lunes, 6 de junio de 2011

El charol de aquella piel

Entraba y salía rauda
como señal de cobertura, 
entre túneles traviesos,
en requiebros de locura.
Con su piel de marfilina,
asomaba, o se perdía,
el aroma a amaneceres
de su boca y mis delicias.

De esa forma imprecisa,
tan  libre y sin pago previo,
no permitía despedidas,
ni planes a ningún `precio 
Amorosa o muy lejana
me llegaba a enloquecer.
Yo me derretía en los. brazos
de esa espléndida mujer

Ahora reside en mi casa
por bien que casi nunca sé
si estará tramando algo
que me lleve a enloquecer.
o si tardaré semanas
en poder volverla a ver. 

Es mi telaraña amada,
mis sueños de amanecer.



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