Quien más quien menos hemos sobrevivido a la Navidad y al Fin de Año. ¡Y con qué estrés!
Pasada la etapa de montar un Belen, o el pesebre. Con un río de papel de aluminio que de tan limpio parece imposible, y con esas palmeras que luego rociamos con nieve...que ya me dirán que contradicciones!. Y con ese niño Jesús tan desnudo. Pero si era de Noche, pobrecito!, y venga a llevarle los pastores ovejas y gallinas...Un buen abrigo, por favor!. Eso si no hemos optado por un abeto de Navidad, que manda narices el gusto de comprar uno natural y la bobada de uno sintético, pero que en ambos casos hay que calcular tamaño de adornos y número, porque no quede la cosa atiborrada, o de una pobreza de espíritu que quite el alma. Y si se decide poner las dos cosas...bueno, un máster de cálculo y física cuántica como poco.
Todo el mundo lo pasa bien en estas fechas. Pero qué agobios en cena de Nochebuena no? Y eso si es que no hay cuñados pesados en enseñar su ipod. O en Cataluña tengamos algún invitado con afán independentista, porque entonces ya la cena se convierte en una maratón de diplomacia!.
Del Tió o Papa Noel es que ya es un tema aparte. Más estrés en compras, más dotes adivinatorias de gustos..en fin, que uno acierta o no acierta, pero siempre, y eso es verdad, el espíritu de la Navidad invade de buena voluntad las intenciones, y por ende, los presentes que se obsequian y se reciben.
Lo de la noche vieja es más estrés si cabe, pero esta vez más de mucho más, porque además este estrés viene con límites de reloj en mano. Las compras para la cena son de episodio de guerra de obstáculos, y su preparación de tetris en acción, porque se ha de cuadrar con la preparación de uno mismo. Y es que está feo empezar el año hecho unos zorros!. Y ojo a los preparativos para el brindis y las doce uvas. De lo segundo por no descontarse al preparar la docenita exacta, y que no tengan semillas! porque entonces, ya si hay que pelarlas y quitarles los pipos, requieres un tiempo y una destreza que no tenemos ya tras atracarnos en la cena!.
Ay, las doce menos diez ya??? Y esas explicaciones de la bola y los cuartos...como si ese reloj fuera un misterio como el boson de Higgs!. En fin, que no falte ropa interior roja, (ay!), y anillos de oro en las copas...ay de ay!, y ojo que empiezan las campanadas.(ay, que si suenan los cuartos..)...Tong. ¡Ahora, ahora, va... Una...!! Tong...¿Cómo que seis? Tong...¡Eh!, ¡deja mis uvas! Tong... ¡Es que se me ha caído una con el gato! Tong... grounfffffff... Me sobró una uva!.. Pues a mí una campanada!
Se sobrevive tragando o engullendo, para brindar y darse un beso ¡con la boca llena! Feliz año, eeeeh, felicidades, grfdddfd... Y ahora suerte que no suenan los teléfonos!. Porque nos pillaban los buenos deseos con la boca sin poder hablar oiga! Vaya manera de empezar el año, no?
Lo malo es que tienes la obligación de divertirte. Así que hay quien remata con fiestuqui, disfrazados de vampiresa, o de duque cuanto menos. Ellas con tacones y con más frío que un cubito, y ellos con baños de desodorante, y chorreando gomina en el pelo. No todos, seamos francos.
Yo ya mejor que no. No estoy para que alguien me coja por detrás gritando Congaaaaa, porque a ver cómo escapas de una de las doce congas que puede haber en un garito! Si hay riesgo de colisión, o con otra conga, o con una columna vestida de adornos navideños! Y eso que no haya heridos, porque si no, tras la ambulancia sigue la fila de congueros hasta el hospital, donde el personal de guardia aún lleva los gorritos y/o, los collares de hawaianos, porque estar de guardia no implica no celebrar un poquillo la Nochevieja. Porque seamos francos...si uno no disfruta de estas fiestas...cuándo va a disfrutar uno, no?
Lo dicho, que habiendo sobrevivido ya...sólo nos queda disfrutar del Año que empieza, Feliz Año!