Imagen tomada de Bic naranja |
Subí al
metro, cuando aún no se había ordenado el uso de mascarilla en este medio de
transporte. Tenía que ir a Correos, a trabajar las cuatro horas que mi contrato
eventual me pautaba. Los periódicos, la radio y la tele seguían comunicando, de
día en día, el número en aumento de muertos por este virus nuevo, caprichoso y
cruel. Los hospitales, al borde el
colapso, eran evitados, incluso cuando los ciudadanos tenían síntomas
preocupantes.
Era
imposible no fijarse en ella, aguantando a ese hombre, seguramente su hijo,
perdida en su dolor y la incógnita de dónde acudir. Nadie parecía darse cuenta
de su desamparo. Me ofrecí a sujetar a ese cuerpo inerte, o a pedir ayuda. La
mujer estaba ausente, en un universo lejano. Cuando contestaron por el aparato,
queriendo saber por qué había pulsado el botón de auxilio, sólo se me ocurrió
decir que nos había entrado en el vagón un virus enorme de indiferencia.
Alexey Kondakov ha usado el lienzo de LA Piedad de William Bouguereau para su composición
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Me parce genial como has introducido el tema del virus a partir de una imagen que nada tiene que ver con ello. Y dos veces (con el virus de la indiferencia). Y las dos acertada y certeramente. Y en un relato tan corto...
ResponderEliminarFelicidades y abrazos
Es muy corto, no sé por qué, cada vez los hago más cortos, ero aquí me permití ubicar al narrador yendo a Correos a trabajar. :-)
EliminarGracias. Un abrazo y feliz tarde
La desgracia de los demás nos afecta poco, cuando coge vuelo y aumenta exponencialmente, nos da miedo por el simple cálculo de posibilidades.
ResponderEliminarPero afectados por ese virus enorme que mencionas lo estamos siempre.
Un beso.
De acuerdo por completo. Nos importan los demás cuando hay historias del tanta envergadura como este confinamiento total y las víctimas de este virus. Es un virus, el de la indiferencia, que se contagia como la pólvora.
EliminarUn beso
¡Qué buena entrada! Cuántas "piedades" hay en el mundo y no nos inmutamos la verlo. Tu texto remueve conciencias.
ResponderEliminarUn abrazo, Albada
Hay imposible de cuantificar, millones de cuadros done la piedad podría ser una opción, y reciben indiferencia. Ta vez, como mucho, también oraciones.
EliminarUn abrazo y gracias, Rita
Magnífico tu texto Albada. Un virus que siempre está ahí y ¿cuánta gente lo ignora?
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un beso.
Es que se contagia tan deprisa...en parte porque ayudar puede ser farragoso, robarte tiempo, pero a veces nos son indiferentes porque no nos toca esa situación.
EliminarUn abrazo y muchas gracias, Carmela
ver a la gente apiñada y sin mascarillas, a este paso nos va a parecer tan chocante como cuando en una película antigua ves a gente fumando en sitios cerrados.
ResponderEliminaren psicología hay una cosa que se llama 'efecto espectador', creo recordar. viene a ser que cuanta más gente hay en un lugar, más pasivos somos a la hora de ayudar a alguien que tenga algún problema.
muy buen relato. abrazos!
Ese efecto es muy común. Si vemos, junto a muchos, algo o alguien a quien ayudar, pensamos "que sea otro quien eche una mano"
EliminarUna situación muy frecuente, y es una pena. Un abrazo y bonita tarde
Muy hermoso, emotivo por la Pietá, pero muy triste porque es la realidad.
ResponderEliminarA mayor número de problemas más nos pasan desapercibidos.
Un abrazo.
Estamos como saturados, excepto cuando pasan cosas como este virus con el confinamiento, que sacó lo mejor de la vecindad.
EliminarUn abrazo y vamos a por un tarde que nos llene
Estos días hay muchas Piedades anónimas que no subirán jamás a los altares de la Hipocresía.
ResponderEliminarYa te digo a porrillo, y todo el año.
EliminarUn abrazo
Qué buen paralelismo, Albada. Es un micro muy bueno y lleno de una realidad pasmosa. Me ha encantado.
