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Siguiendo una iniciativa de Bitácora de mar, les paso mi aportación.
Desde que coincidieran en opinar que la música puede verse, un hálito de complicidad se había instalado entre ambos. Ella, por algún motivo que nadie acertaba a explicar, a veces se quedaba absorta al mirar rótulos de precios en un mercado del barrio. Explicaba cómo veía los números, blancos sobre el fondo negro de pizarra, en la superficie irisada por el sol, como con incierta de sonrisas, en cada cifra, pero, en especial, en los ceros. Le contaba, divertida, que estos aros ovalados se volvían locos felicidad y que hacía arrumacos a las decenas. O a los céntimos, cosa más habitual en las paradas de verduras y hortalizas. Blanca se excitaba al referir que los veía jugar, mecerse, y que observaba una especia de guiño a las unidades, a los ochos en especial.
Quería hacer sentir a Luis, con una mirada iluminada, que la cimbreante cintura del ocho, trazado en blanco tiza, se acercaba con lujuria a la coma, para tener más cerca a los dos ceros, del otro lado. Era tan apasionada y hablaba de las cifras con tal lujo de detalles que, por prevención, él la alejaba de las secciones donde era previsible que hubiera productos a ocho euros.
Los años pasaron, los mercados dejaron de usar esas pizarras, y Carla fue perdiendo la facultad de ver la vida que habitaba en las cifras, en esas superficies imperfectas. Los carteles de plástico, con casillas para cambiar las cifras, siempre al alza, no tenían vida propia. Los de fondo negro, artificiales, no producían contorsiones de ningún género, nk sensaciones en ella, y se olvidó del espectáculo cuasi circense. El otoño pasado, el coche les dejó tirados en un pueblo de Granada, donde podían pedir un recambio que llegaría al día siguiente. En la plaza mayor , se dispusieron los puestos verduras, era jueves, el día de mercado. Carla empezó a sonreír. Las perronillas que acompañaban al café del bar estaban divinas, pero entrevió esas pizarras, sí, como las de antaño. Luis adivinó que el número de su arrobamiento estaba a apunto de empezar. La siesta fue amenizada, además, por un acordeonista del lugar que destilaba pasodobles, con esas figuras imposibles que manaban de las notas, colándose por la ventana.
Carla no ha dejado de insistir en ir a pasar unos días por la sierra de Granada. Luis quiere sorprenderla por su cumpleaños, por revivir la locura de estar junto a la mujer que es capaz de vivir la magia de los números en su propia piel. Una sinestesia especial.
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Que bonito lo has hecho , es increíble como unos números en una pizarra nos pueden llevar a imaginar esas figuras en nuestra mente ..
ResponderEliminarMe has hecho recordar los carteles , que sin duda alguna era lo primero que nos fijábamos en los puestos del mercado ..
Una buena entrada para el tema del jueves ..
Fuerte abrazo y feliz día , con punto y coma muakkis.
Eran cartelitos de unas pizarra bizarras y hou di´riamos "cutres", pero que, ami entender tenían encanto.
EliminarUn abrazo y felzi día, Campirela
Arrobada por unos números seductores.
ResponderEliminarUn beso.
Creo que compenso mi incomprensión a las mates :-)
EliminarUn beso, Alfred
Ignoraba la existencia de la sinestesia. Lo he tenido que buscar en Google, jeje.
ResponderEliminarDebe ser una experiencia fantástica. Si yo la hubiera tenido, otro gallo me habría cantado con las matemáticas, jajaja.
Un relato original y encantador.
Un abrazo y, de paso, alabo tu increible productividad.
Tiene que ser fantástico, pero a veces, aterrador. A mí no me entraron nunca, me comparaban con mi hermana, quien estudió Ciencias Exacta, y claro yo a su lado era la estúpida hermana menor. No, no me entraron nunca
EliminarUn abrazo y por las palabras nuevas
En alguna ocasión, escuchando música he visto paisajes y he ideado versos. Eso creo que es la sinestesia. Pero, lo siento, con los números me resulta dificil.
ResponderEliminarBesos.
