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La subida de tensión de mi madre
había provocado su asistencia al hospital. Con un susto previo, llamé al
trabajo para comunicar que no iría. Acababa
de regresar de un viaje absurdo por Lugo, pero no me sentía cansado. Cuando la
vi en la habitación asignada me asusté un poco. Mostraba miedo, una sensación
que no pensé que fuera en absoluto con su manera de ser, así que intenté
bromear un poco, con escaso éxito.
Sentado a su lado me di cuenta de
qué tan frágiles somos. Ella incluida. Cuando se quedó dormida salí al pasillo
y vi a la mujer ingresada en la habitación contigua. Conectada a diversos
aparatos parecía una frágil mariposa. Entré, no sabría por qué.
— ¿Cómo se encuentra señora?,
¿necesita algo?
—Me siento muy cansada, pero no, no necesito nada,
gracias.
—Vale. Estoy con la paciente de al lado, y si no le molesta, la voy a ir saludando, sonreí.
—Muy amable. Gracias, joven,
murmuró, con una sonrisa pálida.
Cada vez que me acercaba parecía
estar estable, y me sorprendía no ver a ningún familiar con ella, a ninguna hora. Al tercer día del ingreso de
mi madre, quien iba mejorando, de ánimos también, me pareció ver a una mujer de
negro sentada en la cama de la “vecina”. Parecía darle la mano. Quien me había
dicho llamarse Pilar, por una vez está acompañada, me dije, y continué mi
camino a la cafetería. En el puesto de la lado, junto con revistas y libros, vendían flores. Compré dos ramitos de margaritas. Para mi madre
y no sé por qué, otras iguales para Pilar.
—Qué ilusión me hace, muchas
gracias, me dijo
—No hay por qué, Pilar, se las pongo en la mesita de noche. Y así
hice.
—Estoy tan sola, hijo mío… Dios
no quiso darnos hijos, y mi marido murió hace tres años, así que me alegra que
tú estés un poquito por mí. ¿Cómo te llamas?
—Me llamo Luis. Sin problema. Que descanse. ¡Ah, hoy de cena
hay verdura, y de postre flan!, le dije. Nos guiñamos el ojo. Me decía adiós con
la mano, con una ternura en la mirada que se me quedó grabada en la memoria.
Al día siguiente estaría un rato con ella, me prometí. Mi madre cenó muy a gusto. Pensamos que al día siguiente le darían el alta, como así fue. No me quedé de noche, y por la mañana llegué animado porque el susto de mi madre quedaba, nuevamente, en un susto.
Al día siguiente estaría un rato con ella, me prometí. Mi madre cenó muy a gusto. Pensamos que al día siguiente le darían el alta, como así fue. No me quedé de noche, y por la mañana llegué animado porque el susto de mi madre quedaba, nuevamente, en un susto.
En el control de enfermería pregunté por la señora Pilar, al ver que su habitación estaba abierta y vacía. Un alta muy temprana me pareció.
—Debe equivocarse, porque en esa habitación no ha ingresado nadie
desde hace una semana, señor. Aunque la anterior paciente sí se llamaba Pilar. Pero
falleció- dijo tranquila.
—No puede ser, si ayer mismo le
puse unas margaritas en su mesita de noche.
—La señora de la limpieza ha
encontrado las flores. Aquí las tengo, espere. -dijo la enfermera, sacándolas de debajo del altro mostrador.
—No, si eran para ella. Mi madre
tiene unas iguales. Dejenlas por aquí.
Al llegar a la habitación, confuso, me encontré con que el médico pasaba la consulta más pronto de lo habitual y ratificaba el alta médica. Al mediodía, cuando nos íbamos, desde la puerta de la sala de cardiología, eché la vista atrás. Una señora vestida de negro se asomaba a la puerta de mi madre, para seguir por el pasillo hasta otra habitación. Parece que sólo la vi yo, pues ni mi madre ni el camillero que llevaba su silla de ruedas dijeron haber visto a ninguna mujer de negro. Tampoco me extrañó demasiado.
En la línea de un previo post ,lápida en soledad, de hace unos días, si bien no es una continuación
Halloween se ha quedado contigo.
ResponderEliminarLo estaba leyendo tan plácidamente, que me ha sorprendido el escalofrío final.
Un abrazo.
Jajaj, pues pudiera ser, amigo. No, hoy pensaba en un soneto muy optimista y vital
EliminarUn abrazo
Este relato me ha traído el recuerdo de mi madre, cuando nos dijo adiós...
