Siguiendo la propuesta de Molí del Canyer sobre el verano que se nos hace corto, mi participación es la siguiente
Este verano se acaba. Me lo dicen
las hojas de los árboles, me lo indica el atardecer más temprano, y hasta mi
cuerpo me va avisando. Será la época perfecta para ver La Granja de San
Ildefonso, por ejemplo, y que visité en julio, con sus fuentes sin espectáculo
alguno. Será el tiempo de ver caer castañas en el suelo, y ver gozosas nubes en
el horizonte. De bajar los edredones y subir los ventiladores al altillo de los
armarios. De tener a mano rebecas y chubasqueros, calcetines y piezas de abrigo.
Dejaré atrás escapadas, o no, y
sandalias. Atrás los shorts y las camisetas
de tirantes, el protector solar en el recibidor, y tal vez las mascarillas. Dejaré
atrás días de un sol que me alegraba, y un mar que me mecía, excursiones de
cercanía, horchatas y melones. Atrás la luz del verano en tus pestañas, el
soplo de caricia de tus manos bajo mi falda. Dejaré atrás la urgencia por encontrarte cuando te encontré. Atrás el despertar de un perro que se propuso destrozar todo
mueble de mi casa.
Atrás quedan días de tibias
madrugadas bajo la luz de tu voz, pero retomaré el aliento del verano
exactamente…mañana