Imagen de Google |
Siguiendo una iniciativa de Diario del último bufón
Horacio sujeta a Lucía por la
mano, como otras veces, mientras vagan por las calles que recorrían hacía sí
mismos. El pequeño Rocadamour se había quedado al fin dormido. Llevaba días dormido, pero Lucía no había entendido que era
un sueño excesivo.
Entran en la casa de su
amigo, mientras la luna se asomaba por encima
de la torre Eiffel. El edificio, situado en la Plaza Saint-Germain Le Pres, es donde se reúne el Club de la serpiente, y, como mil veces antes, van a mirar los dos
cepillos de dientes enfrentados en ese vaso azul de las quimeras.
Horacio señala su reloj de
pulsera, con la esfera partida en dos, un semicírculo para el más acá, y otro
para el más allá. Se dirige al espejo
para decir «Asumido que a mí no me regalaron un reloj por mi cumpleaños, sino
que yo fui el regalo para un reloj, quiero cruzar al otro lado del espejo, por
dar vida a esos sueños que dejé en Buenos Aires y los que fabriqué para aquí”.
Lucía, con las mejillas
sonrosadas por el esfuerzo de subir los diez pisos andando, recuerda los
sonidos de algunas noches, y mirando a Horacio, a través de su figura en el
espejo dice: “Pero por mucho que añores, Horacio, yo estoy aquí, en París, contigo,
y mientras en esas noches, abrazados, murmura el surtidor de nuestro baño, alimentando
nuestro sueños, sucede todo lo que no nos
atrevemos a vivir de día, pero de día estoy a tu lado”
Horacio señala los cepillos de
dientes, uno rojo, y el otro azul. “Somos como estos cepillos, Lucía, estrecha
e inevitablemente ligados por la corta distancia que les dicta el vaso que comparten,
nos miramos fijamente, como ellos, pero no podemos fundirnos en uno solo ”
Empieza a sonar una pieza de
jazz, donde el querido cronopio de Luis Armstrong emite un flujo de música improvisada
y de ritmo melodioso. La pareja deja de mirar hacia adelante y se enfrentan las
miradas. “Nosotros tenemos brazos, -dice Luía-, no somos como los cepillos de
dientes, que no pueden abrazarse”
Horacio la abraza, bajo la luz de
una torpe bombilla huérfana de ese cuarto de baño de medio pelo de la
buhardilla. “Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy
dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se
entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar,
hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en
la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí
para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco
comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi
mano te dibuja». Capítulo 7, de Rayuela
Lucía. - Ahora, que me has
dibujado la sonrisa, llámame La Maga, Horacio, déjame que sea el fantasma que
toda la vida te persiga, aquí o allá, para que podamos encontrarnos en el paraíso
de la rayuela que adorna el patio interior de este edifico, que ha sido la
jaula de nuestras pesadillas.
Han pasado unos días. El portero ha llamado a una ambulancia. Edith Piaff llora “la vie en
rose” por la escalera, que huele a col y
a croissant recién hecho. Nadie sabe quién saltó primero por la angosta ventana
de la buhardilla. Sólo dos figuras quedaron inertes sobre la tiza blanca de un paraíso
perdido, imposible de alcanzar a saltitos. Ni aquí, ni allá.
Mis disculpas por la longitud del texto, pero no supe acortarlo.
los cepillos de dientes se han usado a menudo como símbolo de vida compartida. me he acordado de la canción 'she's gone' de hall & oates, en la que dicen "one less toothbrush hanging in the stand".
ResponderEliminarla torre eiffel es un símbolo de parís, aunque es relativamente moderna. igual que ocurre con el big ben de londres.
abrazos!
Somos un cepillo de dientes, que un día dejará lugar, o vacío, en un vaso del lavabo. De hecho, como Cortázar escribió hace cincuenta años su libro icónico, y ahora que hace treinta y cinco años de su muerte, es un homenaje a su libro, siglo XX, por completo.
EliminarUn abrazo y por un miércoles sin malos desenlaces
Situados en tiempo y lugar, los cepillos nos dicen que esa unión no fue posible.
ResponderEliminarUn beso.
Con el tiempo, cualquier lectura de Rayuela nos dice que su unión fue imposible, es verdad, como si siguieran por toda la eternidad con la distancia obligada del vaso.
EliminarUn beso, Alfred
No tenías que acortar el relato, así está perfecto aunque tenga ese triste desenlace, pero lo has relatado con esa suavidad característica en ti. Me recordó una noticia reciente, una pareja de ancianos pactó su muerte.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Era imposible tallarlo más, la verdad. Sin la ubicación de los personajes el texto, posible, sería otro texto, y no el que quería escribir.
