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Miércoles 9 horas. No sé si ha pasado un día, o sólo una noche. El sol ilumina ya la cocina, donde mi cacharro de agua sigue como lo dejaste,
Laura. Miro por la ventana y busco, entre los olores de la calle, el tuyo. Luego
agudizo mi oído, por descubrir el sonido de tu Mini. No hay quien confunda ese
ruido como de tos permanente, porque siempre te olvidas de llevarlo a tapar un agujero
del tubo de escape.
Se oye el llavín de la puerta, y emprendo una carrera por
el pasillo, y me tropiezo con la pata del
paragüero, y al fin llego a la moqueta justo a tiempo para ver a esa señora que
viene a casa y deja olor a lejía y suavizante. Me decepciono, aunque sabía que
no eras tú.
—Hola Bruno, Voy a sacarte a pasear. Ya sé que tu amita no
pudo, a ver... busquemos la correa…
—Al menos me sacará, porque tengo pis desde hace horas, pienso.
Le muestro con el hocico el lugar de mi correa. Se hace un lío
con las cuerdas, me pone el arnés tan mal que no puedo caminar. Una pata me la ha metido por el cuello. Rectifica.
—Cada cosa en su lugar por favor,¿no lo ves mujer?. Igual mi mirada ha sido útil. Me coloca bien el aparato del cuerpo al fin.
Luego el de la boca. Con lo poco que me gusta a mí el bozal. Que ni sé para
qué me lo ponen, si yo no muerdo ni he mordido nunca.
—Bueno, Bruno, calma. Ahora cogemos el botellín de agua y nos
vamos al parque.
—No pluralices, que yo no cojo nada. Pero vale, a ver si
salimos y puedo husmear tu aroma de una vez, pienso.
Salimos, dejo que ella lleve el paso, porque por mí
estaríamos corriendo hacia la zona donde mi olfato me dice que has cogido el coche. ¡Vaya!, me paro en seco. El árbol del parquing lo ha orinado ese rottweiler del barrio.
Dejaré mi marca, y que se jorobe, me digo. Levanto mi pata todo lo que puedo. Me duele la cadera. Disimulo, aunque cojeo un par de pasos.
—Bien Bruno, ya tenemos un pipí. Ahora tiro un poco de agua
por encima, dice. Me salpica con el agua, que me da en un ojo, y un poco se me
mete por una oreja. Me sacudo fuertemente y se asusta.
—Pero ¿qué te pasa, bonito?, ¿te has mojado?, ¿hay una mosca
por aquí?
Da igual, ella pregunta sin dar tiempo a responder. La
ignoraré, me digo. Quiere llevarme al parque cercano pero yo quiero ir siguiendo tu olor. Giramos hacia la calle donde seguro que has estado, lo huelo. La
mujer se incomoda, se resiste, pero al fin me sigue. Sí, el Mini ha estado aquí, en un hueco que ahora ocupa un Kia pequeño. Queda el levísimo
aroma de tu colonia y de tu pelo, pero de ti ni rastro, como es normal.
Defeco. Me da enorme vergüenza, así que le doy la espalda por no ver qué cara
pone. La bolsa azul la despliega con impericia y torpeza. Con un mohín de asco recoge y tira luego a la
papelera la bolsita de marras. Yo quiero volver a casa. Huelo a que una perrita
muy linda está cerca, pero ahora no tengo ganas de dialogar con ella. Ni de jugar. Insisto en ir a casa. La mujer parece incómoda por mis tirones de correa pero se resigna. ¿Y si has vuelto, Laura?, me ilusiono. Tiro de la correa ante las quejas de la mujer.
—Vale, como quieras. Nos volvemos, Bruno, no se hable más. Ya
has hecho "tus cositas".
—He hecho qué cositas. ¿He jugado?, ¿He perseguido a algún gato?, ¿Me he revolcado por encima de un rastro de lombriz?. Es absurdo. No vale la pena, me digo, volvamos y ya está.