ResponderEliminarGran relato Albada, y ese final es genial.
Feliz día amiga.
Un beso
Dicen adiós con una sonrisa especial. Mi padre se marchó así. Era una despedida cantada, pero se fue sonriendo, y eso me hizo pensar en qué mujer de negro le guiñaba un ojo y le tomaba de la mano.
EliminarUn abrazo.
Magnífico relato, con un final inesperado y al mismo tiempo lleno de misterio y poesía.
ResponderEliminarBesos.
El final es fruto de la capacidad de algunos, de sentir lo que aún no sabemos medir. Estamos tan tristes previamente as u visita, que la muerte nos sorprende siempre, aún esperándola.
EliminarUn abrazo y feliz domingo, Juan L.
me siento identificado con el protagonista de este relato. suelo tener buena mano con las señoras mayores. ^_^
ResponderEliminarvaya, parece que la señora pilar se encontraba en espíritu, y el chico que se hizo amigo de ella fue el elegido para dejarse ver.
abrazos!
LLevarse bien con las señoras mayores siempre es un don. En este caso era el espíritu de ella, que tal vez necesitaba un gesto de cariño para irse definitivamente.
EliminarUn abrazo
¡Qué relato!Miedo me dará ahora ir a los hospitales. De entrada no son algo agradable de visitar, pero si encima ocurren estas cosas...Los hospitales son muy dados a este tipo de historias. Un placer leerte. Besos.
ResponderEliminarSiguen muriendo muchos pacientes terminales en los hospitales. Por mil motivos. Yo en particular tendría impresión de estar donde alguien querido se hubiera marchado. Pero reconozco que se debe mori en casa, con los olores y muebles conocidos, amén de los familiares.
EliminarUn abrazo
Un triste y crudo relato.
ResponderEliminarBesos.
Triste no lo veo, pues la madre se salva. Es triste la soledad ante la muerte, imagino.
EliminarUn abrazo y feliz tarde
Has hecho una buena entrada no mucho más has dejado unos sentimientos maravillosos y me has hecho recordar tantas cosas que te doy las gracias por escribir tan lindo y contarlo tan bien ..La vida nos pone en situaciones que a veces son maravillosas como otras nos dejan sin palabras ..tal vez esa mujer ya fallecida vio en Luis un hombre especial .
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amiga.
Tal vez esperaba un alma generosa par poder partir en paz. La soledad no es buena compañera ni aun en la muerte, si bien todos morimos solos.
EliminarMe alegro que te haya gustado. Los hospitales están cargados de historias de salvación y de ocaso. Un abrazo
Eres un poco bicho eh... jo... tengo mieeedoooooooooo, jajajaja
ResponderEliminarBesos.
jajja. No, es que creo que hay quien intuye a la muerte. También hay perros que huelen los billetes, o la droga más escondida :-)
EliminarUn beso
Durante el relato comencé a vislumbrar un final así. Y hay historias reales que cuentas casos parecidos. Buen relato Albada.
ResponderEliminarUn beso dulce y dulce semana.
Hay relatos de intuiciones reales de muerte. Aquí era una difunta quien esperaba unas flores para poder partir acompañada y sonriendo.
EliminarUn abrazo y tarde bonita para ti
Y por qué no van a suceder esas cosas?. Podría contarte una muy especial. Nunca me atreví a hacerlo, pero quizá algún día me anime. Me dedico a la medicina y he visto la muerte a diario.
ResponderEliminarTu relato podría ser perfectamente creíble.
Un abrazo.
Los hospitales están tan cargados de vida, de supervivencia y de muerte, que son escenarios mágicos. Este hombre, Luis, tenía un cierto poder para ver energías y almas que ya han partido, pero en la realidad sí hay personas como él. Muchos más embaucadores que sinceros, eso sí.
EliminarUn abrazo y feliz tarde.
La estancia en los hospitales, como acompañante o paciente, da pie a pensamientos y relatos como el que nos dejas, llenos de ternura y sensibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde.
Es un lugar de paréntesis, fuera y alejado del quehacer diario. Para bien muchas veces, y en ocasiones, para los últimos adioses. Si las paredes hablaran, en esas habitaciones, contarían miles de historias, a cuál más interesante, ya lo creo.
EliminarUn abrazo y por una noche amable y plácida.
Ay,ese final... escalofriante e inesperado.
