Siguiendo la propuesta de Mónica, Neogéminissobre perdón y venganza, mi aportación es la que sigue. Parte del texto lo he tomado de uno mío de hace unos dos años, creo.
El perdón como tal no sé si es lo
que pude ofrecerle a José, mi mejor amigo cuando éramos chavales. Me animó a tirarme
con una liana al río, donde había poca profundidad. Mi mala suerte hizo que el
golpe monumental en la cabeza me dejara sin vista, dijeron los médicos, pero creo
que sigue siendo mentira.
En mi barrio me tiene por invidente y
se empeñan en ayudarme, a pesar de que no lo necesito. Lo que más me molesta es cuando
quiero cruzar una calle y me agarran por el codo, pretendiendo acompañarme en
mi trayecto. Es cierto que llevo bastón blanco, y podría ser desconcertante.
Un día me había sentado en un
banco, con un vaso vacío de plástico a un lado y al otro mi bastón. Cuando
escuché el tintineo de monedas en lo que creyeron un recipiente para caridad me
apresuré a quejarme.
─Señor, perdone, pero no soy
ciego, ni necesito limosna─ dije airado─.
La voz de un hombre joven me
sorprendió por el enfado.
─Venga ya, no tenga tanto
orgullo, y acepte la ayuda, desgraciado─ respondió, mientras recogía las
monedas.
Ahora el tema se ha agravado un
poco. Para evitar que me consideren maleducado, fui a la asociación de vecinos
y pedí a los presentes que me enseñaran algún objeto, de uno en uno, con el
objetivo de que comprendieran que yo podía ver lo que ponían ante mí: yo iba
nombrando
─ Un lápiz, ─un periódico─ una tarjeta de autobús.
Mi sorpresa fue que los presentes comenzaron con unos oh,
y unos ah, cada vez que nombraba el objeto. De hecho, redoblaron las
muestras de cariño hacia mí, y ahora hasta me admiran. No aceptan mi verdad. Me creen
ciego, y, además, clarividente. Sólo un chaval cree en mí, y cada tarde me
acompaña a ver el atardecer, en un banco de la playa. Yo no consigo darme
cuenta del momento mágico exacto de la puesta de sol, pero lo reconozco, sin problemas,
a través de las yemas de mis dedos, sobre el rostro del niño.
Palabras. 338
No se lo que es nuevo o anterior, pero el conjunto, el resultado es un descubrimiento, es lindo y convence de la bondad de la gente. Abrazos
ResponderEliminarEs que hay gente buena, siempre, en todas partes, y lo curioso es que hay quien tiene limitaciones, y las derriba.
EliminarUn abrazo, y gracias
Mágico, es hoy tu relato, me has tenido en vilo y el final es apoteósico. Un besazo.
ResponderEliminarMe alegra que te gustara, el final es lo que copié de un texto. Al releerlo me quedé con esa imagen del ciego con un niño viendo el atardecer.
EliminarUn abrazo grande
Él tiene su propia forma de ver que no coincide con la de los demás porque no la conocen. Es un texto magnífico. No te lo había leído así que para mí, novedad absoluta.
ResponderEliminarUn beso muy grande.
El invidente ve, a su manera, con sus sentidos, pero lo que no acepta es la discapacidad. O se engaña, claro.
EliminarUn abrazo enorme, y muchas gracias
Una nueva imagen de un texto antiguo, que se ve estupendo.
ResponderEliminarUn beso-
Se ve, así con los ojos de la mente, qué bonito ¿verdad?, imaginar al leer, qué magia tiene.
EliminarUn beso
leyendo " El comunicación no verbal " de Flora Davis, podemos entender a determinadas personas que " ven " el mundo desde conceptos distintos. Un ilustrativo tema que nos enseña a comprender Un abrazo
ResponderEliminarEsa comuncicación, sin poder asegurar que haya leído a Flora, es la más natural. De hecho fíjate que hasta los animales y plantas se comunican.
EliminarComprender más allá de las palabras, y de los sentidos, qué buena propuesta. Un abrazo
Restos de una memoria...Qué bien lo has descrito, el objeto nunca cambia, lo que expresamos con el rostro... define el momento. Me ha gustado mucho, Albada.
ResponderEliminarMil besitso y feliz día ♥
Seguiro que recordaba con precisión el atardecer, porque no había nacido invidente, pero aquí era atrapar la magia de la cara del niño, trasmitiendo en ella la emoción.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo, y feliz tarde
Qué bueno el relato de hoy.
ResponderEliminarMe ha parecido maravilloso.
Mi aplauso.
Besos.
Yo aplaudría a esos dos, hombre y niño, ante un atardecer en la playa, los imaginé perfectamente.
EliminarGracias, Toro. Un beso
Es ciego pero no se considera tal, por su autonomía.
ResponderEliminarY parece estar molesto, con ese accidente.
Bien contado.
Un abrazo.
No quiere crer que es ciego, si bien... lo es. Es elección de obviar las limitaciones es lo que quise traer. No perdona o deje de perdonar a su amigo, no cabe.
