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Javier se había propuesto desde
niño ser un profesional valorado. Su madre al principio estaba muy ilusionada,
eso de que quisiera ser veterinario le parecía una profesión bonita, muy del
estilo del hijo, quien con las mascotas tenía buen ojo y buen corazón. Eso de
que tuviera que hacer los estudios de grado en Canarias le parecía extraño en un
primer momento, pero luego supo que sólo allí se cursaba Ciencias de Mar, así
que, con poca alegría, aceptó el plan de estudios.
Javier fue un alumno aplicado. Su madre nunca supo el trabajo concreto que hacía,
pero cuando la llamaron para avisarle de que estaba hospitalizado, se le encendieron
todas las alarmas. La foto que le habían hecho antes del incidente le puso los pelos
de punta. En el avión sólo daba vueltas a cómo era posible que su hijo hubiera sido tan irresponsable.
─Pero vamos a ver, ¿a quién se
le ocurre hacer de dentista de tiburones? -preguntó así que le vio en la habitación
del hospital
─ A mí, mamá,-respondió
Javier- Parece que esas locuras solo se me ocurren a mí. Pero no sabes qué dolor parecía tener en un diente.
Tras el incidente Javier regresó a Barcelona, y ahora ya cursa tercero de veterinaria, donde su mano biónica ya no
causa curiosidad a nadie.
Muy buen relato Alba... A mi veterinaria me parece una de las profesiones más importantes y bonitas.. y no nos queda otra que aceptar lo que nuestros hijos quieren ser.
ResponderEliminarTe deseo un bonito domingo, abracitos.
Es una profesión preciosa, pero la final como dices, hay que dejar que sean los hijos quienes elijan su destino.
EliminarPor una noche dominical bonita para ti.
Oceanografía es una carrera muy bonita, pero con poca salidas,como de costumbre.
ResponderEliminarMejor curar animales de tierra, los tiburones son escualos con dedicación especial.
Qué imaginación tienes más amplia.
Claro, mejor y más tranquilo. Sin embargo hay quien tiene claro que quiere esa vida, tipo Jacques Costeau.
EliminarBueno, la imaginación es que sigue sino gratis, lo que para mí es ventaja segura. Un abrazo, y gracias, amiga.
Javier debería haber sido bombero... por lo de las ideas, claro.
ResponderEliminarBesos.
Casi que sí, o su instinto no le funcionó :-)
EliminarUn beso
Moraleja: No intervengas a un paciente que no ha sido correctamente anestesiado...
ResponderEliminarjaj, y qué verdad. :-)
EliminarUn abrazo
Un maravilloso relato en este mundo de Dios donde no entendemos la vidad de lo que nos rodea hoy.Abrazos ...mil...
ResponderEliminarY menos la del mar, parece, pero bien que sabemos dejar residuos en los mares, ahora hasta mascarillas :-)
EliminarUn abrazo
Que final tan terrible para este lindo relato. Ellos eligen lo que quieren ser. Saludos amiga.
ResponderEliminarNo les tenemos para que cu`plan nuestros sueños, sino los suyos qué cierto.
EliminarUn abrazo
Jajaja
ResponderEliminarUn dentista con plus de peligrosidad
Que bueno!!
Besos, amiga
La imagen era demasiado tentadora :-)
EliminarGracias, amigo. Un abrazo
T ienes mucha
ResponderEliminarI maginación.
B iónica mano
U sada para
R eparar
O tra
N ueva caries.
Gracias, Amigo. Ciertas Ideas Asoman Simplemente. Y son un fracaso
EliminarUn abrazo
Como siempre.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Besos.
Gracias, Amapola. Un abarco
EliminarSerá un especialista único, muy cotizado sin duda. Los tiburones también tienen derecho a ir al dentista.
ResponderEliminarjaja, pues si existiera, un dentista de tiburones iría bien :-), si bien con tantas filas de dientes, igual no lo necesitaban mucho :-)
EliminarUn abrazo
Impresionante. Ese era el temor que tenía con mi hija: que llevara su amor por las mascotas a estudiar Veterinaria.Al final lo suyo se ubica en la rama de las Matemáticas mas sutiles: la Música.