Estoy segura. Yo imagino, no veo, pero imagino, versos y colores y sólo con algunas músicas, pero tener sinestesia ha de ser un lujazo o una disfunción a evitar
EliminarUn abrazo y feliz día
Uf qué bonito, eres capaz de sacar arte de cualquier cosa. Y las imágenes para abrir el apetito. Abrazos
ResponderEliminarBueno, es tentador pensar qué hacen las cifras, expuestas, desnudas, ahí plantadas en los mercados, sobre tomates y melones, acelgas y pepinos , vaya, creo que tendrían muchas cosas que explicar
EliminarUn abrazo y feliz día, Ester
Mágico y ensoñador relato... La magia habita en uno mismo... Pero necesita de los polvos de estrella para brillar, los números era el suyo.
ResponderEliminarMe ha encantado, preciosa.
Mil besitos con cariño y feliz día ❤️
La magia está dentro, sin duda, y hay quien tiene el don de hallar la magia en cualquier rincón
EliminarMe alegro te gustara. Un abrazo y feliz tarde, con magia, a poder ser
Entonces es verdad que hay poesía en los números, como acabas de demostrar :)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el contraste entre los números vivos escritos en las pizarritas y los inertes de plástico.
Un abrazo.
Es que unos son trazados pro los dedos de un ser vivo, y por supuesto, los otros ya están dibujados y listos para encajonarse. Con los primeros Carla siente, con los otros no :-)
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo y tarde gozosa
a menudo compro en mercados de los de antes, esta mañana sin ir más lejos. creo que nunca llegarán a pasar de moda. los han modernizado mucho, pero siguen manteniendo su esencia.
ResponderEliminarabrazos!
La esencia de los mercados está en la parte viva, dependientes, personas que compran, números mágicos...sin duda los supermercados son más rápidos: eliges, con plástico casi siempre, y pagas todo junto, pero no hay magia, ni batiburrillo de aromas.
EliminarUn abrazo y por la magia de las cifras, que sin duda a ti no te deja indiferente
Bonito relato surgido de ese algo natural como es la compra del mercadillo.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Es como muy arraigado en la pituitaria y la vista. Mercados, colores, mandiles, y esos papeles cucurucho que los supermercados no pueden emular
EliminarUn abrazo y tarde bonita, con aromas a infancia y ultramarinos
Que relato inolvidable has logrado, Albada Dos!! Verdad que los números tienen una magia especial. Retratan a sus autores. Luego esa imagen primera es una sinfonía de color que estremece !! Un gozo pasar por tus Micro Regalos !!
ResponderEliminarEs que al trazar las cifras, los dedos dejan ir parte de lo que sienten, y eso es lo que hace mágicos a los números. Los colores del mercado son imposibles de emular, por bien que coloquen la fruta en lso supermercados
EliminarUn abrazo y feliz tarde, Beatriz
Muy original y poética esa forma de darle vida a los números. Tenés mucha imaginación y sabés como usarla.
ResponderEliminarUn besote.
Me alegro que te haya gustado. Porque si la música, para algunos pocos, tiene formas, por qué las cifras no pueden bailar paar otros, me dije
EliminarUn abrazo grande y tarde bonita, con imaginación por bandera
No se me había ocurrido mirar los números de esa manera, pero casi me has convencido del erotismo del ocho. La verdad es que ahora todos escribimos igual, con cifras prestadas. Es como si las personas hubiéramos dejado de ser de carne y hueso para convertirnos en objetos hinchables. Todos el mismo.
ResponderEliminarTe ha quedado magnífico.
Un abrazo.
En efecto, simplifica la lectura. Por supuesto, porque mis cincos, por ejemplo, porque pongo el tejado medio apara arriba, si no, no sé si parecerían un uno. Me encanta adoptar lo que me simplifica la vida, pero a veces, echo de menos la tinta del boli, los números con decimales, los aromas de los mercados.
EliminarUn abrazo y tarde bonita
Muchas gracias. La sinestesia es un tema de muy pocos, y rizando el rizo, se me ocurrió que alguien podía sentir a las cifras, siempre que estuvieran en tiza manual.
