Siguiendo la propuesta de Myriam, sobre el mundo de los caballos, mi aportación es la que sigue.
Indalecio estaba casi todo el día en la cuadra, donde cuidaba a los caballos del club de polo. Había criado y cuidado a un potrillo negro y movido, noble y de buen porte, que, sin embargo, mostró desde muy pequeño un espíritu indomable. Le llamó “Rayo” y nadie salvo él se atrevió a perder tiempo y esfuerzo en entenderle, así que, desde la adolescencia del chico, el caballo indómito había sido su único amigo. Le explicó de sus cuitas y sus aciertos, de la soledad que le invadía y de la incapacidad para establecer una amistad medio normal con alguien. Esa tarde intuyó que algo pasaría. Que una tormenta iba a descargarse. Sintió que su fiel Rayo estaba a punto de escapar para ser libre. No le sorprendió no encontrarle en la noche. Los rayos iluminaron a un caballo negro, sudoroso, envuelto en el vapor que producía la lluvia sobre su cuerpo. Las crines adheridas al cuello, la mirada extraviada, las patas inquietas. El joven notificó su ausencia, que parecía no importar a nadie, y pertrechado con un buen impermeable, fue al bosque cercano, donde le encontró mordisqueando hierba bajo un árbol centenario. Le acarició, se miraron, y tras abrazar su cuello, le montó a pelo. A horcajadas de sus sueños, en comunión perfecta, un hombre que sólo hablaba con los caballos, se perdió en el horizonte.
Unos dicen que cuando ven una
sombra de alguien a caballo, galopando por las afueras del pueblo, es que se acerca
una tormenta intensa. Otros dicen que, de noche, por las cuadras del club, con cada
la luna llena, un alma en pena vaga a caballo, atemorizando a quienes no aman
a los animales. Lo único que sé es que, cuando voy con mi perro al bosque,
éste ladra al vacío que hay bajo un árbol centenario.
Pues me ha encantado, un relato leyenda, una historia de amor entre aquellos que no son considerados como se espera de ellos. Abrazos
ResponderEliminarLos seres especiales, cuando se encuetran, se reconocen.
EliminarMuchas gracias, ESter. Un abrazo, y buen finde
Un relato muy bonito y con un romanticismo especial por ese amor entre caballo y muchacho.Los caballos pueden ser muy inquietos, pero cuando se siembra la confianza,siempre es mútua.Además de ser teapeúticos como parece también el caso de una persona con dificultades para las relaciones sociales.
ResponderEliminarMe ha encantado, muy bueno y con mucha ternura.
Un abrazo.
Son realmente muy terapéuticos, porque captan, en su lomo, el ánimo y las minusvalías del jinete.
EliminarUn abrazo, y muchas gracias.
Un cuento-leyenda precioso. El niño que susurraba a los caballos pasó a la historia. Dicen que los caballos tienen el poder de sanar ciertas enfermedades, sobre todo las psicológicas. Creo que se conoce como equinoterapia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra que te gustara. Ese muchacho, extraño, pelín inadaptado, encontró a su amigo, con quien comulgar, a quien amar.
EliminarUn abrazo, y gracias
Que lindo lo has dicho y nos has metido de lleno con ese "Rayo" que nos a enarmonado.
ResponderEliminarSeguro que cabalgo por las praderas a lomo de él y serán ambos felices.
Un abrazo y sigamos con leyendas donde el final es feliz.
Si fue, serán muy felices, en esa complicidad de los seres especiales. Seguro.
EliminarUn abrazo, y por las leyendas bonitas, si bien esta es inventada por mi ayer, en diez minutos :-). Buen finde
UN bello y tierno relato. Siempre ha existido una conjugación muy especial entre el ser humano y los caballos. Estos son animales sumamente inteligentes y con ciertas dotes terapéuticas descubiertas desde hace mucho tiempo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Albada.
Un abrazo.
Son muy útiles, y nobles, amén de limpios. Son mamíferos que de alguna manera entienden bien al ser humano.
EliminarUn abrazo, y gracias
Un relato con mucho significado o simbolismo. El caballo tiene un espíritu noble que solo con sus iguales alcanzan esa comunión. Me ha encantado, Albada.
ResponderEliminarMil besitos de jueves, para ti ♥
A golpes no se doman, se vencen, pero no se les convencen. Son muy nobles, por llo que quieren la misma nobleza en los humanos.
EliminarUn abrazo, y a por un finde bonito
Seguimos a esa sombra a través de tus letras y dejamos "galopar" la imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un halago precioso, Rafael. Un abrazo
EliminarMuy bonito el relato, me gusta esa comunión que hacen.
ResponderEliminarSe complementan, se compenetran. Ocurre de hecho, con mucha frecuencia entre jinete y caballo.
EliminarSon hermosos animales. Un abrazo
Emocionante relato sobre esa unión, amistad y compensión de este bello animal y un ser humano. Me ha encantado como has descrito a Rayo en esa noche de tormenta en la que escapa. Y como ambos, corcel y joven, se reencuentran y siguen juntos su camino.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por haberte sumado a mi convocatoria. Beso enorme.