EliminarUn abrazo, y bonita tarde te deseo.
Más que venganza me parece que hay una no aceptación de su condición de no vidente. Es un excelente relato tal como cuentas todo el ambiente alrededor del personaje y su "ceguera" que va más allá de sus ojos. Muy bueno.
ResponderEliminarUn beso dulce.
No es venganza, pero tampoco implica perdón pues no cree estar ciego tras el accidente infantil. Es un poco onírico, pero a veces me pasa eso :-)
EliminarUn abrazo, Dulce, y gracias.
Sólo tú podías contarlo con tanta clarividencia. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarPues muchas gracias. Es un halago enorme. Un abrazo
EliminarNo se que parte es la antigua y cuál la nueva, pero en conjunto hiciste un relato mágico... me quito el sombrero ante ti y aplaudo a sus protagonistas!
ResponderEliminarBravo!
Un abrazo
Es la segunda, y me parecía que el tipo no quería pedonar ni perdonar, porque no se siente invidente.
EliminarUn abrazo, de gracias
Quizás se puede ver de muchas maneras. pero me quedo con la "lección" que se desprende de su comportamiento. Un buen relato para estar "cosido" de otro, como dices.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, es un poco un cosido, pero quise tratar el perdón desde quien no se vió ofendido, porque fue un accidente.
EliminarUn abrazo, y gracias. Por un bonito día
Magnifico Albada, que sensibilidad, es emocionante ver como describes a una persona que siente y vive como los demás, es cuestión de sentido y sensibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo es. Por supuesto es ciego, pero no se siente así. Hay quien no ve limitaciones donde aunque las haya, y quien sin ellas, se ve en minusvalía.
EliminarUn abrazo, y buen jueves.
No hay peor ciego que el que se niega a ver, y tu personaje sabía cómo ver a pesar del incidente. Un relato para reflexionar sobre nuestras fortalezas y debilidades, Alabada. Muchas gracias. Un abrazo
ResponderEliminarLo es. No hay mayor ciego que el que no quiere ver, y el amor es ciego, por ejemplo, pero hay quien no se siente en minusvalía le pase lo que le pase.
EliminarUn abrazo, y gracias por tu lectura
Excelente! Creatividad en estado puro...
ResponderEliminarUna trama bien construida con excelente resolución.
Me ha gustado muchísimo!
beso grande!
Pues te lo agradezco. Qué bien que te gustara.
EliminarUn abrazo enorme
Boa tarde Alba. Seu texto é muito atual. Que possamos refletir sempre.
ResponderEliminarPues a reflexionar, claro. Un abrazo
EliminarAlbada, que buena historia, me ha resultado muy original, mantienes la intriga de si ve o no ve hasta el final.
ResponderEliminarUn beso.
Era la gracia, porque sólo él puede sentirse minusválido o no. Y decidió que no.
EliminarUn abrazo, y gracias
Hay quien le fastidia que alguien en quien está volcando su obra buena del día se la chafe diciéndole que no la necesita. Tiene que perder el tiempo en buscar otro necesitado y no es plan de andar perdiendo el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues como los boys scoutte, si se escribe así. Hay quien quiere ayudar siempre, y eso es muy bonito.
EliminarUn abrazo, Macondo
qué buen relato! queda a la imaginación del relato si aquel hombre podía ver, o si tenía algún poder mágico para adivinar cuáles eran los objetos que le mostraban.
ResponderEliminares verdad que si ves a una persona ciega, no te atreves a ayudarle por si se ofende. a menos que haya perdido su visión hace poco y notes claramente que no se maneja bien...
abrazos!
Hoy en día no te atreves, tal vez antes sí, pero afortunadamente se manejan muy bien.
EliminarUn abrazo, y por este día
Bello y con un delicado toque de ternura
ResponderEliminarPaz
Isaac
Me encanta que te gustase.
EliminarUn abrazo, Isaac
Es un muy lindo relato disparador de mil ideas. Gracias por compartir, placer leerle.
ResponderEliminarLa autosuficiencia está en la mente, casi siempre.
EliminarUn abrazo, Anton
Que tierno y hermoso final, me estruja el alma. Saludos amiga.
ResponderEliminarBendito estrujar pues :-)
EliminarGracias, Sandra. Un abrazo
oh! que final...me encantó.
ResponderEliminarTierno.
🌹
Besos.
Es que hay ciegos que quieren ver, y a su modo, lo consiguen. Gracias.
EliminarUn abarzo, Laura
Una historia de superación llena de ternura. Me gustó.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias. Bueno, es que la minusvalía está en quien quiere aceptarla. Y no existe si hay voluntad de ignorarla. Pero es muy facil decirlo, y muy dificil de hacer.
EliminarUn abrazo, y feliz tarde
Excelente.
ResponderEliminarBesos.
Gracias. Un abrazo, Amapola.
