Luis
la acompaña hasta su casa, sube con ella en el ascensor, y a pesar de desear
un puro, quiere reservar su boca para esos labios de cereza madura. Acaban en la cama, ella con una bolsa de guisantes
congelados en su tobillo y él explicando por qué había llegado con tanta
antelación a su cita. Conforman una cita futura donde ella haga de Cicerone. Han puesto Bach BWV 1041. Luego, sin saber cómo ocurre de una forma tan natural, ni por qué, redimensionan el tiempo y el espacio que les queda,
inmersos en los brazos del otro. Lola resulta ser una escritora que él
comenta a veces en su blog de lectura, y que usa seudónimo. Acaba siendo
la mujer arrojada del papel couché, y redimida por una mirada con gafas. Desata sus alas, para dejarla volar, al reducto más carnal y al mismo tiempo más
virginal, que ninguno de los dos pudiera recordar. Ahora, entre la música leve que, de
contrabando, se filtra entre sus caricias, ambos se reconocen en ese tacto
soñado y al fin encontrado en un Metro, oyendo a Mozart.
Otra música entrecorta sus
alientos enredados. Van en pos de más y más caricias, más adagios, más
sinfonías, más melodías de canela y albahaca. La tarde ha empezado a incendiarse, y ya no hay manera de detener el humo ardiente
que dejara atrás el puro de él y la tristeza de ella. Por el aire vuelan virutas de estrellas
que dibujan a cuatro manos entre los dos. La cama revuelta, con guisantes y
prendas de ropa parece un oasis recién creado. Poco apoco los pulsos van tornando a su ritmo, Las taquicardias se enlentecen. Un guisante ha quedado bajo la rabadilla de Lola y ríen en su busca. Luis desconoce qué hora es, y no le importa. Suena un timbre. Miran divertidos y plácidos el despelote del espejo.
Luis se despierta en la sala de
espera de la Barraquer. Se acaba su cabezada. Un timbre suave deja paso a su nombre declamado
en voz alta y clara. La mujer del tobillo del Metro le sigue pareciendo familiar. Todavía juraría que es Fred Vargas. La ayudó hasta llegar a la calle Aragón y ha pedido un taxi por ella, quien seguramente ya hay sido visitado en un hospital. Esa mujer de abrigo blando, que auguraba delicias marinas, se le ha aparecido en un sueño delicioso y él la ha perdido en su mar de dudas.
Lola guarda los cambios y cierra el portátil, con una escena del tercer capítulo de su nueva novela en el documento word. El timbre del microondas calentando la cena le saca de su ensimismamiento. El dolor del traspiés del metro sigue, a pesar de la ayuda en pedir un taxi del tipo aquel, grande y con gafas, que parecía quererla reconocer y que se ha colado en un sueño con guisantes.
Lola guarda los cambios y cierra el portátil, con una escena del tercer capítulo de su nueva novela en el documento word. El timbre del microondas calentando la cena le saca de su ensimismamiento. El dolor del traspiés del metro sigue, a pesar de la ayuda en pedir un taxi del tipo aquel, grande y con gafas, que parecía quererla reconocer y que se ha colado en un sueño con guisantes.
Si es que era demasiado bonito para ser verdad... bueno, al menos tuvo un sueño agradable.
ResponderEliminarBesos.
No es fácil que dos personas sueñen lo mismo, así que creo que llegaron tan lejos, que el azar permitirá nuevos retros. Encontrarse en los Metros, ya sabe Cortázar lo difícil que es, pero no es imposible :-)
EliminarUn beso, Toro y feliz viernes con sol. De momento.
Vaya, un cruce virtual de vidas, sueños y sentimientos. Lo malo de los sueños, cuando son tan bellos como este, es el despertar y darse de bruces con la triste realidad.
ResponderEliminarMe gustado mucho y me encanta el estilo poético con que lo has narrado.
Un abrazo.
El amor es una magia que bien merece prosa muy poética, en lo posible. Como el final se iba delimitando, era un sueño compartido, bajé el tono onírico, y dí realce a los guisantes y a la realidad más prosaica.
EliminarMuchas gracias, Josep M. Un abrazo
Hay sueños muy buenos. Si dos se sueñan y hay guisantes, es más que bueno.
ResponderEliminar¿A que sí?. ese sueño moldeado por dos inconscientes sincronizados es una promesa de futuro, o cuanto menos, son el regalo para recordar :-)
EliminarUn abrazo Silvia, y feliz día
Me parecía estar leyendo a Cortázar, mientras seguía esta otra parte de tu relato. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hay universos mejores que los creados por Cortázar. Te paso un link casi de psicoanálisis sobre su amor a los subterráneos. http://www.bifurcaciones.cl/2005/03/cortazar-y-los-subtes/
EliminarOjalá pudiera escribir a la altura de los tobillos de tal mente. Muchas gracias, rafael. Un abrazo en la mañana, soleada, así que si se deja iré a ver el mar, tan alejado de "subtes· y tan cerca de los sueños.
