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Desde que su esposa e hija murieran
en un accidente de tráfico, por mucho que el conductor borracho que chocó contra
su Seat Panda esté ingresado en la cárcel, Joseba no puede dormir. El accidente
fue hace dos años, pero el intrépido ex conductor de buses no ha podido afrontar
la situación, ni se ha rebajado a pedir ayuda. La soledad de su cocina, sin
ellas, las noches, con las pesadillas, sin ellas al despertar, le llevaron a una
decisión que encontró viable, y que de hecho, le ha calmado el alma y menguado la desesperación .
La ruleta rusa funciona perfectamente. Si no se mataba interpretaba que todavía tenía algo que hacer,
así que ha seguido su vida normal, sin comentar con nadie su macabra solución a una
vida sin ellas. Alguna vez añora que su hija no les diera un nieto, pero tampoco está seguro de que su existencia hubiera sido determinante. Cada lunes, temprano, con la
casa limpia y recogida, hace su demostración
de aceptar el destino del tambor de esa Smith & Wesson calibre 22. Lleva casi un año con el juego de muerte o vida, y su sentido de la realidad le anda murmurando que pronto acertará a
matarse, porque la suerte y el azar tienen sus propias reglas, pero entretanto,
cada lunes sale a manifestarse por una pensión digna. Luego, acabado el acto,
se va de tapeo, de pintxos, al Sorginzulo, y sigue por la Plaza nueva, hasta regresar a su piso en Indautxu.
Esta mañana, primer lunes de
otoño, se despertó con buen ánimo. Las pesadillas van menguando en intensidad
y hasta creyó haber dormido la mar de bien. Ha recordado, de manera vaga, la imagen de una
mujer, vestida de rojo y de mediana edad, que entre otros paisanos había
acudido a la manifestación semanal por las pensiones del lunes día diecisiete y cuya sonrisa le había cautivado. Hace girar la rueda
del tambor, amartilla el gatillo y coloca el cañón en la sien. Sólo cuando oye un trueno en su cabeza recuerda que no le ha ha pedido ningún dato a la mujer de
rojo, pero la buscará, se dice. Luego, la oscuridad le engulle.
Brutal!
ResponderEliminarUn beso.
La vida a veces permite esos avatares horribles poniendo a prueba a quienes, ni que sean vascos, han de luchar contra la vida misma.
EliminarGracias. Un beso, Alfred
Impactante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay muchas maneras de enfrentarse a las tragedias, y mi protagonista optó por el juego macabro. Pero creo que es la peor opción. Por él y quién sabe si por la mujer de rojo.
EliminarUn abrazo
Muy bueno!
ResponderEliminarPersonaje interesante la mujer de rojo...
Abrazo.
Nunca sabremos quién es esa mujer, pero me temo que Joseba podía haber cesado de jugar por ella.
EliminarUn abrazo
Joder vaya tela y menuda tragedia; eso sí qué es pender la vida de un hilo. Por cierto sino recuerdo más creo que hay una película que se llama "la mujer de rojo".
ResponderEliminarBesos
Sí, el título me sugiere una peli del 84 famosa, pero lo he usado porque queda ahí, como una esperanza :-)
EliminarBesos, Rafa y feliz sábado
Jo.... qué relato!!!
ResponderEliminarQué historia!!!
Estremece.
El relato es muy bueno.
Está muy bien escrito.
Besos.
Faltaría saber de dónde surge esa mujer, qué historia quedó inconclusa, pero quise ese final,
EliminarGracias Toro. Un beso
Interesante relato, la idea es soberbia, y el final estremecedor, pero es el que correspondía. Por mi te mereces un aplauso y un abrazo
ResponderEliminarEl final podía ser una liberación, pero me pareció más sugerente que quedase en el aire, entre el trueno ensordecedor. Creo que es un calibre muy pequeño y no sería un ruido tan grande, pero bueno.