La imagen casi fantasmagórica del caballo bajo la tormenta me pareció imprescindible. Me alegra que lo imaginaras como lo imaginé yo.
EliminarUn abrazo, anfitriona. Feliz día
Es decir, que a veces un animal a veces toma la determinación que un humano no toma. Bien perdidos estén do quiera que moren o recorran sendas a galope a trote al paso. Bonita metáfora y la tentación que a uno le embarga en ocasiones.
ResponderEliminarEl muchacho seguramente habría sido feliz toda la vida las cuadras, es un trabajo precioso, pero el caballo le mostró el camino de la libertad. Luego hay que descabalgar de las utopías y aterrizar en la prosáica realidad :-)
EliminarUn abrazo
Muy bonito relato. El caballo todo lo que tiene de grande, lo tiene de noble. Me he criado viéndolos, mi padre fue un gran jinete que practicaba la hípica y en mi casa guardamos sus muchos trofeos. Mambla vivió 21 años.
ResponderEliminarLas tormentas les asustan.
Un saludo.
Tú comprendiste mejor que nadie de la relación de la que hablo. Porque son muy nobles, se avienen con casi todos, pero de manera especial con los vulnerables.
EliminarUn abrazo, y qué buenos recuerdos compartistes. Gracias.
Qué buen relato, me ha gustado mucho ese final un tanto tenebroso
ResponderEliminarBesos y feliz día.
Quise jugar a hacer una leyenda. Por supuesto, inventada. Me alegra que te gustara
EliminarUn abrazo, Paula
Biennnn por los protagonitas del relato, seguro que el perrín sabe algo que no ladrará nunca.
ResponderEliminarBesines utópicos.-
No podrán hablar, pero igual los perros sí ven las almas, como sienten algunas enfermedades, por ejemplo :-)
EliminarUn abrazo
Toda alma anhela la libertad, más aún aquellas indómitas. Muy bonito relato pleno de magia.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Cuanto más indómitas, más luchan por ser libres. Lo malo es que suelen acabar siendo unos inadaptados.
EliminarUn abrazo, Dulce
Hola Maripau.. Buen relato del amor a los animales, los caballos son esos bichos grandes llenos de humanidad, aunque esa palabra se aplique a los humanos.
ResponderEliminarRecuerdo aquella maravillosa película.. El hombre que susurraba a los caballos.
Un abrazo..
La "humanidad" se aplica a muchos animales, que a veces nos demuestran mejores sentimientos que muchos humanos, :-). Gracias.
EliminarUn abrazo, y buen finde
Como me ha gustado tu relato!
ResponderEliminarUna alegoría y un canto a la libertad, al amor a los animales,a la sensibilidad tan especial de los caballos...
Bellísimo!
beso admirado!
Mucash gracais, imaginé un escenario, y y apuestos, una psoible leyenda.
EliminarUn abrazo, y a por este finde, con sentimientos y animales de compañía nobles a nuestro alrededor.
Hermosa manera de perderse en el bosque y en el tiempo, cabalgando al caballo al que sólo el entiende.. y viceversa. Un abrazo
ResponderEliminarPerderse por perderse, dejando la realidad atrás, qué mejor manera ¿verdad?
EliminarUn abrazo, y a por un fin de semana bonito
Qué interesante historia has montado en poco rato.
ResponderEliminarUn abrazo.
En muy pocos minutos, es verdad :-)
EliminarUn abrazo
Qué relato más bello Alba...son espiritus libres de gran corazón, humildad y bondad!
ResponderEliminarMe encantó.
Un abrazo
Son espíritus muy nobles, por eso cuando encajan jinete y caballo es un gozo verles
EliminarUn abrazo, y gracias
Amiga, te luciste con este relato, me encanto. Parece leyenda. Saludos a la distancia.
ResponderEliminarMuchas gracias, qué bien que te gustara. Un abrazo, Sandra
Eliminar¡¡ Qué bonita historia¡¡
ResponderEliminarParece una leyenda.
Besos.
Me alegra que lo vieras así, Amapola.
EliminarUn abrazo
Excelente relato, muy tierno Albada, los caballos nos ofrecen ternura, junto los perros y gatos mis preferidos, bueno casi todo animal me enternece, menos las culebras...
ResponderEliminarLos animales sacan los mejor de mi, tengo dos perritos y si pudiese meter en casa un caballo, lo haría, jejeje...
Feliz semana. Abrazo.
Es que nos sacan esa mejor versión de nosotros. Hay un aternura hacia ellos que sera atávica, imagino.
EliminarPor las mascotas. Un abrazo y feliz finde
Un relato de amistad y de perfecta comunión, mezclando realidad con leyenda. Y me ha gustado ese final donde la sensibilidad de los animales perciben el alma de otros.
ResponderEliminarUn beso enorme, Albada.
Feliz semana.
Estoy segura de que así es. No es que alucinen, hablo de los perros en particular, es que notan presencias que nosotros no podemos percibir.
