Foto de Google, De esta crisis de ébola en el Carlos III, con la auxiliar enferma |
Les
quiero hablar de mi hija Lola. Estudiante de un Máster en la Complutense. 22
años. Cargada de vida por abrir.
Hoy ha
llegado a casa contenta porque podría trabajar de enfermera tres semanas. Qué
ganas por Dios, qué alegría que me he llevado.
Mientras
se duchaba, porque parece que ha de hacer unas cosillas antes de entrar al
turno de noches, le he pedido que dejase la puerta abierta.
Mamá…mira
que no falte paracetamol en casa- me ha gritado bajo el ruido del agua.
Sí mujer,
siempre hay, Te duele la cabeza cielo?´-le he preguntado mientras planchaba su
blusa preferida.
No mami,
es porque no falte!- Me ha constado con voz de canto.
Acabó la
carrera en Junio. Tiene una vocación desde niña. Yo no quería que estudiara
enfermería porque es muy lista. No es porque sea su madre, es que le cuesta
poco memorizar. Yo estoy segura de que puede ser una estupenda neumóloga. Ya ven,
desde chica que eso de escuchar el respirar de la gente le fascina.
Si hasta
con los dos perros que hemos tenido ha hecho de todo para cuidarlos,
diagnosticarles…bueno…si es que las muñecas estaban medio gastadas de tanto
auscultarlas. No les digo más. Lo cierto es que su nota de Selectividad ha sido
muy alta. Pasa de 8, por lo que hasta el último momento pensé que se
matricularía en Medicina. Cosas de madre.
Su padre
y yo la hemos animado siempre a llegar donde ella quiera llegar. Y para ser
sinceros, no nos ha dolido ni un euro de los gastados en la niña de nuestros
ojos.
Toda la
carrera pensando que tendría salidas profesionales, porque justo es la primera
promoción de Grado, porque el curso pasado no salió ninguna titulada, pero no.
La llamaron para una residencia de ancianos, dos semanas, cuatrocientos euros,
turno de noche. Un hartón de trabajar porque hay menos enfermeras de las que
tiene que haber, pero venía toda contenta. Explicaba de pe a pa todo lo que
había vivido, sus logros, sus rabias, sus miedos y sus cuitas.
Ahora
estamos contentos pues aunque el Máster es muy caro para nosotros, mi marido
hace horas y yo he buscado otra casa para hacer faenas. Todo porque Lola tenga
el futuro que se merece.
La he visto salir de la ducha, con su pelo aún mojado, la sonrisa iluminando la casa y esa sonrisa
picarona que pone cuando está a punto de hacer una trastada.
Me he
sentado a su lado en la mesa y hemos comido. Ella con ese apetito que Dios le
dio, y yo levantándome a cada rato para que su comida sea perfecta. Con el yogurt,
insistiendo mucho, me ha comentado que el trabajo es en el Carlos III. Que ha
de ir a las seis para un cursillo de seguridad y protección de Riesgos Laborales.
Me ha
debido ver la palidez y la cara que se me ha puesto, porque jocosa y animada,
levantada y acariciando mi cara me mirado a los ojos, diciendo mimosa
- Maaaami,
es una buena oportunidad. Las enfermeras de la sexta planta no quieren trabajar
con la paciente. ¡Compréndeloooo!. Es mi
oportunidad, porfi…no te preocupes.
Nos hemos abrazado, porque ella ya sé que no, pero yo...yo sí tengo miedo.
La he visto partir a las cinco, con su coleta negra, su tacones bajos, su sonrisa colocada y su blusa plisada blanca.
Blanca, como mi esperanza.
"No te preocupes mami" y se iba a la guerra.
ResponderEliminarTan al día como la vida misma.
Un abrazo.
Quiero pensar que no y que esa madre la verá mañana, y la joven explicará que todos los protocolos se cumplen.Que hay siempre alguien con ella al vestirse y desvestirse, que los trajes son los correctos y que descansan cada vez que han entrado a controlar las constantes.
EliminarNo le pasará nada, porque trabaja en un Centro bien preparado, y con excelentes gestores. La tratan con mucho respeto y todos la valoran por su inmensa contribución al control de la expansión de una epidemia. ;-) Un abrazo
Que estampa costumbrista más real, lo hacemos todo por los hijos, nos congelan la sonrisa, pero que vuelvan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nos dejamos la piel a tiras por ellos. Por eso les queremos de regreso, sanos y salvos. Sobre todo si van a cumplir con su trabajo. Que es su futuro.
EliminarUn abrazo
Albada, emocionante relato, que, dada la situación, es de un intenso realismo. Haces llegar muy bien el lógico miedo de los padres y la generosidad y sentido humanitario de la joven que, aun sabiendo los riesgos pone en primer término la ética profesional.
