Era amiga de mi amigo, y me invitó
a su casa. Era el lugar idóneo, sobre el sofá, sin dudarlo. De unas dimensiones más
que generosas, ocupaba mucho más que la tele extragrande de la pared opuesta.
El sol entraba por la parte derecha, y era un cuadro en blanco.
Le pregunté el motivo de esa tela
sin nada pintado. Ella se echó a reír.
─ Estoy esperando a las musas,
que andan juguetonas.
─ Pero no parece recién
colgado, o yo veo mal, que pudiera ser.
─ No sé si ves mal, pero este
cuadro lleva aquí el tiempo que llevo yo en el piso, cinco años hará en abril.
Me acerqué un poco más, quedando de
pie ante el sofá y el cuadro que colgaba encima, (yo diría que en un estado virginal).
─ Voy perdiendo vista en el ojo
izquierdo, igual es que veo menos de lo que hay
─ Imposible, no hay nada. Bueno─
dijo ella, quitándose la chaqueta─ sí, si te fijas hay una línea muy
fina en lápiz, que divide en dos el lienzo, ¿ves? ─ y señalaba lo que, en
efecto, era una línea casi recta, muy leve, de lápiz realmente de calibre finísimo.
─ Genial, tenías una idea pues.
Y se escaparon las musas…o….
─ No exactamente. Lleva conmigo
quince años, y ha pasado por cuatro cuartos de estar. Las musas me sugirieron
un díptico de un paisaje diurno, y el mismo nocturno. He estado haciendo
bocetos, en mi estudio hay algunos. Luego te los enseño si quieres.
─ Estupendo- le dije.
La calefacción estaba muy alta, así
que no me extrañó que se fuera quitando ropa, como hice yo. En ropa interior
ambos, me hizo ayudarla a descolgar el lienzo, tamaño cama individual más o menos,
y lo dejamos en el suelo de su estudio. La fiesta de los colores me llenó de un
gozo infantil que no recordaba. Ella sonreía, bailaba y se contorsionaba mientras
me iba tirando por encima latas de pintura acrílica. Me invitó a hacer lo mismo
con ella, y con los pies íbamos dibujando sobre la tela. Cuando me besó, como
sólo una mujer me ha besado en la vida, quedé desarmado, me rendí a su juego
pasional. Rodamos por el suelo, en concreto por la tela, que, para mi sorpresa,
cuando ambos quedamos agotados de hacer el amor una y otra vez, tenía un dibujo
abstracto curioso y de verdad armónico.
Cuando vi, tiempo después, que
subastaban ese cuadro, de la pintora ya reconocida, no pude por menos que recordar la tarde y la noche de
esa pasión en tecnicolor. No sé si ahora tenga un lienzo blanco sobre su sofá, tal vez esperándome. Quiero pensar que sí.
La imagen es de Aquí, pintado por un mono