Humilde escalera con artefactos para repintar farolas. |
El moro que habla solo es un
personaje del barrio como la señora que, a escondidas, da de comer a las palomas,
o la que, también con disimulo, deja comida a los gatos que viven tras una
tapia de un solar que nunca vi dejar de
serlo y que, cada ciertos años, nos regala por encima de sus muros con plantas
que se hicieron árboles.
Este tipo es un
personaje bastante reciente. Imagino que llegó coincidiendo con la inmigración
de este colectivo étnico del norte de Marruecos, y quien, tal vez, se
encontraba entre sus hombres solos, pero
que no supe percibir. Bien es cierto que ahora tengo más tiempo para observar
detalles del barrio que antes no podía, así que no puedo afirmar que sea tan
reciente como yo creo recordar.
Los moros de mi barrio hablan con
un tono de voz muy potente y agudo, tanto hombres, que a en su mayoría van
vestidos de manera europea, como las mujeres, quienes no dejan dudas, con su
pañuelo, de su procedencia.
Este señor viste normal y más o menos limpio, pero habla solo. Al
principio buscaba yo a un interlocutor, llámese teléfono que uno no ve, o
persona en otra acera, pero no hay tal persona jamás. Le veo sentado, en diferentes
lugares, pero como destino principal tiene un banco de un parque cercano, o un
poyo de cemento que da pie a una plazuela. Donde también da el sol bastantes
horas.
A veces se le nota disgustado. A
veces simplemente habla, tal cual. Como no entiendo ni un comino de árabe, o
bereber en este caso, creo, no sé qué dice. No le entiendo, ni le he entendido, ni llegaré a entenderle. Sólo el ademán y tono puedo observar,
así que renuncio a imaginar con quiénes se pelea, o a quiénes convence, pero ahora
que lo he asimilado como parte del paisaje, me da lo mismo, la verdad.
Alguna vez, no sé por qué, me recuerda a un Quijote, desafiando a molinos invisibles, pero hoy le visto con otra imagen. Esta mañana, en el parque de siempre, había una
escalera, de madera, imagino que para repintar una farola, ya que los cachivaches
al pie así lo han hecho pensar.
La he fotografiado, porque me ha
parecido anecdótica, tan pedestre ella, así como pragmático y simple me ha parecido el tema del repintado de artefactos de
un parque.
Mi sorpresa ha sido
mayúscula, cuando le he visto aproximarse, charlando bajito, y veo que al llegar cerca
de la escalera, su cara ha cambiado, como su tono, y en un santiamén se ha
encaramado a la escala de medio pelo o tribuna de pantalón corto, para iniciar
una arenga.
Esa cantinela jalonada de gestos,
con buenos cambios de inflexión de voz, que poco a poco he ido dejando atrás,
al alejarme del parque y dejar que otros sonidos, hoy el de unos niños en
hilera tomados de la mano de dos en dos, en este caso, me inundaran la mañana
de promesas por ver florecer, sin arengas.
Parece que tiene ínfulas de orador como si estuviera en el corner inglés del Hyde Park, soltando una perorata a las palomas.
ResponderEliminarMuy logrado.
Besos.
Igual explica las mejores lecciones de física cuántica. Nunca podré saberlo, pero la verdad es que es un personaje curioso, cuando menos...peculiar.
EliminarUn beso
A mí también me ha recordado a las arengas del Speakers' Corner
ResponderEliminarEn parte era la intención. Pero en zapatillas de estar por casa.
EliminarUn beso
Arengas me ha llenado de motivaciones y pensamientos colaterales, que incluyen el Hyde Park, ese parque londinense donde los ingleses que quieren hacer una protesta se encaraman a una simple silla, una rústica banqueta,que el indignado súbdito inglés toma por estrado y realiza su arenga destinada a los presentes. Cordiales saludos, Albada Dos !!
ResponderEliminarEsa era la visión novedosa que me llamó la atención, la de Hyde Park, donde hace no sé, tal vez mil años, observé un cajón boca abajo donde se encaramaba un flemático tipo a quien tampoco entendí.
EliminarMal asunto la torre de Babel, porque el idioma común no separa, y a esa inmensa universalidad de los sentimientos entre las personas es la que deberíamos atender. Un abrazo, Beatriz.
Un rato que tengas tiempo, creo que deberías aprender árabe. No puedes dejarnos con esta curiosidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
He hecho dos cursos de árabe, ambos coincidiendo con la llegada masiva de magrebíes en Cataluña, sobre 2005, creo recordar. Lo que me que quedó claro es que su escritura con tinta y una caña afilada es una belleza. Porque construí mi pluma y constaté lo difícil que es escribir árabe.
EliminarYa llego tarde para más cursos para intentar entender lo que no conseguí en mi empeño. Y tal vez, superado el inglés, me decantara por el chino. :-)
Un abrazo
Yo tengo un curso de árabe aprobado, pero solo recuerdo las tres primeras letras del alfabeto.
EliminarUn abrazo.
Pues los m´´ios eran cursillos, tipo taller, el primero de lso cuales me dejó la escritura y su belleza experimentada, y el segundo los mejores cuscús que haya ayudado a preparar. Tal vez perdí, cómo no, los apuntes de fonética pero lo que toqué...sí que en parte me ha quedado, que siempre es un consuelo, y algunas palabras, como una docena, no más!
EliminarUn abrazo, Macondo.