ResponderEliminarUn abrazo y por una tarde con magia en la mirada, que es la que vale la pena
Curiosa adicción a los números hechos a mano alzada en pizarras, casi una parafilia que has relatado amenamente. Aún existe ese método de poner los precios.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Afición curiosa, parafilia me parece muy fuerte :-). Se ha de usar sin duda, pero aquí ya casi no se ve. Y es bonito ver números hechos a mano
EliminarUn abrazo y feliz tarde, Dulce
Yo tenía una complicidad fantástica con los números.
ResponderEliminarJugaba con ellos a gran velocidad, los multiplicaba, dividía, incluso hacía demostraciones con amigos y familiares...
Pero poco a poco nos fuimos distanciando.
Ahora soy amigo de las letras... de momento.
Besos.
Cachis, el cálculo mental es una habilidad preciosa, y no sabía que se iba con la edad, porque un hijo sigue teniendo una enorme habilidad para calcular y hacer operaciones. No creo que lo heredera de mí, por cierto
EliminarPor las letras, los números o todo lo que nos haga felices. Un beso
Me has llevado a mi infancia...cuando había estos mercados por todos lados,donde existían esas pizarritas con tiza blanca, marcando productos y precios..
ResponderEliminarMe ha encantado el relato!
Un beso!
Es un viaje la pasado, lo que que espero es que no regreses con ganas de llorar
EliminarPor la magia de la tiza. Un abrazo y feliz tarde
Me has sorprendido en mis recuerdos y esas pizarras negras con números donde se emera el tendero a trazarlos con elegancia...Todavía quedan ultramarinos anunciando tomates o patatas a tal precio pero, se están perdiendo.
ResponderEliminarRecuerdo la tienda de Juan con pizarras antiquísimas anunciando la oferta del día....Del mercado de mi pueblo todo tenía magia pero sólo recuerdo aquel perfume repetitivo de cada sábado cuando iba por despojos para mi perra Tula.
Un beso
Aromas, agradables o no que quedan tatuados en la memoria. Eso es magia de la buena, como las cifras o letras a mano alzada
EliminarUn abrazo, Buscador, y por los trazos vivos
Muy original tu relato, Albada, narrado con mucha magia y detalle. Muy pintoresco y emotivo. Me encantó. Por cierto, por error dejaste tu link en mi blog, en lugar de en el Mar. Te lo digo para q le avises. Un abrazo
ResponderEliminarQué fallo. Intento subsanarlo.
EliminarGracias y por una tarde cargada de aciertos. Un abrazo
Tu inspiración es mágica, mira que lindo te a quedado el texto que paseo por tus letras y me llena de recuerdos de un mercado antiguo en mi pueblo. Saludos amiga.
ResponderEliminarViajes al pasado, a mercados y tal vez miradas que ya no existen. Pero qué bien nos va a aveces
EliminarUn abrazo y tarde bonita, Sandra
Seducción, amor, merdadillo y números:
ResponderEliminarUna combinación muy original y un deleite leerte.
Besos, Albada.
Me alegra te haya gustado, porque he paseado por la magia del trazo vivo sobre pizarra-
EliminarUn abrazo y muchas gracias
Pero que original te ha salido el relato. Que imaginación tienes. Felicidades, me encantó el enfoque que le diste.
ResponderEliminarGracias por participar.
Bss.
Gracias, ahora intentaré enviarlo bien. Qué despiste
EliminarUn abrazo y feliz tarde, Mar
Curiosa afición; pero si pasa que los números y las letras hechos a mano tienen personalidad, seguramente de la dueña que los ha escrito como es natural. Cuando son de imprenta parecen clones.
ResponderEliminarMe gustó esa mágia de los números, sobre todo del ocho
Un abrazo
Los de imprenta es que son clones, lo que va fenomenal para la comprensión de todo el mundo, pero no tienen alma, y se nota :-)
EliminarUn abrazo y por la magia de nuestra propia mano
Todo tiene magia si nosotros la ponemos en ello, ya sean números, notas, olores.... Pero es verdad que donde se facilita más esa labor de poner magia es en esos pueblos perdidos en la naturaleza donde la modernidad no se ha dado tanta prisa en llegar como en las grandes ciudades.
