Buscaba una palabra desde que al abrir la puerta se encontró un gatito. Le llegó un interrogante y una palabrota.
Al entrar en la cocina abrió la nevera buscando el agua y allí había otro gatito, éste de color negro, que le miraba complacido. Le vino otro interrogante y un enorme enojo pues el jamón de york mostraba claras señales de haber sido manipulado.
Cuando al entrar al dormitorio halló un gatito blanco jugando con una de sus zapatillas desapareció signo alguno de interrogante y quedó un exabrupto mentando a la familia, de alargada pronunciación, flotando en el aire de la estancia.
Al irse a duchar vio cómo dormía feliz otro gatito. Este, enroscado y marrón, instalado cómodamente sobre la alfombrilla de baño.
Cuando en albornoz abrió el armario en busca del pijama otro gatito le miró tranquilo desde sus hipnóticos ojos y la palabra llegó: Holaaa.
El resto de la noche fue abriendo cajones, puertas y cajas. Desde que vivía solo jamás dijo tantas veces “hola”. Mañana decidiría cómo encontrar el uso de la palabra “adiós” .
Ja,ja,ja original y divertido, miau.
ResponderEliminarLa gata desesperada, lloraba sobre el tejado, la perdida de su prole, que una buscadora de palabras se había llevado.
ResponderEliminarGenial que lo encontraras divertido Gabriel.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo mío
Alfred. Tal vez los gatitos buscaban una cazadora de palabras o un solitario necesitado de decir " Hola".
ResponderEliminarUn cordial saludo