ResponderEliminarMe encantan estas historias que tienen estos giros insospechados.
Me ha gustado mucho!
Un beso.
Me alegro que te haya gustado. Sin algunos finales, los relatos serían muy planos, y qué mejor lugar donde poner a la muerte, ¿no?
EliminarUn abrazo y feliz semana
Parece que a los médicos y enfermeras se les complica el trabajo si por el hospital anda más "personal" del que creemos.
ResponderEliminarBuen relato, Albada. Eso sí, da algo de miedo, jajaja
Un abrazo grande
jaja, sería un ser que, si circula por los pasillos, hacen difícil sacar adelante a algunos pacientes, eso seguro.
EliminarUn abrazo y estupenda semana
Un relato fantástico que tiene mucho de real.....No dudo que hay quienes tienen la dicho de dar amor mas allá de la vida.... Yo creo en esas cosas y algo de eso me a pasado..... Saludos amiga, que tengas un lindo dia.
ResponderEliminarBueno, era un relato que, sin pretensiones, pone la mira en las muertes en soledad y la fragilidad de la vida.
EliminarUn abrazo y por una semana sensacional
Tu relato me recuerda a la película El sexto sentido.
ResponderEliminarHay personas que son capaces de ver el espíritu de quienes se han
desprendido del cuerpo.
Buen relato, Albada.
Besos
Bueno, quién dice que hay energías que no vemos, pero que están ¿no?. Me alegro te haya gustado, Maite
EliminarUn abrazo y feliz semana
A veces, supuestamente, aquellos que abandonan este lado necesitan de un pequeño impulso que les guíe o les haga sentir en paz para su marcha definitiva…
ResponderEliminarMe ha encantado. Es un tema que me fascina y me causa curiosidad. Supongo que en el fondo, todos queremos creer en algo así porque eso nos daría una pista en cuanto a que la muerte es solo un proceso…
Siempre un placer leerte, querida amiga.
Abrazos enormes, y feliz semana 💙
La muerte es un tránsito, y tal vez hay quien para pasarlo, ha de encontrar la paz, o la mano amiga. Quién sabe. Son temas que intrigan siempre, porque nadie regresó, de forma certera, para explicarse.
EliminarUn abrazo y feliz noche, sin fantasmas
Increíble... a veces las fronteras entre este mundo y el otro se desdibujan y tú lo has plasmado muy bien en este relato lleno de emoción y misterio, Albada.
ResponderEliminarTe felicito
Un beso
Ana
Es que las fronteras siempre parecen indiscutibles, pero en realidad tienen poros :-)
EliminarUn abrazo y gracias, Ana. Feliz día
No podía dormir. Estaba pendiente del gotero o de si mi padre me reclamaba para algo. El hombre de al lado era veterano en ingresos y estaba tan malo como mi papá. La madrugada se acercaba y los ruidos de las habitaciones se quedaron en silencio. Me pregunto que piensa ahora mi padre cuando el final de todo esto se complica más y más...Mis oraciones desembocan en la aceptación de la muerte pero él sigue estando conciente; pendiente de comentarios, del médico, del pasillo del hospital de donde por la noche la gente se muere y la familia llora.
ResponderEliminarNo puedo dormir en este sillón ni tampoco evitar pensar qué sucederá con la última analítica si los marcadores se disparan. La paciencia de mi padre me conmueve. Cierro la puerta pero es imposible dormir. El señor que comparte la habitación necesita asistencia continua. Su hijo le tiene la mano cogida porque de esa manera su padre está todavía en la realidad del amor. Mi padre mira al techo con mirada que se pasea pensando un no sé qué y los silencios se suceden cuando ya las palabras sobran...
Hace dos días que lo llevé al hospital y salió llorando de mi casa; casi resignado a dejarla y veo la mirada de mi hermano preocupado y mi madre disponiendo la maleta con los más imprescindible: el está ya amarillo.
Se escucha el oxígeno, las toses con flema o las visagras de las puertas cuando todo está en silencio. Ya son las cinco de la mañana. Parece que la gente se muere más de noche que de día y mi padre y yo no decimos nada; un suspense maldito para que nos coja el número siguiente de la lista.
Llega la mañana. Llega mi madre que viene de la casa de mi hermana sin descansar y le da un beso. Le trata con cariño y me dice que ya me puedo ir a descansar. Pero mi padre se queda casi resignado a otro día y otra noche; esperando a ver que dice la última analítica como última esperanza...Todos los hermanos nos turnamos durante el día pero las mujeres se quedan por las noches menos esta última que la pasé yo. Las mujeres tienen la virtud de cuidar mejor y estar atentas hasta para dar un beso.
