viernes, 27 de diciembre de 2013

Colmena por Navidad


Como en panal de hexágonos que encajan, las caras de la gente se van añadiéndose  al centro de los afectos.

El espíritu de la colmena viene de lejos. No tiene prisa, ni se exhibe como gala. No tiene fecha de vigencia, ni acotación de  caducidad.

Que unos lazos de sangre se unan o se acoplen, enriquece la miel dulce que acaba por devenir de una paciente labor. Pero une la ternura de los actos, no el azar de la genética cautiva.

La colmena deslumbra en estas fechas. En pequeños gestos y mínimos detalles, mostrando el esplendor de la fe en cada uno. La fe en la aportación de cada quien, es lo que sustenta que todo se aúne.  Sin estridencias. Bajo un manto de ternura que jamás pesa, ni se agota. Ni se entromete o juzga, porque la fe y la ternura se limitan a ser. Sin adjetivos ni condiciones.

En un sofá discreto, esperan pequeños regalos con frases evocadoras, para cada uno. En realidad, son más de treinta las personas que sujetan la estructura donde sentarse a descansar. De edades dispares, de gustos antagónicos, de paladares varios, y destinos variopintos.

Juntos, revueltos, mezclados, reeditados, buscados con esmero, los pequeños paquetes arrinconan, alegres, los egos particulares. Que ocupan poco en la colmena.

Hasta en la cena, desde los aperitivos, de magia y sabores disfrazados, no importan la vajilla, o los manteles, o la cristalería, porque se rodea de abrazos y de besos que se suceden. Llenando los estómagos de las almas, de alimentos intangibles que  digerir durante todo el año.

La complicidad entre tanta gente queda sobrevolando con olor a Navidad. Sin reencuentros, porque no hay pérdidas, sino vidas latiendo. Cada una en su lugar, para encajar como pieza de puzzle en ese panal adaptable, en forma de puerto, con espíritu de cala, resguardándonos a todos, de cualquier tempestad.

Seguimos en ese olor que perdura, hasta el siguiente encuentro, en cualquier día que queramos vestirnos de panal, con sabor a "san queremos", por sentir la navidad.

Esta colmena republicana tiene mil reinas: cada persona lo es, dando lugar a que todas las demás se unan, por un objetivo común.

Se acabó la Navidad.  ¿De verdad?

Nosotros, los sabios necios, sabemos que no. Cada día es Navidad en el corazón del que siente, día a día, el poder de la complicidad en la ternura. 

Sin almanaques que valgan…Viva la Navidad de cada día, la de la cotidianidad!




viernes, 20 de diciembre de 2013

Ratas por Navidad


Ahí estaban. Alineados, bajo las mantas de cuarta mano y segunda generación. La comandante y jefe del ejército de ratas grises hizo un gesto a sus compañeras.

Se acercaron al primero de los bultos, desorientadas por el olor a pelo sucio que sobresalía del revoltijo de colores y trapos.

En las bolsas que yacían cercanas a las cabezas de algunos, o incluso como almohadas, había restos de bocadillos resecos, víveres en estado precario, y papeles grasientos cual féretros de alimentos ahogados en frituras.

Mordisquearon unas briznas de queso con un sabor extraño, pero de delicioso perfume. La botella de Bacardí dormía, al lado de un hombre de una edad indefinible.  Éste tenía enrollada en su cabeza una bufanda de cuadros escoceses. Roncaba con tal estrépito que las dejó mareadas. 

Ellas, ignorantes del alcohol, decidieron sortear algunos cuerpos,  haciendo eses, en una danza alegre al calor de la oscuridad. La ciudad era suya. La miseria también. Y hasta las pulgas saltaban a mayor altura sobre sus pelajes, por ese calorcillo de unos subterráneos hechos para ganar velocidad a la opulencia.

Cuando algún coche las deslumbraba, se detenían curiosas mirando a la luz, para proseguir luego en su excursión sobre los cuerpos.

Los bultos más pequeños olían algo mejor. Una rata, aún muy joven, se animó a dar un pequeño bocado en el trozo de oreja que sobresalía de un gorro de lana, que llevaba un Pato Donald bordado.

El grito las hizo huir. No pudieron ver cómo hicieron callar al crío de un manotazo. Mis faros las vieron alejarse, por el arcén del túnel de Plaza España hacia una salida.

No sé ahora por dónde andan. Las vi alejarse. Me las imagino cantando, al ritmo de cualquier cabaret, hacia la cubierta de cualquier barco, a la conquista de la miseria de cualquier otra ciudad.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Amor de fuego y mar.

Dragón de Parc Güell. Óleo. Sin autor. De Google. 

La brisa marina había cesado. Abrió las puertas para ventilar la casa, tras la comida, y se puso a mirar papelotes. Encontró aquellas cartas de amor oxidado. Bajo ellas, una foto sepia desprendió el último aroma de aquellas tardes marchitas.

Ante el leve escozor de su ventrículo izquierdo, le asaltó un hambre antigua. Imposible de ignorar. La muchacha de blusa blanca y falda oscura, estaba exactamente como él la viera por última vez. Apoyada en el sedán del sesenta y cuatro, mirando el mar que sesteaba tras una barandilla.

Un instinto más fuerte que su artrosis le hizo rasgar la foto. Fue despedazándola en pequeños fragmentos, quedando cuarteada para siempre, en la mesa camilla de su vejez, iluminada por un sol invernal.

