─ ¿Sabes lo que tenían para comer? Tres empanadas. Que miseria
─ Qué miseria.
─ Tres empanadas
para dos, que sobrarían de ayer.
Bueno, lo que no
saben es que las tres empanadas son como el pan y los peces del milagro de
Jesús. Las hicieron el uno de enero, rogando a San Imposible del Santo Prepucio
que cada día, por la magia de los milagros, se reprodujeran para el día siguiente,
y pusieron el plato vacío en la nevera
ilusionados.
Ese día
confirmaron que la inflación del mes previo había alcanzado el diez por ciento,
y haciendo cálculos calcularon que los huevos, la docena, que costasen quince
pesos argentinos el uno de enero el año previo, los encontrarían a doscientos
pesos. Y eso que no son de importación, se dijeron, ya ni penar en un refresco
de Cola.
Con el ruido de
las tripas vacías, caminaron poco, por no gastar energías, y en la tarde, al filo
del anochecer, se metieron en la cama, y vieron una película en la tele, argentina
donde la miseria ya era la tónica del país que fuera una potencia sudamericana
de primera magnitud.
Al día siguiente,
el plato de la nevera tenía tres empanadas, para los dos, esta vez de pollo criollo
y cebolla pampeña. Y así hasta hoy, cada día el plato contenía tres empanadas
de diversos contenidos Ayer, cuando la hija fue de visita dudaron si invitarla
a empanada, porque el milagro podía acabarse. Decidieron hacer agua de limón,
con azúcar, y así la invitaron a tres vasos de ese refresco natural, cuyo vaso
guardaron en la nevera esperando otro milagro.
Hoy, 28 febrero,
el plato de la nevera está vacío, pero hay tres vasos de limonada.
─Mala decisión
tuvimos, negra─ le dijo Marcial a Covadonga. Otro día la invitamos a chuletón.
Palabras 301