Estoy disfrutando, y digo estoy porque no lo doy por finalizado, has encontrado un filón, un hilo. Y créeme que necesitamos historias buenas abiertas a la imaginación. Un abrazo (yo tambien uso los guisantes con el mismo fin)
ResponderEliminarjaja. No hay hielo más maleable, ni más fresco, ni mas vivo ;-) que esa bolsa de guisantes, esa de por si acaso que duerme en nuestro congelador. hay suficientes datos en el sueño para perseguir las señas o las identidades de ambos. Fíjate que, en sueños, han quedado en un futuro cercano, en este caso sería la próxima cita a la Barraquer, así que podrán reencontrarse. Si quieren, claro
EliminarUn abrazo
Superadas las expectativas. Si al amor se le añade la magia de la poesía se entrevera con la belleza de la música y el toque de humor de los guisantes congelados, es evidente que el resultado debe ser brillante, como lo es tu entrada.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro. Era necesaria una poesía en las miradas de ambos, para enfrentar el miedo a un encuentro tan extraño. Los guisantes, como contrapunto, me parecieron un elemento muy pedestre, porque al final los sueños, sueños son, calderón de la Barca dixit. Y qué verdad.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo y feliz finde, con sueños plácidos y azules, o blancos, como las nubes que a veces tiñen de formas imposibles los cielos de la literatura
Bueno, bueno, me esperaba otra cosa...;)
ResponderEliminarPero está bien.
Un beso y feliz finde.
Pues no sé si esperabas otra cosa, porque conoces tu forma y mi manera de virajes a los finales :-).
EliminarYo me he divertido mucho escribiendo, l averda, que siempre es un plus, en mi caso de los mejores motivos para escribir. Un beso grande
Aunque sea se cruzaron también en un sueño... peor es nada.
ResponderEliminarAl leerte y disfrutar de la bella prosa poética de la parte amatoria, aprendí una palabra nueva: rabadilla, lo que nosotros llamamos el huesito dulce.
Y el papel importante que tienen los guisantes... jajajaja!
Besos y buen fin de semana.
Siempre se aprende algo. Me pareció jocoso ese guisante aislado entre el desorden de la cama. Mira si pueden ser importantes :-).
EliminarGracias por tu lectura. Un abrazo y feliz finde
Compartir un sueño es bonito, claro que mucho mejor es compartir una realidad. Y no acaba esta historia en tragedia, pero despertar de un sueño tan perfecto también podría serlo.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce fin de semana.
Es un sueño muy dulce. Imagino que es imposible soñar lo mismo que otra persona, porque cada inconsciente fabrica su puesta en escena de un aforma, pero qué bonito sería, ¿verdad?.
EliminarLo sueños, sueños son, para mala suerte de esta pareja. No descarto que se reencuentren, en otro texto, intentando llevar le sueño al plano real. Ell escenario musical y la bolsa de guisantes ya lo tienen. Deseo y anhelos no les faltan, así que ya veremos qué camino siguen. Un abrazo, Dulce.
Deberíamos hacer más caso a nuestros sueños (sobre todo si son compartidos). Tienen mucha más verdad de la que les adjudicamos.
ResponderEliminarEspero un reencuentro
Un abrazo
Yo recuerdos pocos, la verdad, pero los evocadores o claramente sexuales me dejan muy satisfecha. Encontrarse en sueños aquí va más allá de la metáfora, así que les deseo una buena travesía en la lotería de ia vida y del azar.
EliminarUn abrazo y feliz fin de semana, aquí ahora nublado.
Hola Alba , así que todo fue fruto de un sueño compartido entre ella que se torció el tobillo y el señor grandote con gafas? .... Pero digo , yo que no sera este el final no? o a lo mejor es una premonición de un posible reencuentro con esa misma persona , te deseo una feliz tarde besos de flor.
ResponderEliminarLa verdad es que no lo sé. Quieren seguir pero creo que tienen miedo a que la pasión sea tan vivificante como devastadora. O soy yo quien no sabría cómo plasmar tanta pasión, quién sabe :-) De momento tengo a otro Luis que ante el mar, encuentra a una mujer de sal.
EliminarUn atarde preciosa de otoño para ti, Flor, un beso grande
Parece que la belleza inmensa es casi imposible...
ResponderEliminarCuánta poesía en tus letras y que bien conduces la narración.
Mil besos.
Parece que sea un sueño, porque ne verdad es muy difícil encontrar tan de repente una relación tan perfecta.
EliminarBesos, Sakkarah, y feliz finde