Fatiha soñaba con que
regresara un día en el que su vida no estuviera rodeada de guerra. No pudieron
salir a tiempo de Alepo. No por falta de empeño, sino porque su familia estuvo
esperando que su hijo menor se restableciera de una herida de metralla. Los
meses habían pasado, y el constante sonido de helicópteros, drones avistados en
el cielo, cazas lejanos y ruido de bombas era ya su día a día. El colegio
quedaba atrás. La mayoría de amigas
estaban en campos de concentración griegos o turcos, si bien algunas habían
llegado a Alemania, y hasta una de ellas se había instalado en Noruega.
Esa noche durmió mal, tal vez
por la cena, cada vez más parca e indigesta. Su hermano chico, ya totalmente
recuperado, dormía con ella. Algo sonámbulo solía llorar o pelearse en sueños,
y más de una vez la despertaba, pero en esa ocasión cantaba, dormido, la
bellísima canción de cuna que su madre usara para Tranquilizarles. Sonriendo,
se durmió, abrazada al pequeño Mustafá. Soñó que los helicópteros en vez de
bombas dejaban caer corazones, besos, abrazos, pan caliente y muñecas. No llegó
a despertarla el estruendo de una bomba teledirigida, que hizo temblar las
paredes que aún quedaban en pie.
Bajo los cascotes, una niña
abrazada a su hermano, sonreía. Un fallo en la calibración había confundido las
coordenadas. Fatiha y Mustafá engrosarían las listas de los daños colaterales.
Ese abecedario entero, qué recorrido porele placer, amiga.
ResponderEliminarNo entiendo tu comentario..pero bueno gracias de todas maneras
"Si te sientas en mi boca puedo hacerte el alfabeto." dices en tu post. Pues no sé, pero a horcajadas de una boca, el abecedario completo es placentero :-), en mi opinión. Sin daños colaterales, en general :-)
EliminarUn abrazo
buena idea, parece que la imagen sugiere entornos belicos
ResponderEliminaruna triste y cruda forma de hacerse mayor (en el mejor de los casos,si no te quedas por el camino)Sobre todo en estas situaciones la suerte es importante.
abrazos y besos, amiga
Sí, la suerte influye en los éxodos, en las huidas. Pero quien se queda, niños incluidos, sólo conocen la guerra, e imagino que sueñan con la paz.
EliminarUn abrazo, amigo.
Entre tristeza, rabia, impotencia... es una mezcla de emociones las que me aparecen con tu relato que, pese a ello, me parece hermoso.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Es la cruda realidad, cuántas niñas no habrán quedado entre las ruinas y los cascotes, sin tener nada que ver en la guerra, ¿verdad?.Pero los niños sueñan bonito.
EliminarUn abrazo enorme, y feliz tarde, Alis
¡Ojalá fuera realidad ese sueño y los helicópteros lanzara corazones y besos en vez de bombas!
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo.
Rezaría poro ello, que manden besos, tranquilidad, comida...esperanza
EliminarPor la paz, porque la sigan buscando quienes tienen en sus manos la opción. Un abrazo
Qué bonitos sueños que no deberían nunca de acabar, corazones, besos, abrazos, pan caliente y muñecas cayendo desde los helicópteros.
ResponderEliminarBesos enormes.
Sería fabuloso, yo apostaría por ayudar a ese reparto desde el cielo. Por desgracia, salvo comida de la Cruz Roja, me temo que es una quimera.
EliminarUn abrazo, dulce María.
Víctimas colaterales somos todos. Con lo fácil que sería poner a los generales en plan "gladiator" en esas plazas en desuso y que al menos sirvieran de triste espectáculo.
ResponderEliminarUn beso.
Ya te digo, yo opto por enviarlos a ellos a la guerra. Siempre lo he pensado. Nada vale la pena de tanta muerte. Bueno, los fabricantes de armas pensarán diferente, claro.
EliminarUn beso.
Un relato cargado de verdad. La guerra es despiadada y quién mueve sus hilos, no les alcanzan los disparos...Es una locura que no tiene fin.
ResponderEliminarUn beso amiga
Es la locura justificada por comercio, o banderas, o religiones..en definitiva, una locura total, porque nada de eso vale la pena.
EliminarUn abrazo, y por una tarde bonita para ti, amigo
¡Qué pena! ¡Y pensar que esto está pasando de verdad, que no es un cuento ni un relato más!Me produce un hondo pesar.
ResponderEliminarBesos
Imaginé una realidad más que posible, más que real. Por desgracia, la imagen me inspiró eso que escribí.
EliminarUn abrazo, Rita.
Estupendo relato que por desgracia es una pura realidad y esperemos que esos sueños nos sorprendan de verdad. Genial como siempre, Albada.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo, amiga !!!
Sería fantástico cambiar bombas por esperanzas, por sonrisas, por alimento...pero me temo que no.
