Me siento a leer de nuevo,
en ese sillón giratorio tan tuyo,
algún papel teñido en tinta china.
Esta vez, de color negro, de plumilla.
Cada vez con menos frecuencia,
pero me siguen llegando cartas,
anónimas, a nuestra editorial,
y ahí voy, viéndote en las letras.
A veces, entre tus párrafos,
y con los trazos de tu picuda letra
tan ilegible siempre, veo tus hombros
encorvados sobre el blanco folio.
Recuerdo el brillo de tus ojos
entre el tintero y
los tomos abiertos,
extendidos a mamporros
en un maremágnum de escritorio.
Me llega el olor de aftershave.
Entretejido con el del cuero,
de esa silla regateada en el Rastro.
Resigo, vista y dedo, tu entintada huella.
Con cada "te" que dibujas,
intuyo tu silueta concentrada.
Con cada " o" que pronuncias,
tus ojos mirándome sin pausa.
Con cada tilde tu guiño en mi cintura.
En los huecos de las oes tu risa amable.
Bajo el rabito de las comas, tus poemas.
Vuelvo a escuchar tus desprecios
por los bolígrafos y rottrings.
Y aún puedo enumerar los cuidados,
exquisitos, que prodigas a tus plumas.
Cuando recuerdo que los espejismos
son posibles, entre la tinta negra
y la blanca luminosidad del DINA4,
me atrapa la magia oculta en las palabras.
Tú y yo sabemos que el correo
sólo trae mensajes, sin alma atrás.
Nos prometimos más que fonemas,
Tal vez por ello, sigues estando en tus textos.
Imagen de Aguirrefotox
Estaré fuera una semana, son mini-vacaciones para mí, como un preludio nadideño que quiero disfrutar. Nos leemos a mi vuelta. Sean felices, es gratis. Se ha ido Almudena Grandes, qué pérdida inmensa.