EliminarUn precioso final de historia. Es verdad que no queremos que se nos considere inválid@s por tener mermada alguna de nuestras facultades. Normalmente ocurre que se nos avivan otras. Yo he perdido mucha audición pero no por eso me favorecen chillándome en los oídos. Me conformaría con que pronunciasen adecuadamente y bien vocalizado y un poco mas despacio. Yo puedo leer los labios, de esa manera. No estamos preparados para convivir con quienes son diferentes. Muchas veces quedamos aislados o nos aislamos ante tanta incomprensión.
ResponderEliminarMe ha tocado de cerca tu historia
Gracias.
Un abrazo
La audición es un sentido que nos llena. La música, por ejemplo es parte de la vida, amén de la necesidad de escuchar los posibles riesgos y voces. ha de ser muy duro, pero como dices, si no es total, es cosa de ayudar a que nos entiendan.
EliminarUn abrazo, y gracias por tu lectura y franqueza.
Albada los prolegómenos que pones al principio del relato , no desvelan el fascinante final .
ResponderEliminarYo me quedo con el final del relato. Sentimientos que desbordan al lector.
Un abrazo.
Claro, es que si no...sería un texto muy normalito, creo. Me encanta que te gustara el final.
EliminarUn abrazo, y a por esta tarde
Hola Albada, me quedo con ese final tan tierno y apoteósico. Todo lo demás ya lo han dicho por acá. Felicidades por este trabajo. Siempre cautivas con tus letras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y feliz jueves, amiga.
Muchas gracias, Joaquín, es que ese final, que ya había escrito, es lo que en realidad valía la pena, no sé si algún tipo de perdón :-)
EliminarUn abrazo, y bonita tarde para ti
Tu personaje, después del accidente, tenía su particular forma de ver a través de los otros sentidos.
ResponderEliminarUn relato muy bueno, como es habitual en ti, que a mi se me hizo duro de leer, la verdad se dicha, porque tengo terror a la ceguera.
Besos, Albada
A mí me aterra igualmente. No consigo imaginar el mundo sin la vista, no puedo concebir una oscuridad perpetua, así que ojalá jamás tenga que aprender a nada de eso.
EliminarUn abrazo, y feliz tarde, Myriam.
ES UNA MANERA DE ACEPTAR LAS LIMITACIONES Y HACERSE A VIVIR CON LAS CAPACIDADES QUE TIENE INTACTAS , PERO LA GENTE NO ESTÁ ACOSTUMBRADA A QUE ESTO SEA ASÍ Y SE LO ACHACA A PODERS SOBRENATURALES.
ResponderEliminarNOS PQUEDA MUCHO POR APRENDER .
Falta mucho por saber. Y pienso en el dolor del miembro fatasma, por ejemplo.
EliminarQue no nos toque aprender. Un abrazo, Tracy
Un precioso relato con un final aún mejor y que destila ternura.Es también un homenaje o un canto a las personas que se esfuerzan para compensar con los demás sentidos el de la visión,aunque cueste adaptarse.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Me alegra que te gustara. Sí, es un poco onírico, porque el tipo es invidente, pero no quiere serlo.
EliminarPor la superación de las minusvalías. Un abrazo, y gracias
Un relato bellisimo, con un final sorprendente. Me ha encantado, besos.
ResponderEliminarPues muchas gracias. Me alegra un montón.
EliminarUn abrazo
Un relato delicioso y sorprendente a la vez. Por poco me lo pierdo, je,je.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que esta semana estoy muy inspirada, y pongo más posts de los habituales.
EliminarPero ya parará la racha :-). Un abrazo, y muchas gracias
¡Precioso el final, Albada! Muy de acuerdo en que las personas ciegas no son invidentes; al revés, incluso es probable que vean mejor que muchas personas que sí pueden ver con sus ojos.
ResponderEliminarUn besazo
Segurameney saben mejor, por la voz de quein está cerca, el estado de ánimo de aquel, sin dejarse engañar con sonrisas impostadas, por ejemplo.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo, y buen finde
Si el no se siente minusvalías, mejor. Lo que piensen los demás, no debería importarle mucho. Si le echaron la moneda en el vaso cuando aún le quedaba cerveza, sí que es una putada.el cabreo tiene justificación. Teniendo a su amigo y cuatro cosas más, ¿que más puede querer?
ResponderEliminarBesoomulti, amiga
No la siente. Pero está, eso sí. Tiene de todo, aunque no vea, y es que ve de alguna forma.
EliminarGracias, multi amigo. Un abrazo :-)
Pues qué bien te ha quedado el relato usando parte antigua, has sabido encajarlo genial para aplicarlo a esta Convocatoria, Albada, imaginacion no te falta.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Salió bien, sin mucho mérito, pero la gracia estaba en ese final. Por eso lo utilicé, claro
EliminarMuchas gracias, María. Un abrazo enorme
Me ha encantado el relato y el final me ha parecido muy tierno.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo.
Me alegra que te gustara, Dakota. Un abrazo, y feliz tarde de lunes
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