Entraba y salía rauda
como señal de cobertura,
entre túneles traviesos,
en requiebros de locura.
Con su piel de marfilina,
asomaba, o se perdía,
el aroma a amaneceres
de su boca y mis delicias.
De esa forma imprecisa,
tan libre y sin pago previo,
no permitía despedidas,
ni planes a ningún `precio
Amorosa o muy lejana
me llegaba a enloquecer.
Yo me derretía en los. brazos
de esa espléndida mujer
Ahora reside en mi casa
por bien que casi nunca sé
si estará tramando algo
que me lleve a enloquecer.
o si tardaré semanas
en poder volverla a ver.
Es mi telaraña amada,
mis sueños de amanecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.