EliminarUn abrazo y gracias, ESter
Dios me libre de tal experiencia porque tu relato es tan real, que puede sucedernos a cualquiera y de ahí ese miedo a lo que pueda suceder.
ResponderEliminarSería horrible llegar a al conclusión de que no hay futuro, que no se imagina, pero hay tragedias así. Los accidentes se llevan por delante en ocasiones a toda la familia, dejando desolado al superviviente.
EliminarGracias, Buscador. Un abrazo
Y si ya se sentía algo mejor, si ya tenía una ilusión en la mujer de rojo, cómo no dejó ese macabro juego? Una cosa es encontrar la muerte y otra buscarla. Buen relato.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana.
Me temo que mi personaje no fue consciente de la mujer de rojo hasta el último momento, tarde, en este caso. Porque si hubiera confiado en lo que había sentido, ese lunes no habría jugado, estoy de acuerdo.
EliminarUn abrazo grande
Quiere y no quiere vivir, o bien desea y no desea morir. Alterna una vida normal con ese macabro juego de los lunes. Parece que la vida quiere darle una nueva oportunidad y acaba desechándola. Una contradicción que muchos, en su lugar, sentirían.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo.
Esa es la idea. Por perder la esperanza, es absurdo perder la posibilidad de volver a tenerla. Hace un juego, bestia y absurdo sin duda, y si bien le tranquiliza de alguna forma, y ahí pensé en Herman Hesse, le impide, en el último instante, poder vivir.
EliminarUn abrazo Josep Mª y feliz finde
No podía haber otro final, en ese impactante y desesperante,(por falta de esperanza),relato.
ResponderEliminarA la vida hay que darle la posibilidad de evitar el último disparo.
Enhorabuena y besos.
A la vida hay que seguirle dando vida, pero a veces no se ve la salida que pueda llamarse así. El último suspiro, que nunca sea un disparo, sin duda.
EliminarUn abrazo y gracias Juan L.
Con una capacidad de tambor de diez balas, jugando una vez a la semana, tendría que haber muerto más de una vez al mes, por lo que la fortuna había sido muy generosa con él. Y justo cuando más le hacía falta, la ley de probabilidades se hartó de mirar para otro lado.
ResponderEliminarTan bueno como duro el relato. Me ha encantado.
Un abrazo.
De hecho él ya sabe que estadísticamente se la está jugando, nunca mejor dicho. Cada lunes hace girar el tambor, pero es verdad que la suerte, en este juego le ha sonreído.
EliminarGracias, Macondo. Un abrazo
¡¡Oh!! Me has estremecido. Ya esperaba el final, pero lo cuentas de modo que igual me ha estremecido. Me gusta mucho. Me recordó una resolución que me fue muy útil. Yo pasaba por lo que llamó la peor temporada de mi vida: pasaba mucho tiempo en la cama, tapada completamente, deseando estar muerta (que no es lo mismo que desear morir o desear matarme) y un día de los peores hice algo así como darme por muerta y resolver que en tanto mi cuerpo estuviera vivo, "viviría". Creo que puede parecer sin sentido, pero de algún modo me salvó la vida :)
ResponderEliminarDe hecho son estrategias de escape. Porque morir no tiene vuelta atrás. Otra opción es la usada por Herman Hesse en el "lobo estepario", creo, poner fecha a la partida voluntaria, y eso puede hacer llevadero lo que va llegando, pero como la mente acabó por decirte, mientras el cuerpo sigue vivo, no más que seguir pedaleando. Porque se avanza, en alguna dirección.
EliminarUn abrazo
Y pensar que puede pasar.....impresiona.
ResponderEliminarSaludos 🌞
Sí puede pasar, de hecho no sería una novedad. Los ahorcados, que los hombres suelen ser brutos para eso, detrás guardan tragedias parecidas, la pérdida de seres imprescindibles en la vida, y cada uno busca su propia estrategia.