ResponderEliminarMil besitos para ti y feliz día ❤️
La imagen era muy impactante, es una composición con un fragmento de La Pietá, en un contexto absurdo, pero me inspiró sobre la indiferencia.
EliminarMe alegro que te gustara. Un abrazo
Cuando una persona se impresiona, abre camino a la inspiración. Sin embargo, no siempre sucede que nos salga una obra maestra pero hoy, el milagro ha sucedido...
ResponderEliminarDos besos
Lo que me ha impresionado ha sido la composición la fotografía. Y la verdad es que me hizo pensar en cuánta indiferencia nos rodea.
EliminarMuchas gracias, Buscador. Un abrazo
A mí me parece que uno de los peores virus es el de la indeferencia, cuando te ignoran, cuando pareces invisible, y más cuando la desgracia te acecha es cuando poca gente se anima a ser solidaria. Cuánta maldad hay en la vida. Fíjate hoy este micro tuyo me duele.
ResponderEliminarBesos enormes, mi querida Albada, y feliz tarde de domingo.
Cierto, es que te vuelves invisible, como dices, y esa desgracia es sólo tuya. Por desgracia se ve muy a menudo, pero ahora, con esta pandemia, ha habido y hay situaciones horribles que a nadie parecen importar.
EliminarUn abrazo y feliz noche
Estupenda imagen que has hecho de ella un magnífico relato, desde luego si el virus que nos acecha es mortal la indiferencia de las personas no se queda atrás.
ResponderEliminarFeliz tarde, me ha gustado leerte.
Abrazotes fresquitos.
La indiferencia mata, no lo dudes, tal vez menos que este virus, pero recuerdo los suicidios por hipotecas, por ejemplo, y miles de situaciones espeluznantes.
EliminarUn abrazo y me alegro que te gustara
Sin duda ese es un virus instalado en la sociedad desde hace mucho, por ello preferimos disfrutar del verano que cuidarnos. Muy buen relato.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Exacto, no hay más que ver algunas imágenes de playas. Una indiferencia que aterra.
EliminarUn abrazo, Dulce
La imagen es impresionante y tu comentario a su altura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tanto me llegó la imagen, que busqué al autor, y a la obra que lo inspiró. Y ha sido interesante.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo, Macondo.
Hola pasaba saludar!!!!
ResponderEliminarTe cuento que abrí un blog de haikùs y voy a dejar los otros puesto que no me da el tiempo para todos.
Espero verlos allì, un beso enorme y un abrazo.
PD: ESTE ES MI ÚLTIMO Y ÚNICO BLOG DE AQUÌ EN MÁS. TE SIGO CON ESTE NUEVO PERFIL.
Pues vamos para allá. No lo dudes.
EliminarUn abrazo, Paula
sólo se me ocurrió decir que nos había entrado en el vagón un virus enorme de indiferencia.
ResponderEliminarNo hay mejor motivo (y respuesta) que esa. Caeremos todos enfermos, de una cosa o de otra.
Besos.
Ante la impotencia, el tipo dijo lo que le salió del alama, y es que estamos muy rodeados de ese virus de la indiferencia.
EliminarUn abrazo, Laura y que no nos alcance ni virus ni indiferencia, nunca.
Una entrada muy linda con el pícaro estilo que te caracteriza. Felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias, Jove. Un abrazo
EliminarSí, mal virus ése.
ResponderEliminarY mata igual.
Besos.
Mata lo mismo, o nos deja cicatrices para toda la vida. No se diferencian tanto.
EliminarUn abrazo y feliz lunes
Absolutamente magnífico,demoledor...
ResponderEliminarAlbada me descubro ante tu talento!
Mi abrazo admirado.
Muchas gracias, Luna. Me alegro que te gustara.
EliminarUn abrazo y vamos a por un bonito día
Un virus que nos acecha a todos y a muchos no les importa... cada vez estoy más convencida que solidaridad escasea por todas partes!
ResponderEliminarLa imagen es impactante.
Abrazos y buena semana tengas
Estuvimos unos días siendo solidarios, con la vecindad sobre todo, pero todo se ha ido diluyendo.