—He hecho qué cositas. ¿He jugado?, ¿He perseguido a algún gato?, ¿Me he revolcado por encima de un rastro de lombriz?. Es absurdo. No vale la pena, me digo, volvamos y ya está.
Qué intriga! ¿Qué habrá sido de Laura?
ResponderEliminarEntiendo a Bruno (me parece muy tierna su forma de ver las cosas). Yo también quisiera perseguir el olor de quien amo.
Ya quiero saber cómo sigue
Un abrazo grande
Es que el tiempo para los perros es muy elástico, para él una noche solo es mucho tiempo. Los blog tienen este inconveniente, que se han de poner posts cortitos, que se lean en segundos, no minutos, y a este ritmo hay un Bruno III necesariamente, pero los detalles los disfruto en voz de perro, así que te pido disculpas :-).
EliminarUn abrazo
No sabía que seguía, pero me alegro. Me había quedado preocupado por Laura. Y por Bruno. Qué paciencia nos tienen y qué bien la describes.
ResponderEliminarUn abrazo.
No lo sabía ni yo, como me suele pasar. :-) Nos tienen una paciencia de santos. Con los niños ni te explico, su paciencia es infinita.
EliminarUn abrazo
Me ha hecho mucha gracia la pregunta de Bruno, "He hecho qué cositas. ¿He jugado?, ¿He perseguido a algún gato?, ¿Me he revolcado por encima de un rastro de lombriz?"jajaja
ResponderEliminarEs cierto que algunas veces los bajamos con prisas, y les privamos del juego, tan necesario para ellos, son como niños de dos años, que solo quieren jugar, no bajar solo para hacer sus cositas...jaja me ha hecho gracias Bruno, que listos que son.
Espero lo siguiente.
Un beso Albada.
Son como niños, y que sigan así. Fieles, sin rencores, sin más. Con un amor desorbitado y sin aristas, con la inocencia de un niño. Luego el perro habla de las cositas de la señora de la limpieza, es que son listos :-)
EliminarUn abrazo
Me alegro que sigas con la historia espero que Laura regrese a casa pronto porque sino le va dar un jamacuco a Bruno.., me da la sensación que él esta poniendo ya nervioso necesita a su dueña con él la extraña ..
ResponderEliminarHaber la próxima entrega que nos depara las aventuras de este lindo perro ..su lealtad es infinita y eso lo demuestra en sus gesto de ir persiguiendo el olor de Laura ..
Me encanta ...Besos y abrazos .
No tenía previsto seguir el texto, pero ahora no pude parar. A ves pasa, que un personaje te abduce, así que he seguido sus temores y sus ilusiones. Con ello sigo pensando en laura, a quien estoy cogiendo cariño también.
EliminarUn abrazo y feliz día.
segunda parte, es cierto que el relato quedó abierto pero no sabía que lo ibas a continuar, nos estamos encariñando con Bruno. Abrazos
ResponderEliminarYo tampoco lo sabía, Ester, me dejo llevar a veces por la voz del protagonista, y en la de Bruno estoy gozando como una niña, así que sí, a ver Laura qué demonios quiere o hace.
EliminarUn abrazo
Vengo de leer la pirmera parte, que se me pasó por alto. Eres tan prolífica..., ja,ja,ja,
ResponderEliminarEs un relato tierno y encantador. Ese abandono (¿temporal?, ¿definitivo?) que el pobre animal no se resigna a aceptar. Esa necesidad de compañía, que suele ser mutua, nuestros amigos animales la sienten seguramente con más intensidad.
Yo no podría abandonar a mi perro por nada en el mundo. ¿Qué le habrá ocurrido a Laura para que haya actuado de ese modo?
Un abrazo.
Voy a rachas. Ahora Bruno me ha dado la mano, o su pata, y estoy siguiendo sus pasos. Desde su perspectiva todo lo nuestro es tan diferente a como lo vemos los humanos, que merece ser escuchado.
