martes, 18 de octubre de 2016

La vejez se construye de a poquito



Se llama Rosser de Casamatjor y vivo con ella. Oigo cada noche cómo se queja en sueños, cómo levantarse a hacer un pipí es una  maratón de angustias de esquinas y de picaportes, porque el presupuesto nuestro hace inviable hacer reformas en el viejo piso de la calle Alcolea. Tan viejo como mal aprovechado. Tan húmedo en invierno como asolado en verano.

Ella, con sus noventa y seis años, la que sobrevivió a los bombardeos de una Barcelona sitiada. La misma que fue a robar fruta a los huertos del Prat ante los disparos de los payeses que les gritaban…”que us doni de menjar la Generalitat, roixos de merda”. Esa mujer de veinte años que en la España Industrial se reventó la espalda en telares que ni un hombre de cuarenta años podía manejar, se niega a recibir mi ayuda.

La oigo encender la luz, quejarse en cada movimiento en la cama matrimonial que se niega a cambiar por una articulada que nos prestan en una ortopedia de Sants. Yo me levanto, cada noche, le ofrezco mi brazo, que rechaza. Luego le acerco el caminador con sillita incorporada, pero me dice…

-   -  ”qué bleda ets filla meua, ja sé anar al wáter jo soleta”. Y me manda a mi cuarto, colindante al suyo, por supuesto.

Me niego a volver a mi casa de Nou Barris hasta que la vea más repuesta de la operación de prótesis de cadera, pero ¿qué esperar de una mujer que ha bregado con la muerte?, con el hambre de comer tortitas de salvado y agua?, con el estraperlo, con el afeitado de cabeza y el aceite de ricino por hablar catalán?

¿Cómo enseñarle a pedir ayuda, si cuando, quedándose viuda, fue ella quien giró en la cama a su marido, que se desangraba por una ulcera de estómago?. Ella llamó al médico de toda la vida.

“ Soc la Rossser, afanyis, que en Joan es desagna, com un gorrí decapitat”.

Hoy, como cada noche desde el alta por la operación, me quedo sentada en mi cama, escuchando sus pasos tambaleantes, luego la cadena del wáter, y por fin su regreso a esa cama que es un rosario de gruñidos y espasmos. Y cuando al fin siento que se volvió a dormir, me pregunto si he sacado la fortaleza de mi madre.

Y ahora, echando la vista atrás de mi propia vida, sé que sí.

PD, lamento mi catalán horrible

2 comentarios:

  1. Esas mujeres que vivieron la guerra y lo que vino después tienen más arrestos que los hombres. Son las principales "culpables" de que las familias salieran adelante. Se lo echaban todo a sus espaldas sin rechistar.
    P. D. No me digas que tu catalán es horrible, porque me había quedado tan contento por haberlo entendido.

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    1. Son las nonagenarias que ahora se niegan a rendirse, si te fijas. Un ejemplo de mujeres, muchas viudas por la guerra civil, que sacaron adelante a sus familias arrimando el hombro como padres de familia.

      Ahora, con eso de los divorcios, la mujer de familia monoparental se ve una heroina, y con razón, pero las ancianas se reirían comparando, hasta en electrodomésticos, sus vidas y las de ellas.

      Mi catalán es malo, lamento desilusionarte :-). Un abrazo

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Ponen un gramo de humanidad. Gracias por leer.