EliminarUn beso, Dulce y por una tarde de luna y lecturas laberínticas, o mejor, rectilíneas :-)
Como en la mayoría de tus entradas esta de hoy, se alimenta del "realismo Mágico" y así debe ser al hablar de Rayuela y conmemorar a Cortázar.
ResponderEliminarPero después de lo escrito, el titulo debería ser "Siempre nos queda Buenos Aires".
Besos.
Definitivamente tienes razón con el título sugerido. Sería lo correcto, pero dando por sentado el orden en que puede leerse, o digamos mejor, hacerse con la novela, puede que siempre nos quede París.
EliminarUn abrazo y por un jueves con canciones en el aire que nos recuerden lugares bonitos
Me gusta como ha quedado y, es cierto, que me recuerda al estilo de Cortázar que hace poco he leído.
ResponderEliminarUn abrazo.
Era todo un estilo, insuperable, de construir realidades paralelas. La casa tomada, que releí hace unos días, te deja construyendo un realidad que el lector hace a su modo
EliminarUn abrazo y por un día bonito
El París de ese tiempo era mucho más bonito que el de ahora.
ResponderEliminarO a mí me lo parece.
Besos.
Sin duda. Casi todas las grandes ciudades tienen los colores del turismo impregnado la mirada, cosa que antes no sucedía.
EliminarUn beso.
Qué bonito lo has dibujado, querida amiga. Hermoso homenaje; sensibilidad a la vez que real. Un triste desenlace aun cuando, con la tinta de tu pluma, es realmente bello.
ResponderEliminarUn placer leerte en esta noche que se respira “París” 😍
Un abrazo grande 😘
Muchas gracias. Ginebra. Quise poner una entrada que sugiriera la atmósfera de un parte de un libro y me alegra te haya gustado
EliminarUn abrazo y por un jueves con magia en la mirada
Ha quedado perfecto, rozando a Cortázar pero original. Un abrazo
ResponderEliminarBueno, rozar roza. Su estilo es imposible de emular, pero me divertí escribiendo
EliminarUn abrazo y feliz día
Amiga mía, como es característico en Julio, tu relato pasa de lo cotidiano a la ironía porque cabe la esperanza como opción, lo mismo que en Rayuela.
ResponderEliminarParís, sí París, símbolo de tantas cosas y de lo banal. Dos corazones que se fundieron en una misma historia de desangrarse dos corazas corazones (Benedetti, tal vez), para terminar encerrados por en un laberinto de marcado con tiza blanco sobre el asfalto.
Feliz y creativo jueves. Chao.
Las celdas de la tiza en el suelo, compartimentos que pueden ser ascendentes o descendentes, acaban por ser laberintos de un viaje hacia ninguna parte
EliminarUn abrazo desde este lado del mar, o quizás desde este lado del Sena
Hace nada he terminado de leer un libro que me ha gustado mucho. He entrado en tu blog y me ha encantado...
ResponderEliminarPues me alegra mucho. Tengo por releer unos cuentos suyos, con un una odisea mortal en el acto de ponerse un jersey de cuello alto. O la vomitadora de conejitos. Era un crack.
EliminarUn abrazo, Buscador
Me gusto , es cierto que hay amores que por mucho que se adoren no podrán estar juntos por alguna razón , pero siempre estarán unidos por ese amor imposible ..el final trágico pero tal vez para ellos era la solución de pasar su eternidad juntos.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz noche.
Hay amores que no pueden ser, aunque son. Es verdad. El tiempo que los destruye es el mismo que los deja flotando en el aire, sin acabar de morir nunca
EliminarUn abrazo y por un día de amores correspondidos y eternos
Hola, qué pena. En mi comentario anterior quise decir que ...tu relato pasa de lo cotidiano a la ironía porque NO cabe la esperanza...
ResponderEliminarMi disculpa, dedos traviesos.
Titivillus, el geniecillo de las erratas, que, siempre travieso, nos puso su esperanza en el laberinto de los amores imposibles. :-)
EliminarUn abrazo parisino, desde este lado del charco trampantojo
Muy bueno, Albada y no me pareció largo. A los que nos gusta Cortázar y escribimos, en algún momento coqueteamos con Horacio Oliveira. Tengo un texto en el que hago alusión a ese personaje maravilloso.
ResponderEliminarBien insertada esa frase de amor a la Maga.
Besos.
Es que un escritor que no escribe, un estudiante que no estudia, un vividor que se desangra viviendo para pensar en morir luego, es un personaje tentador. Sin duda
EliminarGracias Mirella. Un abrazo grande en este jueves de canciones prohibidas
Solo puedo decir que el texto me ha encantado, un calificativo este muy usado cuando se quiere quedar bien y no se sabe muy bien qué decir, pero es que no encuentro otro calificativo. Soy muy malo en esto. ¿Un texto especial? Pues también. ¿Fuera de lo común? Pues sí. Adivino que se trata de un pequeño homenaje a Cortazar y a su obra Rayuela, pero como no he leído ni a este autor ni, por lo tanto, esta obra, no puedo juzgar hasta donde llega tu "reto".