Alineó los cuadraditos irregulares, sobre el tapete de ganchillo blanco. Se llenó una copa del vino que comprara para la cena de Nochebuena. Se sentó apoyando la espalda en el silloncito de mimbre, y se dispuso a celebrar la eucaristía más dulce que jamás soñara.

Alternando los pedazos de papel satinado con sorbitos de vino, fue tragando, masticando concienzudamente, cada recuerdo de ella, todos los que no había conseguido enterrar.

Se sintió renovado. Imaginó cada bolo alimentario,  bajando por su esófago. En cada tramo notaba una distensión mayor. Un placer más acusado. Una muesca más en la tabla de su redención.

Cuando el espejo de la salita le regresó la imagen del dragón grisáceo, acabando la ceremonia, es cuando empezó a sentir en su cuello el sabor del fuego, en su avance hacia la boca. 

Bocanadas de una libertad jamás sentida. Cada vez más acusada. Arcadas de amor  se sucedían, de forma natural. Plácidamente volvía a sentir esa sensación única.

La llamarada prendió fuego en la cortina, pero él se quedó contemplando la mesa. Vacía de rastros de vino en copa alguna. No quedaba la menor señal de ninguna foto. Nada que siguiera rezumando, como rescoldos, en su corazón. Los tizones se habían deshecho al fin. Entre las cenizas.

La vecina apagó el pequeño fuego, con el agua sucia de la fregona, y solícita le ayudó a salir al balcón, porque respirase. Iban comentando la mala suerte de ser viudo por tres veces. Durante ese rato, Laura no se percató de cómo la miraba el anciano de ojos grises, mientras ella miraba el mar. Apoyada en una barandilla verde.


jueves, 12 de diciembre de 2013

Luna verde para Federico



Verde campo y verde cielo.

Te veo pintar de verde,
los cielos que yo más quiero.

Yo  dejaré tu cintura,
prendida de terciopelo. 
De verde, tu pelo suave,
de verde, mi cielo negro.

Y soñaremos dormidos,
en una cuna de enebro,
las mejores filigranas
de los primeros requiebros.

Entre tu boca y mi boca,
entre el aire de los tiempos,
galopan libres las alas,
de las miradas al viento.

Porque yo te quiero verde,
desde los  pies, al cabello.


Verde, en mi luna de fuego.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Feliz Navidad sin luz de luna



Quiero desear buenas fiestas a los colectivos desfavorecidos. Incluyo a los enfermos y al personal sanitario; a los alumnos y a los maestros; a familias con dependientes, y a los desalojados de sus casas. En definitiva, a los que la crisis ha dejado en la cuneta de los sueños, como títeres rotos.

De forma especial, deseo lo mejor,  a los que se enfrentan  a  la vida con la decisión de ser felices.

A mis amigos virtuales, y a los reales, a los que me promueven nuevas visiones sin menospreciar las mías… mis mejores deseos.

A los que me ofrecen la mano si resbalo, y a los que, en contadas ocasiones, yo alimento con el apoyo de mis brazos…mis deseos más preciados, mis versos más consentidos.

Para los amigos de blogs cercanos por el tiempo de travesía, y para los recién llegados, mi esperanza en que las ilusiones urdidas mágicamente lleguen a solidificarse. Esas que, desde un papel, piden tinta para cobrar vida, y echar a andar.





Feliz y largo camino. Con la mejor compañía... Feliz Navidad.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Adiós Nelson Mandela.



Me queda un gusto amargo entre los labios, por este nuevo adiós. Sed desgranada. 

Ese sabor alado de los sueños rotos, el  de los vagones sin rumbo ni destino.
Ese cruce de vías descompuesto, entre el orín del tiempo, y unas amapolas disecadas. 

No sé si podremos combar las cuerdas del espacio estelar. O centrar a la razón
Ni sé si hallará el camino esa voz que  late entre las rejas, de la prisión de los latidos. 

Para la libertad, sangro. Y lucho. Y pervivo. Como un Miguel cualquiera preso.
De realidades cautivas. Esas que aún no pueden emprender la marcha hacia el olvido.

Sigue abierto mi corazón desbocado ante la inmundicia,  la sinrazón,  el sinsentido.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Besos al óleo


Obra de Pedro Bueno. Su estudio


Voy a buscar un pincel,
de pelo blanco de marta,
para que dibuje trazos
que alimenten mis palabras.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Para los meses de frío, mis lentes de @parris están



Sé que vivo donde vivo.
Sé que a las reformas laborales, retroceso sin piedad,
y a la de la educación caduca, se une la de la seguridad,
atacando como nunca a nuestro estado de bienestar.

Sé quién soy. Sé dónde estoy.
Pero me agarro a la imagen del que sueña por soñar.
Con cien palomas por banda, atreviéndose a volar.
Te veo dirigir tu puntero, en la tarde, hacia la luz cenital.

Las nubes te miran. ¡Mira!.
Cómo aderezas los campos, de imágenes para pensar,
que no hay más vida que la vida, ni más bella. Como el mar.
Sacudiendo las conciencias, andas invitándonos a andar.

Llegará la noche. Está ahí.
Y nos encontrarán los campos, bajo una esquina lunar,
devorando con el alma, el hambre de libertad.


Sentados en un banco de madera, con hierros para forjar.