ResponderEliminarArmonía mejor que la de anatomía de animales, dónde va parar. Los hijos han de seguir sus sueños, sus intereses, sus gustos y actitudes.
EliminarUn abrazo
Que manera tan insólita de ejercer la veterinaria.
ResponderEliminarCon un serio inconveniente, que parece haber sobrellevado.
Un abrazo.
Extrema, ya te digo :-). Ficción, claro.
EliminarUn abrazo
Hay profesiones demasiado arriesgadas. Buen relato.
ResponderEliminarBesos apretados.
Aquí es ficción, pero los que hacen rescate en montaña, por poner un ejemplo, son personas que llevan el trabajo a límites enormes.
EliminarUn abrazo
Boa tarde. Aqui no Rio de Janeiro de vez enquanto as baleias nos surpreende e aparecem das praias. Beleza enorme.
ResponderEliminarLa foto es preciosa. Seguro que en las playas de Brasil se ven cetáceos como delfines y ballenas , y tiburones. Un abrazo
EliminarMais é um profissão perigosa essa.
ResponderEliminarDe un peligro extremo, seguro. Un abrazo
EliminarLos dentistas no nos caen bien a nadie.
ResponderEliminarNi peces ni humanos.
sonrío.
Un placer leerte
Beso
Caen mal, pero son necesarios. Para los peces es una profesión que no me la imagino ¡Eh?
EliminarUn abrazo , y gracias
Madre mía!!! Que buena persona, a quien se le ocurre atender sin anestesia a un tiburón?
ResponderEliminarMe hizo gracia el relato. Pero que buen corazón 💗 el de Javier.
Besos
Hay quien, por ese enorme corazón se juega la vida. Claro, esto es ficción, pero hay profesiones muy peligrosas.
EliminarUn abrazo
Hay pobrecito y yo que le tengo
ResponderEliminarpánico a los dentistas,pobre
tiburón, tienes una imaginación
wowwww.
Besitos dulces
Siby
Es que los dentistas siempre nos producen un cierto temor.
EliminarGracias, Siby. Un abrazo, y feliz día
noooo con el miedo que yo le tengo a los tiburones... y a los dentistas! creo que hiciste una conjunción ideal de mi miedos máximos ja... saludos
ResponderEliminarLa imaginación. No creo que sin anestesia se toque a ningún animal en libertad, pero la imagen me hizo pensar ene so, en la mano de quenas se acerca tanto. :-)
EliminarUn abrazo.
Jaja, qué ocurrencia, casi como de dentista.
ResponderEliminarUn abrazo
Me cae bien Javier. Por las locuras que se le ocurren y por seguir preocupándose por su paciente aunque le haya costado la mano.
ResponderEliminarMuy original. ¡Dentista de tiburones! Ni loca lo hago yo.
Un abrazo grande
Es que imaginarse a Javier es ver cuánto ama a los animales marinos. Pero claro, llevar al límites las profesiones sólo ocurre en la ficción.
EliminarUn abrazo
Mira que me gustan los animales, pero los escualos es que me Dan como repelús, no serviría para trabajar con ellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué bueno! Tienes muchísima imaginación.
ResponderEliminarParece que el chico era muy intrépido. Dentista de tiburones! Eso no se le puede contar a una madre jajaja
Intrépido o inconsciente :-). Muchas gracias.
EliminarUn abrazo
Pero este Javier, cómo se le ocurre hacer dentista de tiburones, jajaja. Mira que me he reído. Me encanta cuando a tus relatos les das ese punto de humor, sobre todo cuando menos lo espero.
ResponderEliminarSigo el repaso, un abrazo.
Pues qué estupendo, yo me divertí muco escribiendo, y es eso lo que captas :-). Imaginar aun Javier muy buena gente, pero temerario me hizo reír :-) .
EliminarPobres madres...también :-) Un abrazo
Qué bien relato. Quizás tenía que haber anestesiada al tiburón... aunque no sé cómo...
ResponderEliminarBesos
jaja, era un verdadero ecologista, amante real de los animales, pero cara le salió la broma:-)
EliminarUn abrazo