Obra de Tomasa Martin |
El traslado es inminente Él observa el ir y venir de cajas, de bultos, de muebles. Sabe que pronto le tocará un cambio de ubicación y tal vez en un salón más amplio, donde lucir más.
Ya cumplió su misión. Escondió zapatatillas y palomitas de maíz. Cobijó un primer beso y docenas de siestas y arrumacos. Sin miramientos le embuten en el ascensor y desaparece con él la montaña a escalar y la trinchera de Edi.
En el vertedero observa a una gata preñada y sucia, que sonríe a sus cojines. Ella trepa y se despereza maullando flojito para ovillarse feliz al sol, sobre él, en una última función de un sofá de terciopelo gris.
Siempre he pensado que las cosas también tienen alma. Este relato tuyo lo plasma muy bien.
ResponderEliminarUn beso
De mis primeros post. Me alegro que opines que las cosas pueden tener alma. Uf, diez años ya :-)
EliminarUn abrazo.
Me preguntó cómo se sentirá ese sofá albergado a una gatita encima...
ResponderEliminarDe maravilla :-). Un abrazo
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