Tomado del blog de Juan Carlos, Y qué te cuento |
Siguiendo una iniciativa de Juan Carlos, les paso este post, reeditado de 2011, pero que me ha parercido adecuado.
Buenas noches. Me ha costado venir a “ Sinceros Anónimos”. Me llamo Luis y fue mi familia quien insistió en que debo asistir a esta terapia. Bueno…la poca familia que aún me apoya porque como bien sabéis, la sinceridad es muy difícil de sobrellevar. Como sincero compulsivo soy incapaz de mentir, aunque sea ligeramente, o incluso por piedad. Quizá con vuestra ayuda sea capaz de dar un giro a mi vida y solucionar mi problema.
Soy incapaz de mentirle a nadie, ni a propios ni a extraños, ni en temas trascendentales ni en cuestiones frívolas. Me parece inmoral y no puedo evitar ser sincero.
Tuve una novia que procuraba entender que esa sinceridad compulsiva yo no podía controlarla pero tras varios meses me dejó. Dije que sí a la pregunta “-¿Estoy gorda?”, por citar tan sólo un ejemplo. Ya presentía que mis respuestas le dolerían, pero es que pensar en no decirle la verdad me provocaba un dolor de estómago insufrible. Durante mucho tiempo me consolé pensando que la culpa era suya: si no quería saber las respuestas, ¿para qué formulaba las preguntas? Pero hoy por hoy quizá mi respuesta a su posible gordura hubiera sido “ estás muy guapa”, que también era cierto.
Los ejemplos son incontables. Aquel camarero asiático me preguntó si lo había tomado por tonto cuando cuestioné su afirmación de que su comida china de mi plato era de gran calidad ... claro, respondí sinceramente, pero al llegar a casa tuve que ponerme hielo en el ojo izquierdo. Eso sí, hielo de primera calidad. O aquella amiga que perdí cuando me preguntó si su gato era adorable. ¿Cómo iba a decirle que sí, si era uno de esos felinos sin pelo?. Era horrible y me produjo asco. Mi estrategia de permanecer callado ha fallado: a veces lo toman por indiferencia, o no he podido evitar que un ademán de mi cabeza responda por mí, con lo cual no he tenido más remedio que terminar dando explicaciones por mi gesto y volver al problema de siempre. En fin, gracias por la acogida.
María, la tutora de la terapia, le dirigió unas palabras:
-En primer lugar, darte la bienvenida Pedro. Está claro que tu problema es grave pero entre todos la encontraremos. Ya has dado el primer paso. De nuevo, bienvenido a “Mentirosos Anónimos””.