El Jardín del Artista en Giverny. Monet
La petición de sus mejores amigos le había llenado de
satisfacción y extrañeza. Querían que redactase un pequeño recorrido por su amor hasta
llegar a la boda, y consideraban que nadie como él podría plasmar ese camino
tan largo como seguro.
Primero les agradeció la confianza, ante unos platos
ya vacíos y un vino dando sus últimos adioses en las copas. Pero se negó en
redondo. No sólo no lo veía adecuado, sino que la profunda amistad con ambos,
alegó, no podría producir más que un dulzón escrito de amor, un confitado de
adjetivos que sería incapaz de leer.
La fecha de la boda se acercaba. En una tarde, estrenando
un sol primaveral, le vinieron a la mente diversas imágenes de luchas y espinas
entre los novios. Escenas observadas de ternura, que había presenciado, y un
sinfín de anécdotas de las que había sido testigo, que en su conjunto abarcaban
esos años de relación. Ese camino que estaban haciendo juntos.
Era imposible que tantos detalles no llevasen a una ceremonia social de unión, porque era el sino de esa pareja. Parecía lo lógico, tras los encuentros sin brújula que los guiase.
Lo sintió de una forma tan cierta, que casi le pareció como una revelación mística. Con una lucidez tan
meridiana, que casi podía tocar cada palabra sobre un papel. Era una sinfonía
de cariño, deslizándose hacia el compromiso, entre olas de mar de fondo, y espejos
de calma chicha.
Se sentó, sin encender el ordenador. Cogió la Montblanc,
que en su deslizarse sobre el papel le acompañaba la respiración, cuando
escribía a vuela pluma, y pudo hacer de corrido un texto de no más de
quinientas palabras.
Contenía la exquisitez de la sencillez, los afectos
más sinceros. Acogía las alegorías más
bellas , y las mejor escogidas.
Faltaba algún signo de puntuación, pero decidió
revisarlo más tarde. En la ducha dejó que el agua resbalaba por su espalda,
apoyado en el alicatado, con sus manos asentadas e inmóviles en la pared. Con la cabeza baja.
Era liberador. Tanto, que las lágrimas rodaban libres
por sus mejillas sin el menor gesto de dolor.
La certeza de que Elena era, y sería feliz, le llenaba
de un sentimiento puro de olor a lavanda. El mismo que les inundara, cuando
niños todavía, él atacaba a las abejas en un juego infinito, donde ella tenía
pavor a los insectos y él se sentía el héroe que velaría por su felicidad por
el resto de su vida.
Ahora, que el silencio de su risa ya se olvidó en su
corazón, y que las punzadas eran volátiles, y explotaban como pompas de jabón, se pudo
secar con brío. Y con una cierta dosis de rabia, que no supo identificar. Y con
el pelo aún empapado, vestido solamente con una camisa sin abrochar aún, fue a
pasar a Word el escrito.
Cuando cogió el folio, para apartarlo, y poder
escribir sobre el teclado, éste se iba disolviendo. Empequeñeciendo, haciéndose liviano y quedándose en nada, hasta que
en su mano izquierda, un amasijo de frases en color negro destiñó su piel, sin
dejar más rastro que una suciedad húmeda y salada. Sellada para siempre.
Gran relato, Albada. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Macondo. A veces, la mejores frases acaban siendo rastros de tinta en un arrugado y mojado papel, dejando a merced de un jabón, el destino que quisieron definir.
EliminarUn abrazo
Buenas noches amiga!! Como te decía en mi blog, hacía tiempo que no sabía de ti, y que no pasaba por tu casa. Es dificil seguir el ritmo de todos vosotros y el mío propio, pero sé que de una u otra forma siempre regreso a los mismos lugares. :)
ResponderEliminarAlbada, tu relato es muy bonito. Describes perfectamente ese amasijo de sentimiento que tiene el protagonista, a veces enfrentados a un pasado que ya no le duele tanto, y que se decide a plasmar en una hoja como un acto de amor hacia los dos enamorados. Que al final se diluyan las letras en el jabón con cierto olor a lavanda, es un final perfecto para hacer una metáfora de tu historia: hay recuerdos que nos traen el olor de un pasado que quisiéramos que nos oler como vivencia propia en el presente. Bueno, o algo así veo yo en tu protagonista.
Me alegro de leerte en tan buena forma, y te deseo un FELIZ AÑO 2014 lleno de buenas historias. (Pero volveré antes de que acabe, ¡claro que volveré!). Un besazo.
Perdón: "que quisiéramos oler" :)
ResponderEliminarLaura. El texto salió como quiso salir. hay sensaciones que trae la vida, por puro encono o mero azar. En el caso de mi protagonista, creo que el presente le dio la oportunidad de reconciliarse con una duda, que de hecho ya estaba resuelta. Y él lo sabía.