Salgo del hospital sucio respirando el aire fresco de la mañana. Necesito una ducha y despejarme. Me tomo un café en la cafetería de al lado cuando mi hermana me llama al móvil y está llorando: Mi padre acaba de fallecer...
ASí suele ser el final de muchos padres. Con es resignación ficticia, con ese apagarse despacito, con esa últim bocanada de amor en la mirada.
EliminarPrecioso post. Si no es ficción, mis condolencias. Reflejas perfectamente la noche de un hospital. Y la muerte rondando por los pasillos. Un abrazo
Lo crudo de la muerte y el trauma no resuelto materializado en un fantasma que no se puede ir.
ResponderEliminarPilar tal vez necesitaba un empujoncito de amor, de margaritas, de mirada con guiño. Quién sabe
EliminarUn abrazo
Hace su ronda y no falla nunca.
ResponderEliminarUn beso.
Su ronda es implacable. Nadie escapa. Un día u otro.
EliminarUn beso.
Hay quien asegura poder ver a la muerte. Yo, por fortuna, no. Si la pudiésemos ver nos dejaríamos influir pensando "esta vez viene a por mí", je,je.
ResponderEliminarEstupendo relato paranormal.
Un abrazo.
Haríamos trampas al solitario, estoy de acuerdo :-). Pero hay quien tal vez sí puede visualizar a seres que ya no están. Era un post que tampoco quería ir mucho más allá de la ronda nocturna de la señora de negro por los pasillos de cada hospital :-)
EliminarUn abrazo.
Wow, me ha sorprendido el relato.. muy a doc con la temporada del mes de Noviembre acá en México... me gustó mucho... abrazos
ResponderEliminarEs un mes de nostalgias. Aquí jugué con esa mujer de negro y su avistamiento por los hospitales :-)
EliminarUn abrazo y feliz día
A mí también me gustó mucho. Me gusta mucho, también, cómo unes unas historias con otras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si bien no es en absoluto seguir la historia, que sigo sin saber qué hacía la niña bruja, me apetecía postular el avistamiento de la muerte.
EliminarUn abrazo y gracias, Dorotea
¡Qué buen relato!...me ha traído malos recuerdos, cuando perdí a mi madre, saque su cuerpo lo antes que pude del hospital al tanatorio, donde la dejaron como un ángel. He disfrutado mucho con la historia, mis felicitaciones.
ResponderEliminarBesos:))
El tránsito de la muerte puede ser plácido. Por ello, y tras las mano adecuadas, mucho difuntos parecen dormir en paz.
EliminarMe alegro te gustara. Un abrazo, Rosana
Hola guapa , un buen relato si señor me a gustado mucho
ResponderEliminarvoy a leer el otro vale , besos de flor.
https://forecillaysubaul.blogspot.com/
Estupendo. Me alegro que te gusten. Ya he clicado para ser seguir tu blog, creí que ya era seguidora, la verdad.
EliminarUn abrazo y día bonito para ti, por aquí llueve.
Recorde hace un.par de meses cuando mi abuela ingresó al hospital y me toco ver a varios abuelitos solos. El final escalofriante. Muy bien narrado como siempre. Un.beso
ResponderEliminarLa soledad de los hospitales. Cuántos ancianos se ven así, cuando más frágiles son.
EliminarUn abrazo y por un atarde sin pesadillas ni muertes rondando
Muy bueno! Te va transportando entre la dulzura y la empatía que muestra el protagonista hacia la soledad que percibe en esa mujer. Y luego... el desenlace. Genial.
ResponderEliminarLa señora ingresada de la habitación contigua dice que está muy sola, que no tuvo hijos y que su marido murió... Entonces, la mujer de negro podria ser alguien que también murió en ese hospital, o no, pero que vuelve del más allá para ayudar a partir a otros. Cuando él la ve al final por el pasillo dirigiéndose a otra habitación... parece que fuera buscando a otra persona que, frente a la muerte, necesite que le indique el camino. Otra posibilidad, es que la mujer de negro... ¡sea la misma muerte!
Me ha encantado.
Casi una reflexión profunda. Nos vamos solos, todos, pero cuando una mano amiga nos da calor, la soledad es menos fría.
EliminarUn abrazo y por un día bonito.