ResponderEliminarCierto. Yo he recordado, de pueblo, una báscula romana, se llamaba, con un palo con pesas, y un plato donde se ponía la mercancía para ser pesada. Era una magia total, los números, tres pesetas, las palabras, patatas o tomates, y el aroma de mercadillo.
EliminarHemos ganado miles de cosas, buenas, sin duda, pero hemos perdido muchas sensaciones. Un abrazo y feliz tarde
Hermoso, tanto que le tome cariño a los números...algo increíble para mi.
ResponderEliminarAbrazo.
Yo no lo he conseguido, pero lo mío con ellos viene de muy lejos :-) pero escribiendo me cayeron simpáticos y muy vitales
EliminarUn abrazo
Que preciosidad de relato!!! Y es que haces que hasta los numeros sean sensuales, me ha encantado. Besos.
ResponderEliminarVer es la segunda parte de querer ver, me temo, y jugué a dar vida, aunque fuera para una sola mujer, a esos integrantes de la vida que no sabemos valorar
EliminarUn abrazo y feliz tarde
Bonito relato 🙂 soy bastante de cosas antiguas, pizarritas o lo que sea, me parecían más bonitas e interesantes que todas estas modernidades...de ahora.
ResponderEliminarEl toque personal se ha perdido...con el tiempo.
Besos
Ya lo creo. Parce una barbaridad pero mira en un espejo antiguo, con sus imperfecciones y uno de ahora. El nuevo es más fiable, pero la magia de uno viejo no ,puede tenerla
EliminarUn abrazo y feliz tarde, con cositas dotadas de alma
Estética y erótica también en las cifras, no solo son estas aritmética de mercado. Que tires del hilo de esas observaciones fruteras -u hortaliceras- es síntoma de ingenio, siquiera efímero. Te bulle en el cerebro una musicalidad y un ritmo ante las cosas. Al escribir estos textos pequeños bailas un poco con ellos, ¿no?
ResponderEliminarJuego, me temo que ni bailar, es un abrir los ojos y mirar, otras veces es cerrar los ojos y escuchar lo que no se suele escuchar, pero que tal vez respire :-) El ingenio no lo presupongas, porque no creo que sea un don en mí
EliminarPor los juegos, donde ganar o perder no existe. Es entretenerse tal vez. Un abrazo
Luis sabe que si Carla es feliz, él será feliz.
ResponderEliminarQué original!
Un abrazo grande
Creo que esa actitud es la correcta. En este caso, con mayor motivo :-)
EliminarUn abrazo, Alis
Que lindo relato!! que aire fresco y original ha entrado por mi pantalla! yo no lo siento en la piel como tu protagonista pero me gustan las pizarras escritas con tiza blanca, evidencia la voluntad y la habilidad puesta en acción. Buen augurio tienen Carla y Luis que no todos tienen ese regalo. Lo disfrute Albada
ResponderEliminarBeso de sábado
Realmente son bonitas, porque van mutando, y sus trazos están muy vivos. Muchas gracias, me alegra que lo disfrutases
EliminarUn abrazo y feliz día
Un colorido relato que desprende sabores, olores, bullicio veraniego...
ResponderEliminarSiempre es un placer leer tus regalos escritos.
¡Ah! ¿Y en Granada no probastéis los "pionones"?. Un dulce típico que se ideó para celebrar la visita del Papa Pío IX a Granada?
Un abrazo.
Cachis, pues no, no probamos los pionones granadinos -). Ahora que me dices, en otra ocasión caerán, seguro
EliminarUn abrazo, Fany, y por un día bonito y colorido
Un extraordinario relato lleno de imaginación y fantasía y me ha encantado. Gracias por hacerme soñar
ResponderEliminarPaz
Isaac
Me alegra que te haya gustado. La fantasía y el color creo que son primos hermanos
EliminarUn abrazo, Isaac
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Enhorabuena, Anna, me alegro mucho. Pues a ver si le echo un vistazo
EliminarUn abrazo
Saludos y abrazo mi linda amiga.
ResponderEliminarGracias, Sandra, para allá van abrazos de vuelta
EliminarPor un bonito viernes para ti
¡Qué disfrutable lectura! :D
ResponderEliminarQué bien que te haya sido amable de lectura, Silvia
EliminarUn abrazo