EliminarUn abrazo y a por una semana estupenda para ti
El silencio es una muestra palpable de indiferencia donde habita el dolor y el horror.
ResponderEliminarMis saludos dejo.
Es así, como Los indiferentes de Beltrol Brecht .
EliminarUn abrazo viaja para ti.
El peor y más peligroso de todos los virus.
ResponderEliminarBuenísimo el relato e impresionante la fotografía.
Un abrazo grande
Era un bombón de imagen. Y sí, ese virus no lo arrinconamos con mascarillas.
EliminarUn abrazo, Laura
la verdad causa mucha impresión la imagen... y si quiere dejar constancia de que la religión o Dios está ausente en los problemas lo logró... saludos
ResponderEliminarQue ni Dios se libra de la indiferencia, creo que representa .
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
La imagen impacta, así tu texto. Un virus que seguirá presente.... Saludos amiga.
ResponderEliminarPara el que no creo que haya vacuna, y es muy contagioso.
EliminarUn abrazo, Sandra, y gracias.
El SIDA nos pilló indiferentes, porque no éramos homosexuales ni drogadictos, luego el ébola también nos dejó indiferentes, porque era cosa de negros, así que cuando los chinos construían hospitales un unos días, creímos que era cosas de los chinos, y seguimos indiferentes
ResponderEliminarUn abrazo, Julio David
Wowww Impresionante mi amiga,
ResponderEliminarla imagen lo dice todo,
cierto esa vacuna nunca llegara.
Besitos dulces
Siby
La imagen me atrajo, y de qué manera.
EliminarNo hay vacuna contra la indiferencia, pero igual se consigue para el covi-19. Un abrazo
Hola Albada.. Que magnifica obra de arte has escogido, desgarradora y real para mostrarnos el sufrimiento de mucho, y la indiferencia de algunos..
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues muchas gracias. Proponían otras pero esta es que me impactó. Porque es así, una madre con un hijo agonizando y parecen números, nada más. No nos importa la gente, sino NUESTRA gente.
EliminarUn abrazo y feliz tarde
Nossa a imagem é atual em nossos dias.
ResponderEliminarSí, demasiado frecuente.
EliminarUn abrazo
Jo, qué bueno...
ResponderEliminarImagen y texto golpean duro, golpean de verdad.
Besos.
Bueno, era una reflexión en voz alta, de hecho.
EliminarUn beso, y me alegro que te gustara
Un mal común antes del virus y seguramente después también.
ResponderEliminarEn tantos lugares.
Un placer leerte
La indiferencia daña, mucho, antes y después de cada crisis del primer mundo.
EliminarUn abrazo y gracias
Qué buen texto, Albada. Tan corto como potente. La imagen también es fantástica. No sé, creo que a veces yo también tengo ese virus cuando viajo en transporte público, por más que intento vacunarme contra la indiferencia. :(
ResponderEliminarUn abrazo enorme y que tengas buena semana.
No nos que gestionar la ausencia de vacuna contra ella, porque si nos pusiéramos a hacer pedagogía, en playas y paseos, lo pasaríamos fata.
EliminarUn abrazo enorme y por una tarde tranquila.
Guau! Alba, es una genialidad! Es un relato exquisito. Cómo has ido entrando en el tema, la imagen que hace una comparación casi mágica con tu escrito en una sincronía perfecta.
ResponderEliminarGolpeas duro... muy duro y al mismo tiempo es de una sensibilidad y de una fragilidad aplastante.
Mi más sincera enhorabuena!👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼😍😍😍😍
Sí, mi intención era sacudir conciencias, porque todos somos indiferentes con demasiada frecuencia.
EliminarMuchas gracias, Galilea. Un abrazo grande
Una metáfora increíble, Albada. No puedo decirte más que magnífico.
ResponderEliminarEl dolor, la indiferencia... El no querer ver. La inconsciencia.
Todo recogido en tu texto. Te aplaudo de veras.
Un beso enorme.
No hay más ciego que le que no quiere ver, y es verdad. En esta y en todas las crisis.
