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Laia se concentró nuevamente ante otro café. Aún había
de hacer unas correcciones de última hora en su “treball de recerca”. En ese
segundo curso de bachillerato, desde el inicio, tuvo la certeza de que, como una nebulosa que sobrevolando su cabeza, su trabajo de búsqueda era tan fácil que lo había pospuesto semana tras
semana, para ponerse a ello en vacaciones. Pero en Navidades conoció a Pablo,
y los tiempos corrieron en su contra. Los besos sustituyeron a los libros, los
abrazos a los apuntes y las caricias a los documentos Excel.
Con los restos de concentración que le quedaban
redactó las conclusiones y unos agradecimientos de pega, para dar por concluido ese
“maldito trabajo” en el instante en el que escribió en la portada el nombre de su
instituto y el curso presente.
En la copistería insistían en que no sólo había un
documento pdf titulado “Treball de recerca”, y que era el que le habían entregado y que debía pagar, pero no vio con sorpresa que no era el suyo. Éste versaba sobre La
Ilíada en vez de su tema, "autoimagen en mujeres de 15 a 40 años".
Mirando el
reloj calculó cómo recuperar e imprimir tres copias, una en color y dos en
blanco y negro de su trabajo. Pero a contrarreloj. Había de ser antes de que sonara el final del recreo y
los tutores recibieran los documentos, debidamente encuadernados, que supondrían una
décima parte de su nota final de bachiller.
Le gustaba la sensación de último
instante, la taquicardia de ser descubierta, las cosquillas de correr un
riesgo, pero esta vez, al recordar que el pen driver suyo era idéntico al de Pablo, dejó
de sudar y comenzó a reír.
Creo que se va a quedar con una solemne taquicardia, bendita confusión.
ResponderEliminarBesos.
Si no llega a suspenso, es una confusión fruto de ese enamoramiento tan bello que llegaba con la Navidad
EliminarUn beso
Ainsss esos besos, las caricias y los abrazos que sustituyen los libros y despistan el estudio, pero todos hemos pasado por ello a esa edad.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato.
Un beso enorme.
Esos ojos, esas risas, esos besos que indisciplinan las horas de los deberes, los esfuerzos de estudios y hasta la capacidad de concentración,...¿quién o los conoce?
EliminarGracias. Un beso, dulce María
A veces, ciertas delicias impiden que se viva en el mundo real...
ResponderEliminarBuen relato
Existe una edad tan apasionante en la que la realidad se ve tan lejana, el porvenir tan imposible de imaginar, que es una delicia que la habiten caricias y besos.
EliminarGracias. Un cordial saludo
Entre el treball de recerca y los besos, no hay duda....
ResponderEliminarLos besos.
Eso digo yo!!! ya habrá tiempo de buscar las investigaciones investigativas...que tiene toda la vida por delante :-)
ResponderEliminarUn beso.
Cuando tenga que hacer la declaración de la renta (por ejemplo) y no encuentre el momento, porque siempre haya otras ocupaciones más importantes, debería sentirme joven. Recuérdamelo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puede que te lo recuerde, si no me siento joven!!! porque los adultos sí recuerdan las obligaciones...casi siempre
EliminarUn abrazo