EliminarVeremos cuánto me sigue dando. Un abrazo
Gracias por dejar unas letras que alimenta mi sonrisa en la mañana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bien, rafael, que mis letras en la mañana te hagan sonreír. Es el halago más bonito para este texto, porque yo sonreía escribiendo, y seguro que me crees :-).
EliminarUna brazo
Tiene una prioridad y no se aparta de ella, todo lo demás es accesorio, incluida la nueva compañía.
ResponderEliminarUn beso.
Es a tiro fijo. Sólo quiere encontrar a su amita. Yo creo que este perro está demasiado acostumbrado a ella :-)
EliminarUn beso, Alfred
Ya se ha vuelto una historia más larga, Bruno es como un sabueso, si hasta conoce de marcas de coches :D Espero que encuentre a Laura.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Se ha hecho más larga, sí, a veces pasa. Uf y diferencia un portátil de otro, no te creas, es viejo y listo :-)
EliminarSí, la encuentra claro, si no sería una faena. Un abrazo
Dicen que segundas partes no son buenas, pero esta mejora a la anterior. Me has hecho reír y disfrutar con las andanzas de Bruno. Y ya sabes que no soy de mascotas.
ResponderEliminarBesos.
Yo me tronchaba escribiendo, la verdad, Juan L. Yo he tenido y ahora no tengo, pero los perros son especiales.
EliminarUn abrazo
No había leído la primera parte y mientras sonreía leyendo a este Bruno humanizado me preguntaba una y otra vez quién es Laura (voy a leer la primera parte) y qué habrá pasado con ella. ¡Ay si los animales hablaran!
ResponderEliminarBesos
Ay si hablaran, lo que dirían :-)
EliminarUn abrazo
Santa paciencia la de Bruno eh, jajajaja
ResponderEliminarBesos.
Parece que es un santo, pero poner la correa arnés no es tan fácil. Si no metes cada pata pro su lado, el pobre bicho va como un títere de loco. Tart, mi perrita, soportaba con estoica paciencia que lo pusiéramos bien. :-)
EliminarUn beso
Personas, eso es lo que son los perritos, personas.
ResponderEliminarBravo.
Los hay que son mucho mejores, no te quepa duda.
EliminarUn abrazo
¿Habrá una tercera parte? Bruno está muy preocupado por la ausencia de Laura, ¿Que se encontrará cuando llegue a casa?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguro, pero el animal no entiende mucho de relojes :-), aunque los ritmos los tiene interiorizados.
EliminarUn abrazo
A este perro se le ve un poco desganado. Parece que todos los días son el mismo y ademas si la asistenta lo lleva pues, mal empezamos el día...El tiene su coriosidad de perro y su veguenza para hacer caca pero le falta su ama que va dejando rastros por la calle jajajaja
ResponderEliminarBuenas noches Albada Dos
No sé si desganado. Tal vez muy hecho a rutinas. Son seres muy especiales. Tiene verguenza, estoy segura :-)
EliminarUn abrazo
Hola guapa , que lindura de perro , leyéndote me recordaba de mi pastor Alemán , que con solo vernos a los ojos , conectábamos intelectualmente , era una pasada al igual que este , yo digo como Conchi , espero que haya otra parte , para ver donde leñes se a metido su dueña , te deseo una feliz noche besos de flor.
ResponderEliminarCon la mirada se dicen muchas cosas, pero ellos captan el estado de ánimo y el dolor incluso. Son muy "humanos".
EliminarUN abrazo
Que tierno es bruno y cuanto amor le tiene a Laura, que me pregunto como el, donde esta?... Saludos amiga. Un gusto leerte
ResponderEliminarPues imaginé una ausencia súbita, pero no grave, lo que pasa es qu el perro está muy hecho a rutinas y tolera mal la ausencia de la dueña-
EliminarUn abrazo