EliminarGracias por leerme con buenos ojos, Un 2014 lleno de más éxitos, pues son merecidos. Un gran beso.
Tu imaginación es alucinante.
ResponderEliminarMe gusta mucho.
Besos.
Tiende a ir a su aire, pero si llego a disciplinarla, voy...y te aviso.
EliminarGracias Toro. Un beso
Los sentimientos salieron del armario, volando por la ventana de la realidad. Se acabó el amor. Cuando te das cuenta ya es demasiado tarde, no puedes defraudar a amistades y familia, pero si al corazón. Un error, estas bodas, acaban en divorcio prematuro. Muy triste, me has hecho recordar...
ResponderEliminarIgnoro que si la boda se llevará a cabo. Cuando hay posos de pasado aún por acabar de enterrar es complicado, porque no partir de 0 es mal punto de partida.
EliminarSi me permites, juego.
...que una abeja zumbona, culona y enojada, no me hizo sentir héroe para Elena, sino que me dejó el párpado como un pimiento morrón.
Pero es lo que tiene la infancia: niños con vocación de sentirse adalid ante los temores de una damisela en ciernes :-)
Un abrazo, Aries
Beatiful!
ResponderEliminarAnda que...
EliminarNo sabremos nunca quién era el hombre que redimía su espina sin tragar bajo una lluvia de ducha. Pero, como sabes, la imaginación se nutre de soplos de musas juguetonas, que rondan por las ventanas. Por eso las dejamos abiertas, no?
Gracias. Un beso, Alfred
Es que los amores de Montblanc suelen ser efímeros. Como los restantes, por otra parte.
ResponderEliminarSalud-os
Esta pluma reflejaba la tenacidad de un afecto, pero tanto con tinta, como con boli, lápiz o crayón, hay amores que no mueren. Son pocos, pero igual como las meigas, " de haberlas, háylas". Se crea o no en ellas. :-)
EliminarUn abrazo.
Duro el papel de tu protagonista. A veces el pasado mal resuelto te juega estas malas pasadas. Y el dolor, que habías enterrado bien hondo, bajo los escombros de cien fechas
ResponderEliminarcaducas, emerge de nuevo con toda la virulencia de una herida sin cerrar.
Aunque... cuánto tiempo desaprovechado para ser el héroe de otra dama temerosa de las abejas, con las que hay.
Pero el amor tiene sus propias reglas y vericuetos. Y una cosa es predicar, como yo hago aquí, y otra dar trigo. Abrazos.
Ese hombre quizá sufría por haber llegado a saber si ella era o no la mujer de su vida. Porque la convivencia desgasta más de lo que uno piensa con el corazón.
EliminarComo dices, el amor tiene sus reglas y sus mil trampas. Pero es que cada persona se mira en el espejismo de lo que cree ser, o amar. Por eso el amor, si existe, da tantas opciones a la escritura.
Un abrazo.
Como sombra silenciosa camino entre tus cosas
ResponderEliminaraunque no me haga notar ni deje rastro en los comentarios.
Pero eso no quiere decir que no este presente
al menos en espíritu.
La prudencia me acompaña y me vuelve casi mudo
pero mis ojos te leen, en silencio y sin prisas.
Tengo dos frases queridas delante de mi PC
que me recuerdan donde están el respeto y la libertad
Una es de Sévigné, que me habla de prudencia
la otra de un griego sabio llamado Aristóteles.
___________
¡Hola Albada! Pregunte por ti y por tanta ausencia, pero me lo tenía que haber imaginado. Por un momento creí que los recortes habían hecho acto de presencia. También yo perdí actividad. Leo mucho, hablo poco.
Veo que te va bien, que estás bien. Me alegro por ello.
Besos. Abrazos.
Hola Antón!.
EliminarHay frases que encierran unas dosis de elevadas de humanidad. Seguramente los mejores seres humanos son los que gozan de esas actitudes, respeto, prudencia, libertad....
Sé que estás ahí. Yo escribo a ratos, y hablo menos. Pero hay tiempo para el silencio, externo e interno.
Gracias. Por estar, por leer, por entender.. Lo mejor para ti en este año.
Un beso, con abrazo fuerte, por favor!.
De todo aquello tan bello y sincero no quedaba nada, era momento de pasar página.
ResponderEliminarUn beso
En muchas ocasiones, de las promesas de infancia, no queda ni el menor rastro. Si la vida se aviene a ello, hay reencuentros que acaban por dejar constancia de que el pasado, está bien en ese lugar, privilegiado, el de los bellos recuerdos.
EliminarUn beso.