Gentileza de parris |
La luna llena
miraba al hombre de la silla. Leía, sin tregua, el guion no escrito de su vida.
El aire de la noche llegó rauda. Esa misma que nos sube y que nos baja. Esa misma
que nos trae y que nos lleva.
La noche entre los
recuerdos, o nombres, o meras huellas de
playa. La noche y su hálito a soledad y descontento. La noche de la rabia. Aquella de una gran, y la ridícula nada.
Le conté un
cuento. Del “érase una vez”. Donde el cocotero de una isla inventada, se quedó
sin naufragar. Entre arrecifes de playa, cautivos de la alta mar.
El hombre
atribulado notó la brisa henchida de salitre y lluvia fértil. Esa cargada de
vida. La brisa que moja a los pinos, con su flores, y sus abejas, y sus colores
a sol, y su sabor a verano o a jazmines encendidos..
El hombre miró al
horizonte, con la sombra de la luna apuntando hacia el norte de su vida. Sin
vestigio de nuevas noches, ni esperanza de nuevos días.
El hombre se
alzó de la silla, desentumeció las piernas, se secó una lágrima cautiva, levantó su frente
marchita, sin Gardel en la solapa, y se puso a caminar. Por una playa sin mar.
En algún momento de la vida nos ha sucedido algo así, es tan grande la catarata de recuerdos y de experiencias aún no vividas que se confunden y no permiten que podamos discriminarlos.
ResponderEliminarEn lo personal, luego de momentos como el que acabas de describir tan bellamente, me coloco los auriculares y me doy un saque de música muy fuerte y muy potente.
Un fuerte abrazo, amiga.
HD
El empuje de esa música levanto de alguna forma el alma alicaída, hechizó la pestañas para mirar con ganas de y acabó levando anclas de los norays que ataban aun hombre, a una silla, o aun papel.
EliminarUn abrazo grande Humberto
Renació y siguió su camino.
ResponderEliminarBendito cuento mágico.
Besos.
Los cuentos encadenan el alma a la libertad del niño que escucha con simple fe.
EliminarGracias Toro. Un abrazo
Cada vez me doy más cuenta que eres una poetisa en origen y que, a posta o inconscientemente, "infectas" de manera sutil y maravillosa tu prosa hasta no saber bien donde empieza o concluye cada género en tu obra.
ResponderEliminarComo siempre, es un placer leerte.
G.T.T.
Inconsciente, no te quepa duda. La magia de los cuentos levantan anclas en los anclajes dormidos del alma que espera.
EliminarLe ofrece alas que no pesan, con polvo de imaginación y altas dosis de capacidad de intentar volar.
Un abrazo G.T.T.
Hay que ver lo que les cuesta a algunos reescribir el guión de su vida. Pero, al fin, aunque sea tambaleantes, siempre hay alguna brisa que nos zarandea, menos mal. Hala, me voy a caminar.
ResponderEliminarAbrazos
Cuando salgas a caminar, vigila a tu sombra, tanto si es lunar como si es solar. Porque a veces, en raptos de locura, se emancipan de los talones, quedando tan atrás de uno mismo, que ni con lazo se la puede cazar. Broma.
EliminarUn abrazo