierto disgusto?

Eva pasó el reconocimiento médico, y confirmando encontrase muy bien, pidió el alta para dormir en casa.  Las amigas y compañeras de trabajo estaban disgustadas pues tenían la intención de irla a visitar al día siguiente y tuvieron que precipitar la visita a la hora del café, pero valía la pena disfrutar de sus niños en el entorno más natural posible. En su casa.

Llegaron sobre las ocho de la noche y María ya estaba duchada y a punto de cena, y ante la insistencia de la reciente abuela, ésta se quedaba con ellos hasta ver que la lactancia iba bien y que todo estaba como Dios manda.

Pau resultó ser el recién nacido más tranquilo que pueda uno imaginar. Comía y luego dormía. Sólo lloraba para avisar del hambre o disconfort, así que María tenía poca excusa para sentirse desplazada, pues seguía siendo la reina de la casa, salvo los ratos que el bebé requería atención especial de Eva.

Este nacimiento sucedió hace tiempo, pero fue tan bonito que valía la pena recordar, que un día, un niño llegaba a este planeta de locos, con la mayor cordura que se le pueda exigir a un ser humano. Sensación que la perra puede confirmar, pues se entienden desde que ambos supieron que eran iguales y se cuidan el uno al otro.

María, a través de Alfred

Mis papás me lo habían dicho desde hacía muchos, muchísimos días, que iba a venir un hermanito. Mamá me ponía la mano en su barriga para que lo  notara.
Incluso apoyaba la oreja en ella y podía oír, según decía mami, a ese hermanito, que pronto tendríamos en casa.

A mí me parecía bien. Todos los de mi clase tenían hermanitos, pero no hablaban de ellos para nada.

Cuando la abuela me vino a buscar toda contenta a la hora de comer, para llevarme a la clínica a conocer a mi hermanito, no sentí nada especial.

Mamá estaba en una cama con tubos y una cara que no era tan bonita como la que tenía antes. Papi estaba nervioso y hablaba muy rápido.

Me cogió en brazos para subirme y poder ver una cosa sonrosada con poco pelo, que no decía nada, y no se movía.

Me dijo que era un bebé muy guapo, como yo. A mí no me lo pareció, pero bueno, a mí lo que me gustaba de verdad, es la perrita para jugar, porque  saltan corren, te persiguen, te besan…Los perros son muy monos y simpáticos.

Mi hermanito no hace nada de eso, no hace nada de nada, no sé qué gracia le ven. 

Gracias Alfred, por hacer de María. Gracias a mi hijo por estar aquí.


10 comentarios:

  1. Son los únicos sucesos gozosos de las clínicas. No me extraña que la madre quisiera salir volando para casa a recuperar la normalidad.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad, es la sala que huele a vida. Donde todos se muestran felices y el gozo salta de habitación a habitación entre enhorabuenas y algunos llantos que parecen maullar de gatitos.

      Un abrazo

      Eliminar
  2. Sabia, María. Si aprovecha la situación, puede sacar partido.
    Abrazos, siempre

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seguro que sacará buen rédito de tener un hermano pequeño. La ayudará a sentirse segura de sí misma y la abrirá las puertas a compartir, a crecer, y a ver el lujo que es tener siempre en casa, un a amigo para jugar.

      Un abrazo, cómo no.

      Eliminar
  3. Los sitios y ránkines dentro de la familia darían para muchos textos, aunque probablemente no tan bien escritos como éste. Estoy seguro que a María pronto le embargará la proximidad e intimidad de un "compañero de camada"con el que comerse los mocos y hacer frente, juntos, a los mayores de la casa. Me ha encantado. Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si uno lo piensa, cada persona, e incluso la mascota, si la hay, ocupa un lugar en ese grupo social que uno no elige.

      Soy de un extensa camada y puedo afirmar que ni la edad entre el primero y último en llegar es suficiente para sentirse fuera del paquete de hilos que unen por siempre la constelación de estrellas. Curiosa la visión que usan en psicología que utiliza ese término de constelación.

      Me encantó que usaran la palabra "camada" porque debiera usarse más. A mí me gusta mucho referido al ser humano.

      Un abrazo, Francisco.

      Eliminar
  4. Relato cargado de emoción ante la llegado de un nuevo ser. La pequeña maría queda muy bien definida con unos simples rasgos, me ha gustado.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias. Le digo a Alfred, quien se avino a dar voz a María, y cuya aportación es impagable. No en vano, si bien no somos de la misma camada, a veces nos entendemos como hermanos,

      Un beso, María Pilar

      Eliminar

Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.