EliminarUn abrazo, y muchas gracias, Joaquin
Una situación terrible que has desarrollado con una exquisita ternura y sensibilidad, me ha gustado muchísimo leerte. Besos
ResponderEliminarEn la mente infantil hay una ternura, unos anhelos, que seguro que caben en las niñas de Siria, y en los niños, por supuesto
EliminarMuchas gracias. Un abrazo y feliz tarde, con paz, que valoramos poquito.
Así de horroroso y cruel y me temo que así de real en incontables ocasiones.
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos.
Apostaría a que ha pasado, a que mi imaginación ha pensado en una situación real con pelos y señales. Ojalá sea una pura ficción, Toro.
EliminarUn beso
Duele el relato. Hay errores, pero en materia bélica me cuesta creer en los fallos. Muchas veces los daños colaterales y producto de la equivocación se buscan. El mayor número de víctimas de una guerra efectuada por militares y paramilitares es de civiles. Matar civiles suele ser parte de la guerra psicológica y de presión sobre el enemigo. ¡Malditos!
ResponderEliminarDesde Guernica, es la población civil quien está más expuesto y no es justo. Por mi parte que no haya guerras, y si las hay, que sean los militares quienes soluciones sus problemas en un campo de batalla, pero no.
EliminarEs una tragedia que se perpetúa ene los hombres, pero claro, mientras haya tantos intereses en la industria armamentística, lo tenemos crudo. Un abrazo
Que dureza y a la vez que tiernas palabras nos dejas. Me quedo con estos helicópteros que en vez de bombas ojala tiran corazones y todo lo que dices ..
ResponderEliminarAbrazos linda, muy bueno para reflexionar y pensar que cuanta injusticia hay en este mundo .
La imagen de entrada genera simpatía, y con ello me quedo, pero la realidad es que llevan muerte y desamparo, desesperanza y dolor.
EliminarUn abrazo
Muy triste.
ResponderEliminarBesos.
Ya lo creo, es muy triste. Un abrazo
Eliminarsí, esas vidas arruinadas son lo que llaman pomposamente 'daños colaterales'. el sonido de los aviones de guerra y de las bombas cayendo se debe quedar grabado en la mente para siempre...
ResponderEliminarabrazos.
Como los daños colaterales de las crisis, somos números, desde un despacho, los ciudadanos somos invisibles . Estos niños que no conocen la paz, no sé qué valores tendrán, ni qué futuro.
EliminarUn abrazo, y feliz semana
Ni la misma guerra puede destruir los sueños de la inocencia. Mientras algunos los destruyen desde la comodidad de una silla.
ResponderEliminarUn beso dulce.
Es verdad, los niños juegan con balones improvisados y muñecas hechas con cualquier cosa, porque aún en la guerra, su imaginación quiere ser feliz.
EliminarUn abrazo, Dulce
Que triste y tierno y...
ResponderEliminarmuchas sensaciones juntas al leerlo.
Besitos y paz.
Mientras escribía me llegaron variadas sensaciones, porque los migrantes forzosos son otro tema, pero los que se quedan, viven un sueño amputado, donde la inocencia de la niñez puede salvarles, mientras duermen.
EliminarUn abrazo y por la paz, siempre
Relato crudo pero apegado a la realidad de muchas partes del mundo. Al menos Fatiha se fue con una sonrisa pintada en el rostro y viviendo un sueño del cual jamás despertará. Ahora estoy triste.
ResponderEliminarBesos Albada.
Esa es la suerte, que el sueño de la nena, seglarmente la acompañó en su muerte absurda, ese sinsentido de cada muerte de guerra.
EliminarUn abrazo, y gracias por comentar.
Un relato brutal y certero como esa bomba que causó esos daños colaterales irreparables.
ResponderEliminarTremendo,tierno,triste...
Excelente como siempre Albada!
Un abrazo enorme.
Me alegro que et haya gustado. Es triste y real, y quise, por supuesto, dejar que la nena soñara bonito, con la inocencia de la infancia entre cascotes y destrucción.
EliminarUn abrazo, Luna.
Precisamente ayer veía una película de esas donde minorías étnicas, sufren el rigor del territorio que comparten con estados más poderosos y expansionistas. El problema del filme se suscitaba en la persecución de los turcos a los armenios. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarAhora hace un siglo, una persecución como otra, por motivos étnicos o religiosos, me parece brutal que sigamos con esas pamplinas para justificar una guerra. Bosnia, hace menos de treinta años, nos enseñó que no hay que ir tan lejos como territorios africanos para encontrar la guerra. Siempre absurda.
EliminarUn abrazo, y por la paz, siempre.
Es desgarrador y lo has aderezado de tal manera que hasta el dolor se mitigue. Es horrible que niños en plena infancia tengan que sufrir y morir por culpa de unos locos. Te felicito por este relato, Albada.