EliminarUn abrazo
ResponderEliminarMe lograste causar cierta impresión, menos mal que cualquier parecido con la realidad, es pura ficción.
Un abrazo efusivo y un-be-so-en-tu-ser
La historia no es real. Posible pudiera pero hay que tener agallas, y un revolver para proponerse ese juego. No sé si más agallas o menos que seguir viviendo y recomponer el presente de ese hueco inmenso. Se habla del suicidio como de una cobardía enorme, pero no siempre lo veo así.
EliminarUn abrazo grande, Guillermo :-)
Este texto refleja la esencia del relato, dos o más historias que se entrecruzan, y que decir tanto del principio, que no augura nada bueno, como ese final apoteósico. Es bello, trágico, contundente y breve, nada sobra, todo forma parte de la historia, como debe ser. Es el paradigma del relato. Un éxito.
ResponderEliminar¡Bravo!
Muchas gracias Pitt. Pretendía hacer un muy breve relato que contuviera lo preciso, y con un final duro.
EliminarUn abrazo.
nadie está libre de querer bajarse de ese tren que ya no controla ni le hace feliz. La tasa de suicidios en mayores es importante. Y te explico, el verano pasado pero más aún el anterior, se morían ahogados en playas muy planas, demasiados mayores de 65 años. Ignoro si por la crisis, la impotencia de pensiones insuficientes, el cargar con hijos y nietos...no tengo idea, pero este verano no se han ahogado tantos mayores. Y las playas cubren lo mismo, en le mediterráneo muy poquito.
ResponderEliminarUn abrazo Julio David, gracias por comentar
Siempre es de agradecer tu visita y tu aportacion
ResponderEliminarMuchas gracias
Me encantan mi marido tiene una coleccion de insectos tropicales
Besos
Los arácnidos son inquietantes. Los insectos pueden ofercer tal variedad que hay para coleccionar como tu marido hace, por regiones.
EliminarBesos Anna
Hola Albada Dos , vaya con el relato pensé que ya que había pasado el tiempo del duelo por así decirlo , pensé que había quedado con esta misteriosa mujer que le había sonreído , y mira tú por donde este viaje la pistola hizo su trabajo , dios que miedo me da imaginarme la escena , un relato muy bueno , y bien escrito contundente y duro , te deseo una feliz noche , besos de flor.
ResponderEliminarLa vida está viva hasta que un cartucho, el destino es así, nos la siega. En el relato pretendía mostrar que aún en le pozo más negro puede brillar la esperanza, lo que pasó aquí es que Joseba se percata tan tardíamente que ya no hay remedio.
EliminarUn poco es, gocemos de lo ese hoy que no sabemos si despertará mañana. Un abrazo grande
Buenísimo!! Qué tensión... Qué mala pata que vaya a suceder cuando podía haber cambiado su vida...
ResponderEliminarQué bien escribes!!
Muchos besos.
Es muy mala suerte que Joseba no cesase su juego cuando esa sonrisa envuelta en rojo le produjo una reacción intensa. Tentar ala suerte, en este caso de manera tan literal, puede tener esas consecuencias. Que la vida es la suma de golpes del azar, pero en este caso ha sido un apena.
EliminarUn abrazote y gracias por tu lectura, siempre amable. Feliz día
Que trágica ironía, justo cuando encontró una razón por la cual dejar ese juego macabro, justo cuando volvió a sonreír, le tocó morir. En lugar de una mujer de rojo, La mujer de negro.
ResponderEliminarSaludos.
Debería haber ido vestida de negro. Porque significa el túnel después de un rayo de luz. La ironía del destino, que suele ser así de cruel.
EliminarUn abrazo
Qué pena jugar a la ruleta rusa justo cuando había conocido a la mujer de rojo...
ResponderEliminarImpactante tu cuento...
Un beso enorme
Pues pensé que esas cosas, a veces pasan. Hay historias tristes, mucho.
EliminarGracias. Un abrazo