ResponderEliminarAsí pues, insisto: me ha encantado.
Un abrazo.
Me permito recomendarte unos cuentos breves, online.
Eliminarhttp://guialiteraria.blogspot.com/2013/08/cuentos-julio-cortazar-online.html
La casa tomada te encantará, pero como bien bien, en la acepción de quedarse encantado, subyugado por su narrativa. Por supuesto, mi texto, diminuto, es nada de nada si se compara con su estilo.
Muchas gracias, Josep Mº. Un fuerte abrazo
Así es el amor, hay amores que matan, hay amores que se cansan y se desatan, y hay Amores para toda la vida. Me encanta París, pero el de ahora, como que no.He leido por encima en cima, y he disfrutado.
ResponderEliminarUn beso Albada.
Me alegro te hayas disfrutado. Mi recuerdo de París es de hace como de los noventa, así que no sé si quiero volver, por no romper la magia que me deparó.
EliminarUn abrazo grande, Carmen
Ya me han entrado ganas de releer a Cortázar... Muy buen relato, Albada.
ResponderEliminar¡París, una bella ciudad!
besos
No cansa. Hay autores que permiten relecturas una y otra vez. Cortázar, y Gabo, son de ellos, por supuesto.
EliminarUn abrazo y feliz tarde
Tu relato es maravilloso y toma estas palabras en toda su profunda extensión.
ResponderEliminarDesde que empecé a leer intuía que le ibas a hacer un homenaje a Cortázar y a su Rayuela.
Te ha quedado tannn bonito y con un ritmo tan adecuado para lo que contabas, que me he quedado con ganas de más.
Sólo me queda felicitarte y felicitarme yo por tenerte como compañera en mi blog.
Un beso enorme.
Muchas gracias. Hay títulos, Rayuela o Cien años de soledad, de Gabo, que deberían ser de obligada lectura por el abanico insaciable, inagotable, de su narrativa, sus universos inventados, sus personajes rotundos.
EliminarMe alegro te haya gustado, y gracias por tu amistad. Un abrazo y por una tarde de recuerdos de canciones y de ratos imborrables.
Los protagonistas se dejaron llevaron llevar por ese otro mundo alejado del real y no lo supieron distinguir.
ResponderEliminarUn abrazo
Perderse en los laberintos de los mundos paralelos es lo que tiene, que es muy fácil dejarse llevar por el ritmo de las esquinas, siempre cambiantes.
EliminarUn abrazo y feliz tarde de jueves
ResponderEliminarHola Albada,
La vida es un carrusel repleto de contrariedades e ironías: siempre pasa lo que no esperas y esperas lo que nunca pasa, en especial en el tema del amor. Que pena que tus singulares protagonistas no pudieron realizar ese amor tan deseado. Muy bien planteado.
Un abrazo!
La vida es ese tren, cuyo trayecto va haciendo de estación en estación. Es verdad. Pensamos que perderemos un tren importante, y tal vez nos aguarda un trayecto mucho mejor. Los singulares protagonistas, de Rayuela, no pueden amar más que a trompicones, entre nieblas de realidad, por eso es tan difícil que lleguen a un final feliz. Pero tal vez la gracia esté en el durante , y no en el final, quién sabe.
EliminarUn abrazo y feliz tarde, soleada por aquí
Me digusto la forma en que Horacio se portó con Lucia, La Maga. Se merecio la condena de que ella se convirtiera para Horacio, en un fantasma inalcanzable, intangible.
ResponderEliminarLe veo sentido a tu relato. Tiene un final trágico, pero con mas sentido.
Un abrazo
Es una novela que permite tantas lecturas, que prevalece ese amor aturullado de ella y el excesivamente reflexivo de él. El castigo para Horacio está bien justificado, tal vez eso del karma.
EliminarMe alegra te haya gustado. Por supuesto es más un homenaje a París y esos protagonistas tan duros como tiernos, que no urdir un relato de la actualidad, porque la canción sugerida como atmósfera parisina era en pasado. Un abrazo
Tengo pendiente de leer Rayuela y ahora más que nunca. Me ha entantado tu relato, tu descripción de Paris y la nostalgia de Buenos Aires, con final triste pero bello. Abrazos.
ResponderEliminarPuede que no te atrape, sis es así, mejor aparcarlo para otro día. Su estructura no es la habitual, pero acaba pro atraparte, seguro.
EliminarLos finales tristes son más habituales de lo que los cuentos parecen prometer. Un abrazo y feliz viernes
Has hecho muy bien en no acortarlo. A mi parecer no le sobra ni una palabra.
