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Aunque Darwin afirma con su teoría de la evolución, el cómo un mamífero acabó siendo un ser con capacidad de volar, y además, con la de orientarse en las oscuridad, el murciélago es un misterio.
No procede de roedor alguno, y de
hecho, lo que come son insectos, porque antes de ser desterrado del cielo de
las aves por su orgullo, se llamaba diguibela y era un ave. Este nombre
significa ave desnuda, y era un pájaro del tamaño actual pero con plumas grises
y pequeñas, que hacían de su vuelo un viaje aéreo nada espectacular. Las
cacatúas, cisnes, pavos reales y hasta las palomas se mofaban de él, porque era
tan feo como desgarbado en sus desplazamientos. Su plumaje era lo más anodino
que uno pueda imaginar.
Un día, cansado de ser el pájaro
más aburrido de la creación, decidió subir al cielo y pedirle plumas bonitas al
creador. Éste reconoció que cuando tocó su turno para ser creado, no le
quedaban plumas para su diseño. Para compensarle, pues reconoció que en verdad
era feo, le autorizó a que pidiera
plumas a cada ave de la tierra, quienes se las cederían al momento.
No quedó muy conforme, pero
aceptó la oferta para ser guapo, aunque
fuera por segunda intención. Confiado, se dirigió a las aves con las plumas más
hermosas y colorida. Nadie se negó ni expuso queja alguna, ya que estaban
avisados por el creador. Logró acumular muchas de las más bellas plumas, y con
ellas se envolvió el cuerpo, acabando por ser el ave con el mayor y más
errático colorido de todo el universo.
Consciente de su belleza, y seguro
de sí mismo porque por fin le admiraban, volaba y volaba para mostrarse orgulloso
ante el resto de pájaros, que, en efecto, llegaban a parar sus vuelos para
mirarle. Agitaba sus alas de mil colores una y otra vez, pavoneándose, para que
todos observaran su belleza. Un día, en el reflejo de un lago, su vuelo formó
la imagen de un arco iris, y en ese instante se supo el animal más bello.
Pronto empezaron a criticarle y a
evitarle. Hasta un colibrí, laborioso siempre, dejó de volar dos segundos para
reprocharle tanta vanidad. Las quejas llegaron al creador, quien le llamó al
cielo, donde llegó aleteando feliz como una perdiz. Lo que no sabía es que en el
ascenso, con cada aleteo se le iban cayendo de una en una las plumas prestadas,
hasta que cuando llegó a la puerta del paraíso, su aspecto era idéntico al que
tenía en aquella primera vez.
El creador le dijo que, ya que no
era capaz de ver la belleza de las demás
aves, le dejaba ciego, aunque le compensaba con un sistema de radar para
orientarse en la oscuridad y así poder cazar insectos al vuelo.
Ahora, con su gris pelaje, porque
sus plumas fueron cambiando a pelos, vive en cuevas, y así no puede ver o
recordar los colores de tantas aves a las que en otro tiempo envidió.
Lo peor no es lo feo que es, sino lo repugnante.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo.
Bueno, para las murciélagas, los murciélagos son muy atrayentes, a tenor de las crías,, preciosas ¿? que tienen,
EliminarUn abrazo
No entiendo porque nos utilizas a nosotros los ágiles y excelentes nadadores para ilustrar un problema de unos mamíferos que no aves, aunque sean considerados unos pájaros de mal agüero ;)
ResponderEliminarUn beso.
Porque nosotros, los delfines, al nadar sin plumas por los cielos de los corales, somos muy criticones :-)
EliminarUn beso
Muy bonito este relato. La vanidad es mala consejera y la soberbia también. Se seguiré leyendo, me gustan tus escritos. Un beso. !Ah , no tengo Whatsapp (se escribe así?, no puedo ver tus mensajes.)Lo siento
ResponderEliminarLa comunicación entre aves de paraíso siempre es posible, tengan alas o las pierdan en líneas de wassap (yo lo escribo así, y creo que quitaré una p, que dos son muchas para volar sin red. :-)
EliminarUn beso
A mí lo que más me gusta de los murciélagos es que tienen todas las vocales.
ResponderEliminarBesos.
Y ojo qué consonantes tan bonitas!!!, eso es una palabra completa y lo demás son palabrejas. :-)
EliminarUn beso
Pobre murciélago... vaya un dios más cruel :(
ResponderEliminarEl relato si, el relato es bonito.
Besos.
Era un Dios pájaro de mal agüero, creo. De esos omnipotentes y omniscientes y tan impertinentes. Creo.
EliminarMe divertí elucubrando sobre cómo nace una leyenda. Un beso