De Neogéminis |
Siguiendo una iniciativa de Neo para este jueves, y con la elección de Un personaje: Una bailarina. Un lugar: Una pequeña aldea almeriense. Un conflicto: Descubrimiento de una mentira, mi aportación está basada en una obra de Lorca, jugando con ficciones, y no tanto.
Se llamaba
Paquita, y había ido a la capital a una academia de baile, por eso la llamaban La
bailarina. Una muchacha joven y de buena dote que aceptó casarse con Raúl,
en una boda de conveniencia.
Corría el
año 1928 y Raúl esperaba en vano a una mujer que no aparecería. Estalló
la tragedia en esos campos de una aldea almeriense. Paquita se había fugado con
un primo suyo, cuya relación habían sabido disimular ambos, ya que desde chavalines habían jugado al amor. Se supo que Raúl Pérez era amigo de Leonardo Montes y que lo invitó a la
boda. Cuando éste llegó al Cortijo del Fraile se encontró a Paquita, quien seguramente aludió que se casaba sin estar enamorada. El primo, en un momento de ardor
amoroso, le propuso la fuga y ella asintió, subiéndose a su caballo y
desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Una pareja
se topó con ellos, cuando iba camino a la boda. Eran
José y Carmen, hermano el primero del novio, y hermana, su mujer, de la novia. El hombre. viendo que su hermano había sido burlado, echó mano a un revólver “Smith” del calibre 9 que llevaba, efectuando tres
disparos contra Leonardo, matándole. Carmen la emprendió con la novia, quien iba
engalanada con atavío nupcial, y casi la estrangula con una de sus prendas.
Mientras “Paquita la bailarina” quedaba tendida en el suelo, herida y magullada,
el asesino y su mujer huían del lugar. Mientras, en el Cortijo,
nadie se hacía cargo de la situación. El novio mosqueado y ya habiendo bebido bastantes rebujitos, porque hacía calor, trató de perseguir a la novia
fugada, sin conseguir nada pues tropezó aparatosamente antes de subirse al caballo, porque se cayó del otro lado, dando casi más pena que la propia situación. Mientras los invitados se iban yendo, los criados, por primer vez, degustaban unos manjares regios, y no las sobras. La tía Lola fue la única que se marchaba del escenario mirando de reojo la mesa tan bien equipada para el enlace. Horas más tarde,
hallado el cadáver de Leonardo, y el cuerpo magullado de Paquita, la guardia civil detuvo al asesino. Sólo se atrevió a comentar el viejo tío Pepe, que ya venía diciendo que la niña no era mozuela, pero nadie le había prestado atención, porque con los tontos pasa como los con relojes, que hasta uno parado, dos veces por día aciertan la hora. Los tres balazos fueron confundidos, en primera instancia, por cohetes tirados antes de tiempo, pero pronto se hizo evidente la verdadera naturaleza de los sonidos
En el drama
teatral Bodas de sangre la novia acusó a quien tendría que haber sido su cuñado, y en la realidad también. Condenado por homicidio a una pena de ocho años, un mes y un día de arresto
mayor en prisión, a los tres años fue puesto en libertad gracias a los indultos promovidos tras
el 14 de abril de 1931, advenimiento de la II República.
Paquita de fue a vivir a un cortijo de Almería también, con dos sobrinas. Es verdad que vistió de negro, pero ya con ropa de alivio de luto, pasados unos años, conoció y se casó con un señorito, bailarín de una cueva del Sacromonte granadino en sus horas libres. Nicolás, el segundo marido, tenía una amante que mantuvo toda la vida, una bailaora de flamenco espectacular, pero Paquita jamás se enteró, o no quiso saber.