ResponderEliminarAdmiro esta profesión desde que en el 2012 vi de cerca cómo actúan las enfermeras: con eficacia y siempre con la sonrisa en los labios y palabras amables. Tener una hija enfermera debe ser un orgullo para los padres.
Me encanto el tema y la forma de expresarlo.
Un abrazo.
Gracias Fanny. Es una manera de poner en un presente incierto unos valores, una maternidad responsable, y un amor por encima de mil cosas e intereses.
EliminarUn abrazo.
Que bien que pueda trabajar¡¡
ResponderEliminarBesos y enhorabuena.
Sería peor que tuviera que emigrar¡¡
Bueno, ella anda contenta. Ahora igual los protocolos se siguen, como aprendió en sus estudios y en las prácticas ...
EliminarUn saludo y sea bienvenida.
Amiga mía!
ResponderEliminarSé que te tengo un tanto olvidada. Tengo casi todo olvidado, casi todo.
La culpa es mía, y de la nueva situación social en la que me muevo. Con tiempo descontrolado en el que, un día dedico mucho tiempo a una cosa y al siguiente me dedico a otra diferente
Sin embargo, este asunto actual de la sanidad que padecemos, me está centrando un poco en el asunto, y llevo ya un buen rato, horas, dedicado a ver información y vídeos. Uno de ellos http://www.youtube.com/watch?v=czBaB_XE72c me ha hecho seguir viendo otros uno tras otro. ¿En manos de quienes estamos? Yo ya no tengo ni idea de quien puede ser amigo y quien enemigo. Pero creo que estoy haciendo bien en 'perder' el tiempo en mis aficiones y en la familia. No sé si con ello estoy siendo un poco egoísta e injusto con los demás, miro a mi alrededor y tengo la sensación de que todos hacen lo mismo, que por mucho que se luche por y para los demás, son siempre los mismos los que se llevan la tajada.
Estoy y no estoy. Pero te recuerdo de tarde en tarde.
Un saludo, un abrazo.
Antón, creo que estás haciendo lo más inteligente; vivir lo que el día a día te trae con los tuyos. Porque, como este caso nos recuerda, estamos de paso. Estar por los demás, es posible sólo cuando se está intensamente bien con uno mismo.
EliminarYo con este caso me reafirmo en muchas quejas. Me acuerdo de jóvenes cuyo futuro en parte ha estado a mi lado, y valoro la dedicación de los héroes cotidianos, esos que como nadie saca a la prensa, me da la real gana homenajear, a mi manera, a través de la ficción realista.
Un abrazo, Antón. Tu paso por este rincón me ha emocionado, lo sepas.
Se agradece.
EliminarAhora mismo estoy enfrascado en este otro vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=DRGyTrHRryY
Como comprenderás, mi situación 'jubilosa' e permite ocupar el tiempo en espera de que la costilla llegue del trabajo.
Mis respetos, y mil perdones por mis desapariciones.
No Antón, valoro mucho que estemos todos bien. Disfruta de la familia. No hay mejor regalo que la salud en compañía
EliminarUn abrazo grande.
Emotivo relato en el contexto de lo que se está viviendo en este país.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues curiosamnet, una chica Lola, de 25, enfermera como la mía ficticia ayer estaba en esa situación, lo vi en le twiter.
EliminarImaginé como madre, y hoy de hecho, he seguido con Lola. Tiempos difíciles tras tanto recorte y tanta salida laboral truncada.
Un abrazo, Maria Pilar
Un relato emotivo y muy real en estos días.En el fondo siempre pensé que el país funciona gracias a los trabajadores como tu protagonista y muy a pesar de las malas gestiones y de los errores de los dirigentes de turno que nos tocan en suerte.
ResponderEliminarSaludos.
Opino como usted, porque de una manera u otra, todos lo sentimos así. Me quedo con la percepción de cercanía de cuando uno necesita a un profesional que le ofrezca confianza. Porque el sistema puede ser muy bueno o muy malo. Pero al final es la profesionalidad, que en este caso conlleva cierta dosis de vocacionalidad, lo que nos permite respirar tranquilos en sus manos.
EliminarUn saludo
Fabuloso relato, Albada. De mucha humanidad y rigurosamente actual.
ResponderEliminarFelicidades
Un beso
Sería con el ébola, por la fecha. Aquí hubo un caso, de un sacerdote infectado, que acabó por morir, y que provocó el contagio de una auxiliar de clínica,
EliminarSeguro que lo escribí pensando en qué riesgos correría una joven licenciada, tan afanososa por trabajar. Un abrazo