EliminarUn abrazo y por una noche estupenda para ti
También podría ser que cada uno está vencido por su propia tragedia, dramas, demasiado abatido para pensar en otros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Podría ser. Juzgar desde fuera es siempre fácil, pero habrá ocasiones en las que uno no pueda ayudar, ni ponerse en la piel de otro, porque demasiada carga es estar en su propia piel.
EliminarUn abrazo
Al margen de la fábula que contiene, cuánta verdad encierran esas palabras. La indiferencia es una enfermedad crónica que no tiene cura. Si fuera mortal quizá cabría una pequeña esperanza de concienciación ciudadana.
ResponderEliminarUna combinación fantástica de texto e imagen.
Un abrazo.
Pues estoy de acuerdo, si fuera mortal la evitaríamos, seguro, pero es un lacra, ciertamente.
EliminarMuchas gracias, Josep Mª. Un abrazo
wow, el escrito es fuerte pero nada lejos de la realidad que ahora nos llena ... es increíble lo que estamos viviendo, un abrazo
ResponderEliminarLo vemos, hoy la tele hablaba de fiestas normales. No sé, la indiferencia nos va a matar, si no los hace le virus, o el calor :-)
EliminarUn abrazo
Texto e imagen me han impactado, cuanta razón tienes al hablar sobre el virus de la indiferencia Albada.
ResponderEliminarBesos.
Es un virus muy transversal, afecta a ricos y pobres. Y no tiene vacuna. Tal vez haber sufrido.
EliminarUn abrazo
La imagen es impresionante, y la interpretación que has hecho tú de ella también. Me ha conmovido.
ResponderEliminarEs conmovedora, me golpeó la vista, y me hizo vibrar, no lo dudes.
EliminarMuchas gracias, Ángeles. Un abrazo y feliz tarde
Magnífico tu relato. Así es el ser humano. Me has impresionado.
ResponderEliminarSaludos
Somos así, y no aprendemos. Es una pena pero la indiferencia nos cala hasta los huesos, y no reaccionamos ante la adversidad ajena.
EliminarUn abrazo
Buen relato de lo que acontece en la actualidad, la ignorancia de la gente por los demás evitando ver el sufrimiento ajeno
ResponderEliminarPero afortunadamente siempre hay alguien que sobresale demostrando su apoyo a los demás
Gracias por compartirlo
Saludos
Siempre hay alguien, tal vez joven, como imaginé a este trabajador de Correos, que sí piensa en los demás, que sí tiene empatía. Ojalá no sean especie en vías de extinción.
EliminarUn abrazo y muchas gracias
Sí, me alegro que lo encontrases interesante.
ResponderEliminarUn abrazo
La foto intervenida con la efigie de la piedad, para una imagen surreal; pero que bien acoplada para tu cuento, desde esa perspectiva de la peste de la indiferencia. Un abrazo. Desde mi cubil colombiano. Carlos
ResponderEliminarCarlos, me alegra que te gustara este post, la imagen era tan potente, que el texto se adaptó perfectamente inspirándose en ella.
EliminarUn abrazo
Buff Albada Dos te felicito, entre tu texto y la imagen te quedas sin palabras. Muy buenos ambos.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Conxita. La imagen era impactante de verdad.
EliminarUn abrazo
ALBADA
ResponderEliminarConmueve tu relato, eriza la piel, y deja lamente en trance, inundada de espiritualidad.
Bellisimo amiga, felicito calidamente tu presentación.
Un besito cariñoso.
LÚCAS
El mérito es de la imagen, no te quepa duda porque la indiferencia hacia el dolor ajeno es tan patente, es tan visible, que alguna vez hay que reflexionar sobre ella. Nos ha invadido.
EliminarUn abrazo, Lúcas
Relato e ilustración inolvidables ! Y comparto el comentario de Lucas. "La indiferencia nos ha invadido" . No en todos los sitios. Un abrazo !!
ResponderEliminarNo es todas partes, pero la indiferencia se contagia, y acaba por hacer enfermar.
EliminarGracias, Beatriz. Un abrazo
Alucinante, Albada. Un relato terriblemente real, como la vida misma.
ResponderEliminarCada día te superas más y más en estos relatos breves.
Felicidades
Un beso
Sin breves, pero intento darles sentido, profundidad. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.