EliminarGracias, Carmen. Un abrazo
Hola Albada,
ResponderEliminarLa nobleza de los caballos es su condición de habitat de cara a la amistad y luego después de leer tu relato, la delicadeza empleada combinándola entre leyendas y realidades es como el mejor postre después de una cena romántica.
Un fuerte abrazo y feliz día ya con sabor a fin de semana.
Me alegra que captases esa ilusión de nobleza, porque los inadaptados, equinos o humanos, y recuerdo Equus, merecen nuestro reconocimiento.
EliminarUn abrazo, Joaquín
Me ha encantado este relato.
ResponderEliminarEl final tiene un aire a Edgard Allan Poe.
Muy, muy bueno.
Besos.
Pudiera ser, pero pensaba en Equus, ya ves, Toro.
EliminarUn beso, y gracias
Que bonita historia Albada, es cuento y leyenda, me encantó.
ResponderEliminarNo es fácil en tan pocas palabras escribir un relato tan bueno. Felicitaciones.
mariarosa
Muchas gracias. Pensé en el inicio de una leyenda, y me imagino que alguna nace como con una anécdota parecida.
EliminarUn abrazo, y feliz semana
Impresionante historia.
ResponderEliminarFelicidades
Un beso
Muchas gracias. Es un texto sin pretensiones, pero salió así.
EliminarUn abrazo, Ana
La amistad entre dos almas solitarias perdura para siempre, y a veces se convierte en leyenda.
ResponderEliminarUn relato precioso y lleno de sentimientos.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Son almas especiales, solitarias tal vez, pero incomprendidas ambas.
EliminarMe alegra que te gustara, Berta
Un relato precioso, con una leyenda y mucho sentimiento, me ha encantado leerte.
ResponderEliminarUn beso 😘
Me alegra que te gustara. Muchas gracias, Dakota. Por una excelente semana para ti.
EliminarUn abrazo
Precioso relato.
ResponderEliminarEsta mañana, sobre las 7.30, subí al barrio alto de mi pueblo y un burro de la reserva allá en la sierra, comenzó a rebuznar cuando todo aún estaba en silencio. Esa impresión que tuve no a olvidaré.
Un beso
Un instante especial, que atesorarás en tu mente, qué bien, Buscador.
EliminarUn abrazo, amigo.
Boa tarde Alba. História incrível e bem interessante. Confesso que nunca cavalguei.
ResponderEliminarGracias. Yo he cabalgado tres veces, ni una más :-)
EliminarUn abrazo
Me ha gustado mucho tu relato. Es fácil encontrara se tipo de leyendas en los pueblos, generalmente asociadas a la luna llena que pone de manifiesto la sensibilidad que tienen los animales y el caballo, diría que son lo más.
ResponderEliminarCierto, suelen estar relacionadas con la luna llena, o con fechas especiales, y tienen mucho encanto.
EliminarUn abrazo, Tracy, y gracias
Que bello relato que me ha encantado y emocionado, realmente me dejo fascinada ese hermoso y mágico caballo
ResponderEliminarUn caballo incomprendido, un joven solitario...y ya era fácil imaginar que congeniarían.
EliminarUn abrazo, y gracias, María.
hablar a lo an imales, hasta hablar a las plantas Debe haber u hilo de entendimiento o comunicación entre los seres vivos. Tu personaje fue más allá, ambos pasaron a ser leyenda. Un abrazo
ResponderEliminarEs que los seres vivos pueden comunicarse entre sí. Hablar a los perros es muy común, y a los caballos, por supuesto.
EliminarUn abrazo
Esta es la otra cara de "Dios los cría y ellos se juntan". Una preciosa historia de nobleza y dignidad compartidas
ResponderEliminarBesooosss , amiga
jaja, pues sí :-). Gracias, amigo. Un abrazo grande
EliminarY esos dos amigos se convirtieron en una leyenda.
ResponderEliminarQue bien contado.
Un abrazo.
Y bien poudiera haber sido. Gracias, Demi.
EliminarUn abrazo
Siempre formidables tus escritos
ResponderEliminarPaz
Isaac
Muchas gracias, Isaac. Por una bonita semana para ti.
EliminarUn abrazo
Espíritos libres, como el rayo y la tormenta.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Misteios de la naturaleza.
Me gustan los caballos pero no me aventuro en huídas.
Feliz domingo
Son seres delicados y limpios. No era de extrañar que un joven pudiera ser el único amigo de alguno.
EliminarMucghas gracias. Un abrazo, Beatriz
La libertad representada en ese caballo negro y en ese adolescente que por fin encuantra un amigo de verdad. Precioso, besos.
ResponderEliminarLa anhelada libertad, y la complicidad con alguien. Aquí era la suerte de ambos.
EliminarUn abrazo, y gracias
El caballo y él eran uno. Una comunión perfecta entre los dos conquistando la libertad.
ResponderEliminarBellísimo relato, Alba. 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
Hay comuniones que enriquecen a ambas partes, como aquí :-)
EliminarUn abrazo, y gracias