ResponderEliminarEs angustiante, trágico, poético...
La rayuela le da un toque muy triste, singular, "ni aquí ni allá".
Me ha encantado, es un inmejorable regalo a Cortázar y a los que lo disfrutamos
Un saludo :)
Me alegro te haya gustado, si bien es difícil de entender si no se ha leído Rayuela, que sí, es una imagen poética que utilizo porque el objetivo del juego es llegar al cielo.
EliminarUn abrazo y por un viernes de mil lecturas
He sentido el París de Cortázar en tu historia, bien ambientado por el tema que nos convoca. No lo he sentido largo, para nada. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra te haya gustado. París era un opción para el tema musical que fue un hito, y creí de justicia meter a Coartçazr en esa idea de ciudad, caótica y tan centrada, según se mire. Hoy hace años de la muerte de Machado en Collioure, no sé si me animaré a atacar esa figura final de unos tiempos de guerra española. Ya veremos
EliminarUn abrazo grande y feliz viernes
¿Largo? Te puedo asegurar que para nada. A mi me sabe a poco. Me ha quedado ese regusto de sin sabor y, al tiempo, de amor... nos has envuelto en ese algo tan de Cortázar.
ResponderEliminarRecuerdo ese texto sobre el reloj, de algo tan tonto y al tiempo muy complicado por su mecanismo, nos revela todo un misterio...
Tus palabras me han abrigado de un modo que no imaginas.
Un beso muy grande.
Me alegro que te haya gustado. El reloj, siempre en función de cómo consideramos al tiempo, es un instrumento que nos puede esclavizar, por eso la importancia de vivir en el presente.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo y por un sábado con instantes eternos
En tu relato queda evidenciado el hecho de que los libros al igual que las peliculas,pueden tener miles de finales...el lector u observador es el que decide...besosss
ResponderEliminarTodos los finales son posibles. La imagen de la rayuela pintada en un patio interior era demasiado tentadora para no usarla para ambos.
EliminarUn abrazo y por un día cargado de finales felices
¡¡Ayyy Cortázar!! Pues creo que, aunque no lo parezca, es una gran historia de amor la que cuentas, es la historia en sí lo que interesa (a mí por lo menos) y la que te va atrapando. Muy buena. Gracias por participar
ResponderEliminarBesos
Es un gran tratado de amor, en mi opinión, y de la efímera y siem pemper compleja vida.
EliminarMuchas gracias. Rayuela te atrapa o te repele, asíq ue siempre aconsejo los cuentos cortos para entrar en calor, https://peru21.pe/espectaculos/julio-cortazar-diez-cuentos-breves-144711, por ejemplo.
Un abrazo y un placer haber participado. A ver si coincidimos en esta atmósfera de blogueros, tan virtual como concreta. Feliz domingo
La longitud del texto es la que tiene que ser, por mi no hace falta que te disculpes, es la que necesitaste para contar la historia que creaste. Y esa historia la comprendo, aunque no haya leído Rayuela, pero sí muchos cuentos de Cortázar, aunque la historia del suicidio en pareja me lleva a Osumu Dazai, un cuentista japonés al que estoy leyendo ahora, obsesionado con ello.
ResponderEliminarUn abrazo, Albada.
Es un tema que en Japón tiene unas connotaciones diferentes. Aquí usé el suicidio de la pareja, ficción mp por supuesto, como imagen alegórica de un cielo tras un laberinto de esquinas cambiantes.
EliminarMuchas gracias y a a disfrutar de Dazi. Un abrazo
Sólo nos parece largo aquello que nos resulta tedioso. Aquella que nos atrapa se siente corto, pasa en un soplo y nos deja con ganas de más. Eso ocurre con tu historia, algo triste y con un trágico final, tal vez el único final posible, que nos sumerge de lleno en el universo literario del autor al que rindes merecido homenaje. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
La extensión era imposible de acortar, porque sin ese niño muerto entre sabios con los cerebros en las nubes y nadie con los pies en el suelo, todo cobraría otra dimensión, menos trágica, sin duda.
EliminarMe alegro que te haya gustado. Un abrazo y feliz semana
Un relato maravilloso, Albada:
ResponderEliminarLa vida y la muerte se mezclan en un abrazo perfecto.
Qué bello
Escribes muy bien. Me gusta cómo cuentas las cosas. Con elegancia y sutileza.
Aplausos y abrazos
Ana
Muchas gracias, Ana. Cortázar daba mucho juego, así que agradezco, cómo no, tu comentario, pero escribo casi siempre en función de lo que me dicen las cosas, asu manera
EliminarUn abrazo y por una tarde emocionante y sin laberintos de metro o escaleras al cielo
Gran relato, gran homenaje al genio Cortázar!
ResponderEliminarBESAZO!