Confeccionó un pastel con sueños de primavera evitando se apelmazasen, unos mensajes deshuesados y miel a discreción. Mezcló los ingredientes y amasó una esfera blanca y jugosa sobre el mármol jaspeado. Consultando el reloj, encendió el horno, a media potencia y programó el tiempo a ojo de buen cubero.
Se demoró en la ducha tarareando una canción que la acariciaba los oídos, dejando que el agua la envolviese más allá del aseo y el descanso. Más allá del remolino espumoso del sumidero con su girar incesante. Más allá del color negro de cada cifra del calendario y del lazo negro de la puerta. Más allá del vacío que la inundaba.
Cuando entró en la cocina el aire sabía a despertar de frutas. Dejó enfriar la tarta mientras se arreglaba: descolgó el vestido plisado, se ciñó el talle con el cinturón de charol y se maquilló los labios.
Decoró el pastel con sirope de chocolate y susurros dibujando una espiral. Porque, pasados los años, tenía que dejarle marchar.
El conductor del autobús 36 se levantó la gorra al saludarla por primera vez, y volvió a hacerlo cuando la vio bajar, como siempre, en la parada del cementerio.
Un bello micro Albada, lleno de sentimiento y sorpresa.
ResponderEliminarMe encantó la prosa, como siempre me ocurre cuando te leo, pero... ¡joder con la nena, jajaja, por mucho que celebre la viudedad, me la pones muy retorcida, jajaja!. No me des su teléfono... (estuve tentado de pedírtelo cuando se ceñía el talle con el cinturón de clarol y se pintaba los labios envuelta en ese olor de pastel de frutas, con lo golosón que me pondría con lo uno y con lo otro, pero... mejor no, jajaja)
ResponderEliminarUn gran abrazo, Albada, y besos.
Gracias Luis.
EliminarYo sí le pedí el teléfono, para aprender, como ella, cuándo dejar ir lo que ya se fue.
Su forma, aunque tardía, me parece la mejor manera de enterrar lo que ya no existe.
Te invito, no obstante, a descubrir en su talle, ceñido de charol negro, las nuevas notas de su pentagrama. En clave de sol.
Un gran abrazo
Gracias Alfred. La sorpresa siempre espera tras la puerta basculante , como aquellas del far-west.
ResponderEliminarUn abrazo.