-¿Has visto?, Qué cojo va, ¿no?
-Le habrá enganchado la pata esa maldita puerta del bar
-Espera Fly, que se acerca. Le preguntaremos.
El gorrión de la pata colgona daba saltitos, por acercarse
a un fragmento de croissant que había quedado junto a una piedra tocando al estanque
-Eh, tú, gorrión…sí, tú... acércate
-¿Qué quieres pez rojo malhumorado?
- Saber qué te ha pasado, hombre, nada más
- ¿En mi pata derecha?. Pues un mordisco
- No lo puedo entender, ¿quién te mordió?
- Un gato negro, peludo, gordo y salvaje al que jamás había
visto.
- Pues será uno que estuvo el otro día mirándonos, ¿verdad
Fly?
- Ni idea. Este nuestro estuvo a punto de tirarse al agua
para cazarnos. Metía sus manos, con las garras a punto, y tuvimos que
escondernos bajo un nenúfar. Y a ti… ¿qué te hizo?
-No me fijé en que acechaba tras unas hojas bajas del
matorral. Estaba tranquilamente comiendo migas de un bocata de jamón, cuando
sin más ni más, sin escuchar nada antes, sentí un dolor en la pata. Tiré de
ella y el gato me dejó ir, pero creí quedarme sin mi preciada pata para
siempre.
- Y yo venga a advertirte de la puerta del bar, y ahora
resulta que hay un peligro mucho mayor.
- ¿Sabéis de quién es?, dijo el gorrión cojo
- Nosotros desde dentro del agua vemos sólo regular, pero
juraría que una musa delgada y, de pelo corto, estuvo hace unos días jugando
con un gato. Creí que era a rayas, como el de Alicia, pero ahora no podría
jurarlo.
-Si sabemos de qué musa, podemos hablar con el
escritor y que haga que su personaje se deshaga del gato, ¿no crees Fly?.
-Lo que yo creo es
que puede ser el personaje de un cuento que esa musa dicta al oído de un
escritor, y si es así, tenemos gato para rato.
- Pues lo que yo creo- dijo el gorrión cojo- es que no es un
personaje, porque tiene dientes de verdad. Podríamos decir a Antonia, del bar,
que ponga una trampa para gatos, le cace y le lleven a un refugio para gatos
sin dueño, porque yo no puedo perder otra pata.
- Ni nosotros la cabeza, que necesitamos para pensar.
Se despidieron. Un gato se acurrucaba entonces sobre el
regazo de la musa Victoria, mientras el señor de gafas seguía buscando un
personaje con gato negro que había perdido entre un relato de casonas y otro de
conciertos en terrazas
Contemplo con angustia culpable, el lamentable estado de un amigo gorrión a quien envié a espiar los papeles de la locuela de la melenita de pelo corto con su maldito gato a rayas.
ResponderEliminarMientras lo envié a conseguirme sobre qué estaba escribiendo la susodicha, de cara a los juegos florales de próxima convocatoria.
Normalmente es ella quien me copia a mí, no sé cómo se lo hace pero consigue robarme el tema cada año y quedo como un tipo sin imaginación.
Este año he estado sin preparar nada hasta el último momento y queriendo pillarla en la ejecución de su obra.
Pero su maldito gato se cebo en mi pájaro espía fastidiándole una pata, que a pesar de mis cuidados con un palillo y un poco de celo le ha quedado torcida.
Por un decir, del señor de gafas, sentado en una mesa de mármol cerca del estanque.
Un beso.
Hay gatos que existen, se acomodan en regazos de escritoras de concursos florales de Abril, y juguetean luego con los peces y los gorriones.
EliminarHay gatos que cobran vida cuando son personaje central de relatos y no hay quien haga que desaparezcan hasta que la trama del elato queda desenredada cual ovillo de lana en manos de ese escritor cuando pone el punto final.
Y hay gatos que existen sólo cuando son evocados por peces y gorriones, ratoncillos y mariposas, que en su búsqueda de responsables de sus miedos y congojas, imaginan ver a un monstruo.
Sólo el escritor de gafas, buscando un tema para el concurso floral, se percata de que hay musas con gatos reales, que algunas personas pueden ver.
Por un decir de una escritora que pasea por un patio interior que evoca duendes, musas, gatos mágicos y posibles personajes. :-) de un cuento.
Un beso
A ver si le buscan acomodo al gato, porque aunque no haya nada más desangelado que un pájaro cojo, si lo deja sin la otra es gorrión muerto, sin un impulsor para iniciar el vuelo. Y no digo nada de los peces, si de buenas a primeras les arranca la cabeza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los gorriones cojos dan mucha pena. A ver si ese gato se pone a estar tranquilito y deja a peces y aves en paz.
EliminarUn abrazo
La musa Victoria debería ser un poco más cuidadosa.
ResponderEliminarEstá bien que ilumine corazones pero no estaría de más que vigilara al gato criminal.
Besos.
Iluminan corazones y a veces apagan fuegos. Son ellas muy suyas. Estas musas del Ateneu son tres, pero una de ellas, Victoria, es una guasona, y lo mismo la ves con un gato en el regazo como con una espada en la mano o una flecha en un carcaj de piel de gato :-)
EliminarUn beso
El 2015 es el año del gorrión, mi ave preferida. Asi que, en cierto modo, estoy de cumpleaves.
ResponderEliminarTampoco puedo negar que me gusten los gatos. Casi cualquier ser con vida.
Un besote emplumado
En su menuda presencia, el gorrión nos recuerda la maravilla de volar sin agrandes alharacas. Ahí está su grandeza.
EliminarUn besote gatuno, para un cormorán con alma de gorrión, grande pues.
Me recuerda tu relato un poco a "Alicia en el País de las Maravillas".
ResponderEliminarSencillamente genial...
Besos
jaja, me alegro, peo qué más quisiera ;.)
EliminarUn abrazo, Ana