ResponderEliminarMil besitos con cariño y feliz día ♥
Los niños recuerdan, los niños sufren, aquende no se les tenga en cuenta nunca. Y lo que es peor, sueñan bonito, pero pueden morir en esos desacuerdos de adultos.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo
Un relato que nos recuerda la estupidez profunda de la guerra
ResponderEliminarGracias y Paz
Isaac
Sin duda, no hay muerte más absurda que morir en una guerra, mayores y adultos, pero sobre todo niños. Es una aberración del ser humano.
EliminarUn abrazo, y sí, paz siempre.
a veces no pensamos en la suerte que tuvimos de no nacer en países en guerra constante... lindo relato que me hizo pensar eso... saludos
ResponderEliminarCierto, en la de España, ahora ya quedan cada vez menos niños de esa guerra, recuerdan el sonido de las bombas, en el caso de Madrid y Barcelona, por tres años. Mi madre madrileña, y mi suegra barcelonesa sabían lo que vale la paz, si bien aquí con ese excusa aguantaron cuarenta años de dictadura. En fin, la vida.
EliminarUn abrazo
Qué triste, pero qué bien contado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nostalgias de amiguitas y sueños de esperanza...pero la realidad es que la guerra amputa los sueños, los de los niños también.
EliminarMuchas gracias, Macondo. Un abrazo
Es que realidad es insistente, es rotunda, Julio David, quise pensar que el sueño era parcialmente posible, pero es que no, no podía ser.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un lindo sueño el de la niña pero que triste final...... No se porque tienen que morir niños inocentes....Saludos amiga.
ResponderEliminarEs que los niños sueñan muy dulce, en general, pero la realidad es amarga para muchos. Aquí por guerra, en otros lugares por hambre.
EliminarUn abrazo, amiga.
Qué triste.
ResponderEliminarMucho, sin duda. Un abrazo
EliminarTriste y cruel es esa situación que viven tantos y tanto y tantos...
ResponderEliminarUn aire de dulzura, los dos hermanos abrazdos y sonriendo, aunque la cruel realidad fuera su muerte.
Impresionante, Albada. Me ha encantado.
Besos.
Y tantos. Por hambre hay muchos niños que deben soñar con pan. Aquí era rescatar la ternura de la infancia, la pedida.
EliminarUn abrazo, y por una martes bonito
Triste y por desgracia puede ser real. Conmueve tu relato y siempre bien escrito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es muy triste, porque en realidad, las guerras traen muerte, desesperanza, y sueños rotos.
EliminarUn abrazo, y muchas gracias.
Inchalllâh llovieran corazones y los gatillos, como decía la canción, fueran gatos pequeños. Al menos, murió con el sueños más bello y descansa en paz, tristemente ha sido así. Ni los primeros ni los últimos, y la culpa... no es de ellos.
ResponderEliminarUn beso enorme, Albada.
Ojalá lloviera café en el campo, y gatillos de angora de los cazas. Pero la cruel realidad es que siembran destrucción. Demasiadas guerras. Y ninguna que pueda entender.
EliminarUn abrazo grande
Dentro de lo terrible está la belleza alucinante que tú has plasmado en tu relato.
ResponderEliminarOjalá los helicópteros lanzaran corazones,besos, abrazos, pan caliente y muñecas como dice tu relato...
Escribes maravillosamente.
He estado ausente porque hubo un incendio en mi casa a finales de mayo y todo se ha tornado muy complicado en mi vida. Ahora voy remontando.
Un fuerte abrazo
Y... enhorabuena
La nena sueña rico, por una vez, siente la dulzura sobre ellos, pero por supuesto, es un sueño.
EliminarPor la rápida y toral recuperación tras el incendia, y que vayas tomando un día a día normal, dentro de este virus, que tanto daño ha hecho. Un abrazo
Los errores suelen pagarse caros, pero cuando un error causa tanto daño y dolor no hay castigo suficiente para quien lo comete. Daños colaterales, un eufemismo más para esconder el mal de la guerra.
ResponderEliminarQuiero imaginarme que, en esta dramática historia, ambos, la niña y su hermano chico, murieron plácidamente.
Un abrazo.
Son eufemismos, los daños siempre son concretos, aunque hayan no provocados directamente. Sí imaginé que la bomba caía de noche, durmiendo, ambos brazados.
EliminarUn abrazo, Joseo Mª
Un relato doloroso, triste y certero. ¡Cuánto terror y victimas colaterales hay en una guerra despiada y sin sentido!.
ResponderEliminarBesos
Creo que puede ser cierto de manera literal. Ojalá sea sólo mi imaginación.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Me ha encantado tu relato. Has contado una historia tan real. Hay tantos daños colaterales en las guerras. Lástima que ese sueño, de tu protagonista, no se pueda cumplir.
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos.
Creo que es real, si bien la imaginé e inventé. Son, somos, daños colaterales, en cada crisis, en cada guerra. La imaginación de los niños no pueden salvar a la humanidad, y es una pena.
EliminarUn abrazo
Tremendo... Y lo has contado tan bien.
ResponderEliminarMuy buen relato!
Es que la guerra es así de cruel. Ni los niños se salvan.
EliminarUn abrazo, y feliz noche