Regalo de parris. |
Soñé en una bufanda, de mil colores, que abrigara el alma. Con una aguja muy gruesa, para manos inexpertas, me hice con siete ovillos. Uno por color y el blanco, porque lo usé como base, simbolizando la amistad y es el que me sirvió para montar los puntos. Cupieron cincuenta a falta de mayores dimensiones en el artefacto con visos de asesino.
Seis madejas ya montadas en ovillos salieron de la caja de los sueños. Ovillos risueños, saltarines, y explosivamente listos para dejarse tejer rodaban o guardaban equilibrio a los pies de mi balancín de arrullos, con Bach de fondo y la luz entrando por la ventana a hurtadillas de la realidad.
El rojo, como el color de mi sangre y el olor a pólvora aterrizó en mis manos y con él tejí el afán de las tardes en paz y el alborozo de pieles.
El naranja quiso seguirlo, aliñando con su fragancia a luz mediterránea la cantinela de mis dedos novicios en el arte de tricotar.
El amarillo de los tulipanes en verano siguió su camino. Tan afanoso, tan terco, tan vivo como el sol del mediodía inundando la casa de ese intenso aroma a risa de limonero de patio andaluz.
Le siguió el verde, con la frescura de un césped gozoso de pies descalzos y ávido de agua y hierbabuena. Pero estaba juguetón con los rayos de sol que entraban de través por la tarde en retirada y quiso discutirse un poco con la hebra del amarillo, entrando en un baile agarrado sin medida que hizo que el ovillo azul entrase circunspecto en el proyecto de bufanda., sin pedir permiso alguno. Sintiéndose con derecho propio.
Ahí, mis manos se entretuvieron con el aroma a mar de su tono. Con la calma azul de mis desvelos y con el sabor a cielo pintado de nubes de la mirada infantil tumbados en el campo.
Lo reconozco, el fragmento del entramado azul se ha dilatado, Me llegaba un aroma a rosa azul y sabor a salitre y olas., que no pude controlar las dimensiones, ni los relojes.
La gran suerte es que el ovillo de color índigo esperaba paciente, por su costumbre de tener que armarse paciencia. Con es olor a ruptura y rebelión, a libertad sexual y respeto para la mujer, puse unas notas en mi diario ficticio: Todos saben que los colores nunca han sido siete, pero este número, gusta mucho más que el seis.
Mi despertar, envuelta en una bufanda de una medida a carpa de circo, ha sido de las mejores que pude soñar.
Estoy en lenka-21.blogspot.com., donde podemos leernos. Ya que podéis participar y donde sois bienvenidos.
Me encanta esa bufanda Albada2 y como abarca una carpa de circo, me cuelo en tu sueño y me envuelvo en ella para disfrutar de esa paz y fragancia maravillosa, de ese aroma a risa y frescura de césped, del aroma a mar tumbados en el campo mirando las nubes y ese olor a libertad y respeto para la mujer.
ResponderEliminar¡Qué bien se está envuelta en tu bufanda!
Pues cabes. Esta´hecha de lanas de alta capacidad de dilatación-extensión.
EliminarCuando quieras, te vienes, que ahora que hace tanto frío, aquí nos cobijamos entre colores y sensaciones agradables.
Un abrazo.
Que despertar tan confortable.
ResponderEliminarBesos.
La verdad es que cuando los sueños son bonitos, ya sean reales o más bien anhelos, los despertares pueden ser maravillosos.
EliminarUn abrazo. De lana, con colores varios.
Me uno al grupo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eres bienvenida en Lenka21, donde en su sección "talento" todos podemos exponer el nuestro.
EliminarGracias. La carpa es tan grande como queramos que abrigue a todas las personas de bien. Un abrazo de colores.
El próximo sueño, la próxima bufanda, podría ser en blanco y negro. Los cinéfilos lo valoramos mucho aún. Un abrazo abrigado.
ResponderEliminarTienes razón. Del marengo al gris perla, los tonos de gris abarcan todo el abanico le luz.
EliminarTodos tenemos zonas oscuras y luminosas, que también abrigan el alma. Y a veces, entre las mezclas que se producen, la modulan.
Un abrazo cinéfilo y fotográfico.
Mi querida Albada, yo quiero una bufanda así... o, al menos, soñar con tan bella bufanda pintada con los colores de arco iris.
ResponderEliminar¿Sabes?, yo tengo pesadillas la mayoría de las noches, ya es lo más común. Y no es que tenga una vida conflictiva, muy por el contrario, mi vida es casi un eterno oasis.
Un beso enorme.
HD
Te regalo pues, si me lo aceptas, una hebra de rojo pasión y de un negro azabache, que tejan con el blanco, un cúmulo de palabras que acunen tus sienes en la noche.
EliminarDejaré la luz de gas de mis recuerdos, encendida para ti. Que alcance, entre susurros de mar y caracolas, los tonos azulados de los mil aromas de mi bufanda acogedora.
Un abrazo fuerte. Irisado y transoceánico.
Una bufanda que abraza que hace sentirse de colores de arcos iris, en un mundo mágico.
ResponderEliminarA mí también me gusta mucho más el número siete que el seis.
Precioso relato que nos regalas, Albada, escribes tan bien de colores.
Muacksssss.
La tinta negra se fue desecando, y en el tintero, bajo una luz de terciopelo, hall los mil colores que componían el fonco irisado de los sueños.
EliminarAñadí suspiros y anhelos, con una pizca de esencia de alquimia y mandarina, y así se escribe entonces lo que se quiera, dejándose llevar. Prueba si quieres, te hará volar la pluma, pro cielos y burbujas de jabón.♪♪♫♫.
Un abrazo.
Disculpa, ese -tan bien- está mal escrito: debería haber puesto: también.
ResponderEliminarOtro beso.